L'ALFÀS DEL PI. Nadie sabía de la existencia de la espía noruega Sonja Wigert, que salvó Suecia de los nazis, hasta que una película dirigida por Jens Jonsson en 2019 rescató del olvido a esta mujer. Y lo que tampoco se sabía es que sus últimos años los vivió en l'Alfàs del Pi, donde Javier Pérez construyó su casita en la urbanización Entre Naranjos, lindando con el chalé de Mona Ullvius. “Yo era una pitusina, a mi nadie me conoce a mi madre si, pon su nombre”. Y es en l'Alfàs, la tranquila localidad alicantina con la colonia noruega más importante del mundo, donde descansa en paz esta desconocida “Mata Hari” noruega sueca alfasina.
El Festival de Cine y Cortometrajes de l'Alfàs ha querido recuperar esta película, y con ella la figura de una mujer valiente y valiosa, nada corriente. Ayer el Cine Roma se quedaba pequeño. Antes de la proyección, para ofrecer una pincelada de Sonja Wigert, estaban Merete Ihlen Marandi, la hija de Mona Ullvius, el constructor Javier Pérez y el alcalde de l'Alfàs, Vicente Arques.
El largometraje de 110 minutos de tensión y suspense inspirados en hechos reales, narra la fascinante historia de Sonja Wigert, una reconocida actriz y cantante noruego-sueca de la década de los cuarenta, toda una diva de Estocolmo, aunque sin lugar a dudas, su papel más relevante lo interpretó en la vida real, durante la Segunda Guerra Mundial como partícipe de los servicios secretos para la resistencia. Una identidad reconocida por las autoridades sólo 20 años después de su muerte, seguramente por ello su nombre no nos dice nada y ha pasado desapercibido, como su tumba en el cementerio de l’Alfàs del Pi. La historia de una mujer que lo dio todo por cooperar frente a la invasión nazi pero que jamás fue reparada ni reconocida en vida.
Una producción dirigida por Jens Jonsson, interpretado el papel principal por una Ingrid Bolsø Berdal que lo borda. Un largometraje premiado con los Goya del país escandinavo en las categorías de mejor vestuario y maquillaje.
Nacida el 11 de noviembre de 1913 en Notodden, Sonja Wigert mostró muy pronto su pasión por la interpretación, debutando con sólo diez años sobre los escenarios. Su primer papel de importancia en la gran pantalla le llegó en 1934, tras ganar un concurso en el que se buscaba a la Greta Garbo (actriz nacida en Estocolmo en 1929 y ya por entonces una leyenda del cine) noruega.
Sonja Wigert era toda una estrella mediática en Suecia. Su amistad y colaboración con el director noruego Leif Sinding, reconocido miembro de la extrema derecha y simpatizante nazi, le llevo a aparecer en círculos alemanes donde llegó a encandilar a algunos miembros de las SS como Josef Terboven. La actriz fue reclutada entonces por la resistencia para aprovechar la simpatía que despertaba entre los alemanes para convertirse en una espía. Su principal objetivo era lograr la liberación de su padre que había sido llevado a un campo de concentración por defender unas ideas políticas consideradas como revolucionarias. Su vida se complicaría aún más cuando fueron los militares nazis los que le pidieron que se convirtiera en una espía que trabajase para ellos informándoles de los movimientos de la resistencia aliada en los países nórdicos. Sus dotes para interpretar le permitieron mantener un doble juego sin despertar suspicacias.
Tras varios años al servicio de los aliados, fue descubierta y los nazis se encargaron de finiquitar su carrera como actriz. Murió el 12 de abril de 1980 tras vivir sus últimos años en l’Alfàs del Pi, donde descansa en paz en el cementerio municipal.