El próximo día 27 se abrirán las urnas electrónicas para elegir la rectora o el rector que deba regir la Universidad de Alicante (UA) en los próximos seis años. En los últimos días hemos ido conociendo quienes irán en las dos candidaturas proclamadas oficialmente, la de Enrique Herrero y la de Amparo Navarro (por orden alfabético): 15 personas en los dos casos, procedentes mayoritariamente del colectivo de Personal Docente e Investigador (PDI) y una, en el caso de la gerente, en el caso del primero, o el gerente, en el caso de la segunda, del Personal Técnico, de Gestión y de Administración y Servicios (PTGAS). En todo caso, la selección de los miembros de la candidatura obedecerá a los criterios que cada candidato o candidata hayan considerado como más efectivo para afrontar los retos que tenga la institución en los próximos seis años.
En el caso de Herrero, un equipo con 15 personas que nunca han ocupado ningún vicerrectorado, la Secretaría General o la gerencia hasta la actualidad, con una renovación completa, a excepción del mismo candidato que sólo ocupó durante un mandato anterior el Vicerrectorado de Estudios y de Calidad en el Rectorado de Manuel Palomar y del secretario general, con un mandato como vicerrector en el Rectorado de Ignacio Jiménez Raneda, como muestra de la voluntad de ofrecer un equipo renovado que se nutre de la experiencia de gestión en otros ámbitos de la Universidad. En el caso de Navarro, quien ha desempeñado ininterrumpidamente cargos de gestión en los últimos 25 años, un equipo con 11 miembros que han ocupado hasta la actualidad vicerrectorados o la Gerencia con la misma candidata y 4 nuevas incorporaciones, como muestra del continuismo de esta candidatura que se nutre mayoritariamente del equipo rectoral de los últimos cuatro años.
Un primer elemento que llama la atención es la falta de paridad en el equipo de Navarro: 6 mujeres en primera línea de actuación frente a 9 hombres. En el caso de Herrero, la representación de géneros es equilibrada, con 8 mujeres frente a 9 hombres.
La procedencia por centros de las dos candidaturas también las diferencia; en el primero, hay una mayoría procedente de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales, de la Escuela Politécnica Superior y de la Facultad de Ciencias. En el caso de Navarro, la mayoría procede de la Facultad de Derecho y de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales. Todo esto es sólo cuestión de números. La valía o no de un equipo y de su candidato tendrá que valorarse en el momento de su gestión, siempre y cuando tengan la mayoría suficiente según el resultado electoral.
En el momento actual, a punto de empezar por fin la campaña oficial el próximo martes 19, quienes estamos convocados a las urnas debemos observar las fortalezas y las debilidades de cada candidatura, a partir de la exposición pública de sus programas de gobierno. ¿Cuáles son las necesidades o la concreción de propuestas que una universidad como la nuestra debería tener en cuenta? Las apreciaciones personales de cada elector variarán según el colectivo al que se pertenece y la realidad de su entorno. Son muchas las reformas que el equipo entrante tendrá que aplicar a nuestra universidad si tenemos en cuenta la principal lista de posicionamiento de los centros de educación superior en el mundo; según el llamado Ranking de Shanghái (https://www.shanghairanking.com/rankings/arwu/2024), la UA ha descendido de la cota 500 a la 600 en un solo año, aunque en convocatorias anteriores habíamos escalado mejores posiciones.
Si queremos una universidad de excelencia, el equipo vencedor debe compartir una visión clara para el futuro de la universidad, debe estar compuesto por personas que lideren de manera inclusiva fomentando la participación activa de todos los colectivos. Un liderazgo participativo que fortalezca la cohesión institucional y que sepa adaptarse, de manera flexible, a los nuevos retos del día a día. Del mismo modo, debe mostrar una capacidad de diálogo y de negociación para encontrar acuerdos entre los diferentes intereses de la comunidad universitaria. Un enfoque decidido para abordar la innovación educativa y tecnológica que busque la excelencia y la conexión con el tejido socioeconómico y cultural de su entorno, sin menoscabar la realidad internacional. Y, sobre todo, una sinceridad completa que no ofrezca vaivenes en la toma de decisiones. Porque el futuro de nuestra Universidad está en juego, porque entre todas y todos seleccionemos el mejor equipo para llevar adelante estos retos.