Han transcurrido ocho meses desde la constitución de nuestros ayuntamientos tras las elecciones de mayo de 2023. Ocho meses de los cuarenta y ocho en total de los que disponen los nuevos gobiernos municipales para llevar a cabo todas esas medidas que se prometieron en campaña allá por la primavera del año pasado. Y la pregunta es: ¿vemos los cambios prometidos?
No me refiero tanto a municipios donde el alcalde repite mandato, en cuyo caso seguro que se prometieron novedades y, sobre todo, mejorar -si uno gobierna es obvio que el resultado es bueno, por lo que sólo se puede prometer ser mejor-, como a todas esas localidades donde hubo cambio de color político, donde la alternativa a las malas gestiones triunfó a través de promesas de cambios radicales. ¿Se ven de verdad tales cambios?
Porque lo importante no es ya si han pasado ocho meses, dado que la costumbre institucional es de poco más de tres, los consabidos cien días, para vislumbrar los cambios que se anunciaron. Eso nos deja allá por finales de septiembre… No, miren, el legislador, que tonto del todo no es, al menos el de tiempos pasados, ya previó las elecciones municipales el cuarto domingo de mayo de cada cuatro años con un propósito: que a los nuevos gobiernos locales les diera tiempo a llegar (junio), organizarse tranquilamente (julio y agosto), ponerse a trabajar (septiembre), presentar un presupuesto para el año siguiente (octubre), y aprobarlo en forma para que entre en vigor puntualmente el próximo 1 de enero (noviembre y diciembre). Y es que nada como llegar al encendido de tus primeras luces de Navidad como gobierno local y con los deberes hechos y tus compromisos encaminados.
Por eso, insisto: ¿qué tal su nuevo gobierno municipal? ¿ha cumplido? Sospecho que, salvo alguna extraña excepción, la respuesta es no. Rotundamente no.
En muchos lugares no se habrá aprobado aún, a finales de febrero que estamos, el presupuesto para este año. Es más: habrá concejales que todavía arquean una ceja cuando les mencionan eso del crédito disponible, suficiente y adecuado. En otros, por no decir en todos, quien hoy gobierna de nuevas prometió seguramente un plan de choque, esa manoseada fórmula que significa, básicamente, poner en cuatro meses medios y recursos para solucionar problemas enquistados de cuatro años. Y no sólo no se ha solucionado nada en cuatro meses, sino que en ocho la cosa está igual o peor. En la grandísima mayoría de programas electorales se refirió por el entonces candidato y hoy alcalde la necesidad de racionalizar, adelgazar, reducir… el gasto público local, sobre todo el de carácter político (sueldos, puestos de asesores, etc.). Hay quien lo ha denominado gráficamente eliminar chiringuitos, algo que suena muy bien ¿no?. Esos gobiernos cobran hoy más y no se han quitado ni un michelín, sino que han añadido incluso peso extra a las arcas municipales respectivas. Chequeen y verán.
En resumen: que parece que el cambio radical de esos municipios del cambio no ha sido tal. Ni planes de choque ni tan adelgazante como se decía que se iba a ser. Es más, seguramente ya les han anunciado a todos Uds. que, dadas las circunstancias que los que han llegado se han encontrado, pues van a tener que actualizarse (nunca les dirán subirse) algunos impuestos locales. La inflación, ya saben, eso que hace que aumente la recaudación pública pero que, curiosamente, provoca que haya necesariamente también que aumentar los impuestos: subida doble. Y lo más sorprendente es que esta noticia nos la dé justo alguien que decía saber tanto y tener tan claro cómo gestionar un ayuntamiento que con menos era capaz de hacer más. Tiren de hemeroteca de mayo de 2023 y se encontrarán la frase por doquier.
Ay, las herencias en los cajones…, qué gran relato y qué maravillosa excusa de los nuevos munícipes si fuera cierta. Porque si no supieran cuál era la situación anterior, ya me dirán por qué se ofrecían a remediarla. Y si eran los mejores gestores de lo público que podíamos elegir, pues explíquenme cómo puede ser que ocho meses después aún estemos a la luna de Valencia, si no peor, cuando desde el primero de enero todos los ayuntamientos, con presupuesto nuevo o con cuentas prorrogadas, tienen disponibles millones de euros con los que empezar a solventar problemas como prometieron.
Igual son Uds. vecinos de un municipio donde nada de lo anterior sucede. Afortunados son, se lo aseguro. Y desde la experiencia lo digo. Pero apostaría a que la mayoría son de los que votaron a quien no les ha cumplido ni una de lo que dijo. Pues una vez más: no es problema del elegido, sino de esa pérdida de memoria que nos sobreviene cada cuatro años. Pero no se preocupen. En 2027 nos volverá a pasar. En mayo, sin ir más lejos.