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SOCIALMENTE INQUIETO / OPINIÓN

Lo que no le han contado del Oranesado alicantino

25/01/2021 - 

Alguien me tachará de exagerado por denominar al Oranesado como alicantino. En las siguientes líneas les demostraré que no es así. Y les contaré más cosas de lo que ocurrió allí, sus causas y sus consecuencias, en las que algunos de nuestros antepasados dejaron su huella.

Sitúense. Principios del siglo XIX. Francia conquista y coloniza Argelia (1830-1962) en ese afán expansionista que se había producido en Europa con África y, en este caso, con el Magred. España también quiso su trocito y lo tubo, pero eso es otra historia que quizá les cuente en otra ocasión. 

Con los franceses en la Argelia colonizada se abrían oportunidades de desarrollo y de empleo para la emigración española, unos por necesidad, otros para emprender actividades e iniciar nuevos proyectos comerciales. Por la cercanía; por la inestabilidad política y económica en España; por el clima y la geografía; por las crisis agrarias y fenómenos meteorológicos, Argelia estaba muy cerca del levante español y, en concreto de Alicante. Y esta circunstancia la supieron aprovechar muchos para labrarse un futuro en esas tierras para el bienestar de su familia a mediados del s. XIX y principios del XX. 

Para su colonización en Argelia, los franceses necesitaban allí mano de obra, europea junto con la local, sobre todo agrícola para trabajar en sus campos de atochales, de cereales, de viñedos; además de inversiones que realizar para la constitución de nuevas empresas. 

Al principio, la faena agrícola en Argelia en la que la emigración española se fijó fue temporal, tipo “golondrina”, en fechas determinadas. Al final, al convertirse en una costumbre, los jornaleros se fueron asentando en aquellas tierras que le daban trabajo y un porvenir para su familia. Igual ocurrió con los que emprendieron negocios. Después de organizar las instalaciones para sus empresas, buscaron sus viviendas para vivir en ellas de forma permanente. Y todos ellos, jornaleros y empresarios eligieron mayoritariamente un lugar ideal: Orán y sus alrededores, el “Oranesado”.

La emigración española se volcó en esa nueva tierra prometida, esa que tanto deseaba quien la necesitaba para tener un empleo o para emprender un negocio.  Inicialmente Francia no puso reparos con esa emigración en aumento, necesitaba de esa mano de obra. “Venían los españoles sin aprehensión, sin prejuicios”, escribe L. Adoue, cronista francés, y sigue diciendo que “no hay que lamentarlo, pues estos obreros tenaces, duros en el trabajo y sobrios, que nos enviaron de las provincias de Alicante y Almería, contribuyeron esencialmente a la prosperidad agrícola de la región”. Pero con el tiempo, desde Francia empezaron a preocuparse que hubiera más españoles que franceses instalados en esas tierras. La evolución fue evidente. Vean. Según menciona Juan Bautista Villar en su obra “Los alicantinos en la Argelia francesa (1830-1914)”, “la espontánea emigración española había hecho ascender en 1841 a 9.748 el número de sus colonos en Argelia, frente a 11.322 franceses. Dos años después vivían 6.025 españoles en Orán junto con 1.741 ciudadanos franceses”, Esta cantidad siguió aumentando. De los 181.000 extranjeros residentes en Argelia en 1881, 114.320 eran españoles. Pasados otros cinco años ya eran 144.325. Las provincias con más personas emigrantes en Argelia fueron las de Alicante y Almería en primer lugar, seguidas de las de Murcia y Granada, además de Albacete, Baleares, Barcelona, Castellón, Madrid, Málaga y Valencia. 

Fueron tantos españoles los que se asentaron en el Oranesado que lo sintieron suyo. Barrios enteros donde se hablaba español. En 1885 la población española duplicó a la francesa en los distritos de Orán y Sidi-Bel-Abbás. Esta circunstancia hizo que Francia reconociera a los españoles emigrados en Argelia unos derechos, como el de conservar la nacionalidad de origen, que no tenían otros extranjeros en ese país. Pero las autoridades francesas no consintieron que en sus territorios argelinos colonizados hubiese más españoles que franceses. Por esto, dos Decretos de 28 de junio de 1889 y del 23 de julio de 1893, impusieron la nacionalidad francesa a todos los extranjeros nacidos en la Argelia colonizada aunque no fueran hijos de franceses. 

La Ley de Naturalización no hizo desaparecer al español en Argelia. Así, en 1911 la provincia de Oran tenía 95.000 franceses o de origen francés, 92.000 naturalizados franceses de origen español y 93.000 españoles nacidos en España que conservaban la nacionalidad. Esto daba una cifra de 185.000 personas de origen español que doblaba a los franceses. 

Este tránsito de personas y de mercancías de una a otra orilla, de España a Argelia, produjo un movimiento social espectacular en el que cada uno aportaba sus conocimientos del tipo que fuera. Originarios de Alcoy, producían productos textiles; de Elche, hacían alpargatas; de Jijona, turrón y helados; de Agost, mostraban su arte alfarero; de Monforte del Cid, destilerías de anís; … Por nombrar unos ejemplos, permitan que cite a dos de estos emprendedores: Vicente Galiana, productor de la bebida Super Anís, en Orán; y Manuel Limiñana Belda (hermano de Pascual Limiñana Belda, mi bisabuelo por parte de madre), empresario que montó una destilería de licores en Sidi-Bel-Abbás.

Todo esto produjo también un intercambio cultural extraordinario. Se iban mezclando las costumbres que los españoles trajeron de sus poblaciones de origen, al otro lado del Mediterráneo, con las argelinas y francesas. En la gastronomía se seguía cocinando con el aceite de oliva en vez de con mantequilla según la moda francesa; a su vez el cous cous se impuso frente al cocido, sin olvidarse del arroz o del gazpacho que se tomaba una vez a la semana; para merendar se bebía café con leche o chocolate caliente acompañado con churros (en Orán los llamaban tallos). El horario de las comidas era el francés: a las 12 h para comer, y a las 19 h para cenar. La siesta, tan española, fue intocable, sobre todo en verano.

De la península se trajeron entretenimientos como el fútbol, los toros y las Hogueras de San Juan. El fútbol llenó las gradas del campo con vítores y aplausos a sus jugadores favoritos, futbolistas con nombre propio de origen español como Manuel Rubio Villalba. Nacido en Uixán (Melilla), después de un amplio palmarés, fichó por el SOS de Orán consiguiendo el campeonato de liga de ese año y así lo contó el Diario de África el 20 de diciembre de 1943. Las Arenas de Orán fue su plaza de toros. Tuvo grandes tardes taurinas como la que protagonizaron Domingo Ortega, Rafael Ortega y Dámaso Gómez (13 de marzo de 1954). Orán también tuvo sus Hogueras de San Juan exportadas de Alicante (1936), que les contaré otro día con más detalle.

Por esa abundante relación entre alicantinos y oraneses y su legado social y cultural, las autoridades de Alicante y Orán firmaron en 1985 un convenio de Hermanamiento entre las dos ciudades., siendo Jose Luís Lassaletta alcalde de Alicante. Relación que se ha ido diluyendo con el tiempo y que se quiere recuperar a través de la cultura. El área de Estudios Árabes e Hispánicos de la Universidad de Alicante organizó unas Jornadas hispano-argelinas Orán-Alicante que se iniciaron en el 2010 para mantener esos lazos sociales entre ambas ciudades; desde el Ayuntamiento de Alicante han habido encuentros con las autoridades municipales oranesas, como el que hubo en 2016, en el que se plantearon colaboraciones para la conservación del patrimonio histórico y turístico; Casa Mediterráneo propicia encuentros bilaterales;... Todo para ir de la mano como “hermanos” entre ciudadanos que tanto pueden compartir el uno con el otro. Que así sea. 

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