A los periodistas en general nos pone mucho, a veces muchísimo, las batallas internas de los partidos políticos. Yo mismamente intentaba analizar el pasado domingo las luchas que existen en Podemos para llegar a la conclusión de que uno de los problemas de la formación morada es que llevan rumbo de convertirse en un selecto club del sálvese quien pueda, es decir, colóquese quien pueda . La política es así de vulgar.
El PSOE alicantino ha vuelto a las andadas, unas andadas de las que nunca ha salido. Todo a propósito de elegir los compromisarios para el congreso federal que se celebrará el próximo mes de octubre en Valencia, donde se prevé, salvo imprevistos, un paseo triunfal de Pedro Sánchez. No ha habido acuerdo para conformar los nombres de la delegación alicantina que estará copada por los fieles a Ximo Puig (y a Ángel Franco, El Eterno) encabezada por la consellera de Sanidad Ana Barceló. La “contra”, encabezada por el ex alcalde de Elche Alejandro Soler arrojó la toalla en el último minuto acusando poco menos que de tongo a los otros. Soler, el mismo que tuvo la habilidad, o el oportunismo, de apoyar a Sánchez en los momentos más crudos, justo cuando Puig se alineaba con con Susana Díaz, 2017, en aquellas primarias que acabaron como el rosario de la aurora: con una suerte de golpe de estado (minúscula) contra Sánchez, que es quien las ganó.
Me interesa sobremanera que a ninguna de las facciones en liza para elegir compromisarios se le haya escuchado decir absolutamente nada sobre asuntos cruciales: modelo de partido; el tema hídrico (¿abrirá la boca la delegación del PSPV-PSOE para que se respete un poquito, o un muchito, el caudal Tajo-Segura?) ; la infrafinanciación de la Comunidad Valenciana; la España “plurinacional” por la que abogan muchos...salvo el trío calavera: Lambán, García-Page (“he pedido que ni el viento se lleve la bandera”, antológico) y Fernández Vara.
No. Lo que se dirime en la elección de compromisarios es una toma de posiciones para acumular cuotas de poder, como también se verá en el congreso regional (“nacional”) que se celebra en noviembre en Benidorm donde la ex edil socialista Sofía Morales, corajuda, ya ha avisado que le va a plantar cara a Franco. Doña Morales, con quien comparto tertulia en Radio Alicante, es un hueso duro de roer. Congreso regional: otro paseo triunfal para don Puig, salvo imprevistos. Y luego viene el congreso provincial en el que, visto lo visto, se puede armar la marimorena: ahí es donde Alejandro Soler, en compañía del acalde de Elda, Rubén Alfaro, y de otros, quiere dar el do de pecho, para sustituir al actual secretario general José Chulvi.
¿Poder para qué? Para mediar en la confección de las listas electorales de los 141 municipios de la provincia de Alicante. Tropocientos sueldos del erario, tropocientos asesores, tropocientos pequeños privilegios. Tropocientos de todo. “La política ha dejado de ser una distracción de la sociedad del espectáculo para convertirse en una rama del marketing”, bramaba el otro día Raúl del Pozo, protestando, y de qué modo, contra la mediocridad de la llamada clase política. Pura mercadotecnia.
Las guerritas de los compromisarios (donde sigo sin ver a Carlos Gonzalez o a Paco Sanguino, al que le remueven la silla por todos los lados) les interesa a ellos, y solo a ellos. No sé si Sanguino sigue siendo “independiente” o si milita; da igual, es el portavoz del Ayuntamiento de Alicante. Vicio endogámico que se arrastra prácticamente desde que se reinstauró la Democracia. Aún me acuerdo de la bofetada que le propinó Antonio Fernández Valenzuela a José Luis Lassaletta en el Colegio de Ferroviarios. Descansen en paz ambos.
El PP, más “búlgaro”, lo ha tenido hasta ahora mucho más fácil, digo hasta ahora porque en Madrid se ha revuelto el patio en un duelo nada soterrado entre Pablo Casado y la carismática Isabel Díaz Ayuso, que lo mismo la vemos un día presidenta del Gobierno de España, es un decir. Ayuso está poseída por la buena estrella. Seguro que alguien ya le está buscando ratas y cucarachas debajo de la alfombra.
Y al margen de las endogamias está la calle, valga la abstracción. Un “empresario” de San Vicente aprovechándose de una decena de senegaleses, en régimen de semi-esclavitud. Me repito: los extranjeros nos roban el trabajo. Vuelven las colas del hambre en los barrios pobres de Alicante. El “caso Malasaña” no puede eclipsar de ningún modo los delitos de odio homófobos que se suceden semana tras semana, por mucho que Grande-Marlaska se haya cubierto de gloria. Urge crear una escuela para papás y mamás homófobos, también otra escuela (optativa) para columnistas anticuados.
Seguimos teniendo el mismo paro juvenil que hace una década, más del 40%. Las universidades públicas de la Comunidad, con Amparo Navarro al frente, piden más financiación y que la misma se refleje en un incremento en los presupuestos de la Generalitat, pero no acaban de explicar del todo bien para qué. Si es para primar la excelencia investigadora y aumentar las ratios de empleabilidad, vale. Si no…
Compro manzanas amarillas en un hiper y se me pudren a los dos días. Intento localizar la estación (apeadero) del AVE de Matola, Elche, y casi enloquezco: ni una triste señal. ¡Viva el GPS!. ¿Tanto cuesta poner unas indicaciones en la desdoblada carretera Elche-Crevillent? Huelo el otoño como una estación decadente, bucólica. Se va a adelantar la cosecha de la oliva. Devoro películas de Sundance. También leo la revolución fiscal que propone Carlos Mazón para aliviar la presión fiscal de los salarios pobretones: a la toma de la Bastilla.