La situación en el Viejo Continente se está agravando con la distante relación entre el Reino Unido y Europa Continental, tal y como explica el analista
MADRID. La publicación del IPC de Estados Unidos hace un par de semanas no fue más que el aperitivo para el anuncio del mismo dato macroeconómico en el resto de países de referencia. El pasado viernes conocíamos la referencia de España, que si bien fue mejor de lo esperado -al ofrecer un incremento del 5,4% en comparación con el 5,5%-, la verdad es que es un malísimo dato si lo comparamos con el 4% de hace un año.
El manifiesto problema energético se traslada a los componentes más dependientes del petróleo o el gas natural como es el transporte. Este problema, que aviva los problemas de suministro de cualquier bien que requiera de transporte y que junto con la escasez de transportistas, también origina en un incremento del salario de los conductores. De ahí que marcará la preocupación para las esperadas compras navideñas, no solo de los regalos sino de los alimentos más demandados durante las fiestas. Y este problema se agrava en Europa con la distante relación entre el Reino Unido y Europa Continental.
El Reino Unido y la Unión Europea (UE) volvieron a sentarse la semana pasada a la mesa de negociaciones en un intento por esquivar una guerra comercial que es casi inminente. Si bien Gran Bretaña abandonó oficialmente la UE en enero de 2020, varios acuerdos comerciales muy reñidos que se han firmado desde entonces han sido criticados por interrumpir el comercio. Específicamente, el Reino Unido siente que hay dificultades para implementar los controles requeridos en los productos que se mueven desde Gran Bretaña a Irlanda del Norte, que se encuentra al otro lado del Mar de Irlanda hacia el oeste.
Recordemos que el mes pasado, la Comisión Europea propuso adaptar ciertas partes del acuerdo comercial en un esfuerzo por facilitar la realización de estos controles. Sin embargo, los funcionarios de la UE se han quejado desde entonces de que el Gobierno del primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, no se muestra dispuesto a negociar y sus propuestas marcan "una diferencia significativa" con respecto al acuerdo comercial original.
De hecho, el ministro referente del Brexit en Reino Unido, David Frost, cree que todos los controles de mercancías que se trasladan desde Gran Bretaña a Irlanda del Norte deberían llegar a su destino. En cambio, se confiaría en las empresas para informar a las autoridades si los productos permanecerán en Irlanda del Norte o continuarán en la República de Irlanda, que es parte de la UE.
La Comisión Europea no quiere dejar la confianza en manos de las empresas debido a la preocupación de que los productos, que no cumplen con los estándares europeos, puedan terminar en el mercado único de la UE. Por si no teníamos suficiente, volveremos a tener el Brexit cruzado en la garganta durante las navidades.
Darío García es analista de XTB