VALÈNCIA. La muerte de Adela en La Casa de Bernarda Alba no fue el final. Lolita Flores y el director Luis Luque han dado vida a Poncia, una obra que expande el universo de una de las obras más importantes de Federico García Lorca para profundizar en temas como el empoderamiento, la soledad y las luchas entre las mujeres. La obra, que se podrá ver el 16 y 17 de noviembre en el Teatro Principal de Alicante, viene a marcar también un cambio de ciclo tras la Dana: el de los artistas que "quieren trabajar porque hace falta cultura", según explicaba ayer el dramaturgo.
"A partir de La casa de Bernarda Alba", reza el cartel de la obra. ¿Qué significa eso exactamente? “No es una continuación de la obra de Lorca, sino un rescate de Poncia para que cuente lo que estaba encerrado en aquella casa", explica Luque. El origen del proyecto fue un vídeo de Lola Flores explicando su pena por no haber podido contestar a la llamada de Miguel Narros para que hiciera ese personaje en su montaje de la obra ("Qué actriz dramática se perdió España con Lola Flores", dejaba caer el dramaturgo ayer).
Fue entonces cuando Luque cogió el teléfono y pregunta a la hija, Lolita, si le apetece rescatar al personaje. Poncia, a partir del análisis de su participación en la obra original, imagina un monólogo visceral que surge a partir del suicidio de Adela, que le permite hablar de las tragedias familiares y la opresión que atraviesan las mujeres, y claro, continua hablando del peso de una educación basada en la culpa y la represión. “Poncia nos lleva a mirar de frente temas como la libertad, la sensualidad y el rol de las mujeres”, señaló el director.
Para Lolita Flores, la interpretación de Poncia tiene un profundo significado. “Siento que conozco a Lorca desde que era una niña; mi madre me leía sus obras cuando tenía 13 años”, comentó. "Aquí estoy sola en el escenario y me muevo como pez en el agua. Si me equivoco, no le tengo que dar paso a nadie, y como me sé la obra, sé dónde tengo que acabar. Me siento en casa en este papel". Además, definió la obra como “un espectáculo de luz, sonido y voz”, en el que cuenta una historia que conecta con la experiencia de todos: “Todos hemos perdido a alguien, todos hemos pasado por algún dolor”.
El tema del clasismo impregna el texto lorquiano y, en Poncia, sigue siendo un lugar central. “Hay una frase en la obra que resume mucho: ‘Los pobres siempre han querido lo que quieren los ricos, y los ricos nunca han querido soltar lo que tienen en los arcones’”, indicó Luque. La obra acentúa la posición ambivalente de Poncia en cuestión de clase: es la jefa de las criadas, pero sigue estando al servicio de una señora, atrapada entre el respeto y el desprecio que la familia de Bernarda siente hacia ella. “Esa jerarquía social sigue viva actualmente. Aunque parezca más difusa, aún existe”, reflexionó Luque, quien también confesó una afinidad personal con los personajes de los criados: “Quizá porque soy hijo de portero de finca y siento que la sabiduría de las clases populares sigue siendo poderosa y tiene algo que decir”.
Flores también destacó la universalidad de este conflicto. “Todos estamos sirviendo de alguna manera, porque siempre hay alguien por encima de nosotros. Hay quienes nos miran por encima del hombro, y otros no. Eso depende del corazón de cada uno”. Para la actriz, Poncia representa a aquellas mujeres que, aunque están atrapadas en una estructura de poder y deciden enfrentarse a la injusticia: “Ella se harta cuando ve lo que ocurre con Adela; ahí decide que hasta aquí. La obra hablar del empoderamiento de una mujer que, en esa casa, reconoce que lo que ocurre es injusto”.
También la obra quiere ser “un canto a la libertad de las mujeres que han estado encerradas”. Lolita Flores señaló que, al igual que Poncia, muchas mujeres en la historia han vivido sin voz ni voto, sometidas al control de otros. “Este personaje vive en carne propia la injusticia, y creo que todos podemos entender ese hartazgo, esa necesidad de romper cadenas”, afirmó.