Revisando periódicos antiguos de papel, de letra impresa y grandes hojas, donde se ha escrito la historia de esta ciudad y se ha hecho eco de los grandes acontecimientos de España y del mundo, encuentro uno del diario Información de Alicante del 22 de noviembre de 1975. Narró la proclamación del Rey de España después de la dictadura franquista.
Además de relatar ese importante acontecimiento para nuestra historia contemporánea, encuentro en las páginas interiores de ese periódico una entrevista a la profesora del Rey, Aurora Gómez Delgado, con residencia en Alicante. Qué sorpresa. Fue noticia por lo mucho que podía contar, aunque ese día no lo reveló todo a los periodistas que le entrevistaron porque un historiador se había interesado por esa información por lo que les invitó a volver a su casa en otra ocasión después del encuentro que tenía previsto con el Rey en la Zarzuela posterior a su proclamación. Vivía en la plaza Estella de Alicante. Fue profesora del Príncipe Juan Carlos de las asignaturas de francés, literatura francesa y dibujo. Ahora se lo cuento.
La formación de un Rey es una tarea muy importante, no se puede dejar a la improvisación ni a la casualidad. Y entonces aún lo era más. Don Juan de Borbón vivía exiliado en Estoril como heredero de la Corona española por derechos dinásticos. Decidió que su hijo Juan Carlos de Borbón debía estudiar el bachillerato en España y se preparó todo para que así fuese. “Prevalecieron en todo momento las conveniencias políticas y la razón de Estado sobre los derechos humanos del niño que fue llevado de aquí para allá, como un Príncipe itinerante, sin ser consultado ni recibir explicaciones”, en palabras de Abel Hernández, autor del interesante libro titulado “Don Juan y Juanito”.
Hay una foto que siempre me ha llamado la atención. Se la cuento. Imagine un niño alto, rubio, bien parecido, envuelto en un enorme abrigo que le cubría de los hombros a debajo de sus rodillas, en una mañana gélida en una estación lisboeta. Tenía 10 años. Sólo, cerca de las vías, esperando un tren. Es una imagen que transmite una gran soledad. Don Juan le dijo unos días antes a Juanito, como entonces llamaba a su hijo, te vas a estudiar a España, y todo se preparó para eso, sin despedirse como era debido de sus amigos. Sin familiar que le acompañara. La sobriedad de esta instantánea dice mucho de las circunstancias que rodearon esta decisión. Le acompañarían personas designadas por su padre como tutores. El tren Lusitana Exprés llegó a la estación con mucho ruido y una gran humareda. Este llevaría al Príncipe Juan Carlos a un destino que le cambiaría la vida, aunque aún no lo sabía. Iniciaba así un viaje interminable de servicio a España.
Llegó a la estación de Villaverde, cerca de Madrid. Le recibieron importantes personajes de la aristocracia y la burguesía de entonces. Al Príncipe le sorprendió que a su coche le acompañara una larga fila de automóviles de monárquicos en señal de homenaje. Lo llevaron a la finca Las Jarillas, una gran casa de estilo andaluz situada a 17 kilómetros de Madrid en la carretera de Colmenar Viejo, cercana de El Pardo y al acuartelamiento militar de El Goloso. Todos los que iban a formar parte de ese nuevo centro de formación le esperaban en la puerta. Sólo fueron ocho los alumnos que iban a recibir allí sus estudios: Alonso Álvarez de Toledo, Carlos de Borbón-Dos Sicilias, Jaime Carvajal y Urquijo, Fernando Falcó, Agustín Carvajal Fernández de Córdoba, Alfredo Gómez Torres, Juan José Macaya y Jose Luís Leal Maldonado. Cuatro de familias aristocráticas y cuatro de la burguesía. El director fue José Garrido Casanova. A su vez, Heliodoro Ruiz Arias fue el profesor de educación física, entre otros profesores. Ambos tuvieron gran condescendencia con el Príncipe. Jaime Carvajal y Urquijo dijo de Don Juan Carlos que “era un chico normal, alegre, travieso, todo corazón, y excelente compañero”. El día lo iniciaban con una misa, después el izado de bandera, la formación, recreo, …. El Príncipe tenía audiencias oficiales con monárquicos que querían saber de él, aunque luego informaban al Jefe del Estado del contenido de su reunión.
Don Juan “creía importante que Juan Carlos se educara como español en el país que, un día, estaba destinado a reinar”, en palabras de Paul Preston en su libro “Juan Carlos I, el Rey de un pueblo”, una de las mejores biografías actualizadas escritas sobre el Rey emérito. En otoño de 1950 cambiaron de colegio. En esa ocasión Don Juan Carlos, acompañado de su hermano Alfonso, fueron al Palacio de Miramar en San Sebastián, la antigua residencia de verano de la Familia Real. El curso lo formaron 16 chicos divididos en grupos coincidentes con las edades de cada uno de los hermanos Borbón.
Aurora Gómez Delgado, su profesora de francés, recordó que “la parte del palacio que alojaba el colegio era muy bonita, pero también extremadamente fría. No había calefacción central, sino simplemente una estufa en cada uno de los tres pisos. El personal docente permanente residía con los chicos en Miramar. Jose Garrido Casanova fue una vez más el director del colegio. El severo padre Ignacio de Zulueta y Pereda de Vivanco enseñaba latín y religión, y organizaba también las salidas de fin de semana”. Así el Príncipe pudo conocer bien San Sebastián y muchos lugares de las Vascongadas (actual País Vasco y Navarra).
El horario del colegio era muy estricto. Se despertaban a las 7:30 h con toque de campanas, se levantaban y salían al jardín para la izada de bandera, después tenían misa, luego desayunaban y posteriormente comenzaban las clases de la mañana, al final de esta tenían recreo, luego la comida, reanudaban las clases a las cuatro de la tarde, recreo al final de esas, cena, y estudio. Al día siguiente igual y así sucesivamente.
En aquella época, Juan Carlos de Borbón se negó a estudiar inglés en señal de protesta contra el Reino Unido por mantener Gibraltar como colonia frontera con España, actitud amparada por sus tutores y seguida por el resto de sus compañeros de colegio. En una visita al Reino Unido, Don Juan y Don Juan Carlos visitaron a Isabel II, Monarca del Reino Unido. Realizaron parte de la conversación en inglés, por lo que el Príncipe no entendía nada. Posteriormente, Don Juan Carlos se dirigió a la Reina en francés. En 1978 el Rey Juan Carlos I contó esta anécdota en una entrevista para la revista alemana “Welt an Somtag” manifestando que estuvo muy avergonzado durante esa reunión y comprendió que “el patriotismo tiene que manifestarse en otras cosas y que estaba obligado a hablar en inglés por mucha rabia que le diera entonces”. Fue en Miramar cuando inició este aprendizaje. Mary Watt era el nombre de su profesora de inglés y de todos sus compañeros de colegio.
Como recoge Paul Preston en la biografía mencionada, Aurora Gómez Delgado notó la facilidad de Juan Carlos de aprender idiomas, la dificultad con las matemáticas que le daba Carlos Santamaría y su orientación a las humanidades, en concreto la historia y la literatura que le daba Juan Rodríguez Aranda, siendo lector de Juan Ramón Jiménez, Cervantes, Moliere, Descartes, Rousseau, … Destacó interés por la música clásica: Bach, Beethoven, …; la Zarzuela española; las rancheras mexicanas; y las canciones populares del momento. Disfrutaba con los deportes de la navegación a vela, montar a caballo, jugar al tenis, nadar, … Le gustaba la fotografía y jugar al ajedrez.
Su profesora de francés decía de Juan Carlos que era “un muchacho afable y extrovertido” y que “sabía perfectamente que estaba allí para aprender un oficio”, el de Rey. En aquella época ya empezaba a destacar el don de gentes que demostró después, así como su interés en hablar con todo el mundo. Manifestó que los cuatro años de Don Juan Carlos en Miramar fueron felices. En verano de 1954 el Príncipe Juan Carlos había terminado el bachillerato. Ingresaría después en las academias militares.
Su profesora de francés nos describe un perfil de Juan Carlos de Borbón como el de un niño más sabiendo el Príncipe y todos los que le rodeaban que no lo era. Mostró interés, cercanía, y una diplomacia impropia de su juventud, pero Don Juan ya le había dicho que era el representante de la Familia Real en España. Sus estudios y sus relaciones podían ser determinantes para un día reinar en España. Como así fue.
Juan Carlos I es uno de los españoles más populares de la historia reciente, sobre todo por sus logros, consiguiendo pasar de la dictadura a la democracia sin derramamiento de sangre desde la ley a través de la ley; renunció a sus poderes absolutos por decisión propia; nos salvó a todos los españoles del golpe de estado del 23 F; y fue el mejor embajador de España allí donde estuviera mientras fue Rey. Sin embargo, hace poco más de un año, el Gobierno de Sánchez, influenciado y presionado por Iglesias y sus secuaces, le invitaron a marcharse de España por sus presuntas irregularidades con Hacienda. No entenderé nunca por qué buena parte de la prensa se ensañó con Don Juan Carlos antes de tomar esa decisión, sin tener en cuenta su bagaje personal y de servicio con España. La tomó para no perjudicar a la Institución Monárquica, ni al reinado de su hijo, ni al excelente trabajo que está realizado el Rey Felipe VI.
Sin embargo, sin estar acusado, ni procesado, ni encausado de nada, el Rey emérito no vuelve a su país y desde el Gobierno parece que nunca parece apropiado que lo haga. Echo de menos a D. Juan Carlos en España, deseo que pronto vuelva a casa, aunque no resida en el Palacio de la Zarzuela. Patrimonio Nacional tiene muchos palacios donde puede hacerlo. La Reina Madre del Reino Unido residía en un Palacio distinto al de Buckingham donde vive y desde donde reina Isabel II y no porque este fuera pequeño, que no lo es, sino por separar Instituciones. Aquí en España podría ocurrir lo mismo, siempre que la seguridad lo permita. Que así sea.