ALICANTE. La tecno-rumba es su “sello distintivo” y canciones como Kitt y los coches del pasado vuelven a situar a Ladilla Rusa sobre los escenarios en el marco de la ‘nueva’ normalidad que ha traído la covid-19. Sin ir más lejos, el Muelle de Levante del Puerto de Alicante, convertido en el espacio Noches Mediterráneas, trae esta noche al dúo formado por Víctor G. Clares y Tania Lozano para “montarse una fiesta”, según cuentan los artistas.
“Nuestro espíritu va a ser el mismo de siempre, vamos a darlo todo”, apuntan los Ladilla Rusa, pues para ellos el ambiente y la organización actual de los conciertos es “una oportunidad” que permite al público “fijarse en otros detalles, ya que las actuaciones están acompañadas de unos visuales que terminan de explicar las canciones y las muchas cosas que coñas que pasan desapercibidas”, desvelan como previa a la performance de esta noche.
Los Ladilla Rusa ya han desembarcado en varias ciudades de la costa española, como Barcelona o Murcia, con una “respuesta muy guay” por parte del público, que “es bastante fiestero, gente muy zumbada y con muchas ganas de jolgorio”, elemento esencial para disfrutar de la amplia variedad de temas y géneros que ofrece el grupo. Sin embargo, y según explican, el camino hasta este punto no ha sido fácil.
Tras varios meses con los focos apagados y “en un estado de incertidumbre total, no sabemos qué va a pasar”, apunta Tania Lozano con la vista puesta en el futuro del sector cultural y musical tras el Estado de Alarma, “es bastante inestable todo”. En este sentido, esta situación no les ha permitido parar, si no que, según explica su compañero Víctor. G. Clares, “optamos por escribir canciones y dedicarnos más a componer y trabajar de cara a un próximo disco”.
Al inicio de la cuarentena “estábamos un poquito desorientados, nos pilló de sorpresa”, explica su compañero Víctor G. Clares, un factor que afectó a la ralentización del sencillo que debía preceder a Macarrones Pop, lanzado el pasado mes de junio, ya que “su producción es mucho más compleja y al tener que grabar el videoclip se nos está aplazando, por lo que de cara al otoño la tendremos” y asegura también que “va a ser un bombazo”.
Será necesario esperar hasta los próximos meses para conocer el resto del repertorio en el que están trabajando actualmente. En cambio, sus temas más popularizados, como 'Macaulay Kulkin', 'Criando Malvas' o 'Bebo (de bar en peor)', entre otros, no dejan de sonar en discotecas, bares y radios, sirviendo la recuperación de géneros como la tecno-rumba, el electropop o el italo-disco “como una forma de reivindicación para volverlos a llevar a los escenarios porque durante un tiempo estuvieron muy ridiculizados y es una música fantástica”.
Y no solo esto, si no que sus ritmos y letras van más allá: “nuestras canciones, de alguna manera muy subliminal, dicen unas cuantas verdades y son al final muy costumbristas”, explica Clares. Ejemplo de ello es 'Princesas', 'Cerradas y Atrás', varios de los singles del dúo con una lectura que necesita más de una interpretación. “Las realidades cotidianas cuando las explicas con guasa y con un poco de mala leche, pues son una buena arma para retratar a la sociedad”, apunta.
Los Ladilla Rusa no dejan tampoco de lado sus raíces y su formación profesional como periodistas, quienes además de haber puesto en marcha el podcast ‘Café y Cigarros’, acompañados de Alba Rihe, tratan la actualidad desde un punto de vista crítico basado en el humor. Ejemplo de ello se plasma en Estado del Malestar, un sencillo que quizá deba ser ampliado tras las nuevas polémicas que acompañan a los hechos ya “desactualizados” en esta versión. “Deberíamos hacer una segunda parte, a lo mejor dedicada a los Borbones y si no dedicada a la corrupción en general, que ha habido muchos más casos y sería un muy buen momento, la verdad”, comentan.
Al mismo tiempo, muestran su opinión al respecto de los jaleos del Consistorio alicantino que en los últimos meses han copado los titulares de medios nacionales, como el ya conocido ‘Me aburro mucho’ o el reciente ‘Micromachismo del aire acondicionado’, a lo que han reaccionado a que “si hiciéramos canciones (sobre estas anécdotas del mundo de la política) a lo mejor hablaríamos de cosas más serias, apuntaríamos más arriba”.
Quizá esta forma de interpretar la realidad sea un ingrediente de la conquista de su público, algo que no entienden, pues según manifiesta Clares “no sé por qué la gente nos quiere tanto, pero la verdad es que somos muy naturales y siempre hemos de cara”. Es quizá en esta naturalidad y, más bien su espontaneidad y su “sentido del beber”, donde arraigue su éxito.
Este proyecto de dúo, del que ambos componentes afirman que jamás se imaginaron la repercusión popular que hoy contemplan “empezó sin pretensión ninguna” y el día a día, así como el afán del público, les permite estar “convencidos de su trabajo y profesionalizar” su recorrido.
Ladilla Rusa no deja de sorprender y para ellos todo viaje se convierte en una aventura repleta de situaciones anecdóticas como su breve estancia en Alicante, en la que Tania ha asegurado pagar 35 euros por “perder las llaves del parking del hotel” y encontrarlas esta tarde, mientras Víctor ha perdido, también, su cartera en el camino. “Somos un desastre”, aseguran entre risas y con un grito de guerra: “¡Arriba!”.