vals para hormigas / OPINIÓN

Lennon en la azotea

9/12/2020 - 

Cada uno usa los mitos como quiere. El fundamentalismo, o la dispersión propagandística en el caso de Ayuso y su alegato a favor de la cristiandad, los emplea como arma arrojadiza. Mi compañero Juan Carlos de Manuel los usa como elemento lírico en sus columnas cargadas de futuro. Y yo, históricamente, como usa el delincuente conocido como el Piojo las herramientas de la prisión de Valdemoro, es decir, para evadirme. En mi caso, de la realidad. Que durante mucho tiempo se pareció al descampado en el que Cary Grant escapa del ataque de una avioneta fumigadora en Con la muerte en los talones. Y que ahora, con el paso de los años y la llegada de la pandemia, se ha ido convirtiendo en un arrozal de tristezas. La pesadumbre se alarga demasiado tiempo, pero me das la noticia de que la segunda vacuna de Pfizer se la han inyectado a un anciano británico que se llama William Shakespeare y me cambia el gesto. Mi festividad de la Inmaculada se convierte en la antesala de un nuevo pase del Macbeth de Orson Welles.

Todo esto, a santo de que ayer se cumplieron cuarenta años del asesinato de John Lennon. Los Beatles son una presencia casi tan temprana en mi vida como la de Marilyn Monroe, pero mucho más consolidada. Mientras mi fascinación erótica fue derivando hacia Ava Gardner, en mi principio siempre ha estado, está y estará el verbo de los cuatro de Liverpool. Y especialmente el de Lennon, a quien le debo numerosas horas perdidas con A day in the life, por encima de todas las demás composiciones. La efeméride conlleva que hace treinta años que conmemoré su muerte en la playa de El Campello, hasta el amanecer, en compañía de un grupo salvaje que abrió una puerta nueva al adolescente perdido que era entonces. Ya les digo, cada uno usa los mitos a su antojo. Para mí son guías de una realidad que me cuesta entender. Como el gato de Cheshire o el Conejo Blanco de Alicia. Y también, una manera de evitar que mi amigo Paco González me eche en cara sus discrepancias y su amor incondicional, al mismo tiempo.

El paso del tiempo te enseña que los verdaderos hitos fundamentales de la vida son las personas que te influyen directamente. Que llega un momento en que estás obligado a encarar la realidad para tener la oportunidad de volver a refugiarte en la ficción y la impostura. Que lo importante de la vacunación de Míster Shakespeare, el anciano de Warwickshire, es que la ciencia ha conseguido en solo un año frenar el avance de esta epidemia y que el fin de la pesadilla parece estar más cerca. Pero yo seguiré pensando que si existe un paraíso, se parecerá mucho a la sección de cuerdas de Strawberry Fields forever. Por lo que es posible que mi primera escapada para recuperar todo lo que nos ha robado el virus sea a un karaoke para ingleses, donde me pueda desgarrar la garganta con una prodigiosa interpretación de Don’t let me down. Como Lennon en la azotea de Abbey Road. Y ya falta menos.

@Faroimpostor