VALÈNCIA. La situación del exministro José Luis Ábalos sigue pendiente de resolución. La dirección del PSOE transmitía este lunes su petición para que el diputado dejara el acta en el Congreso a raíz de las informaciones sobre el caso relativo a la presunta trama de corrupción en la compra de mascarillas en plena pandemia y el papel predominante que habría tenido uno de sus asesores más cercanos, Koldo García.
Más allá de la decisión final que tome el dirigente valenciano, el golpe recibido con la investigación y detención del que fuera su mano derecha en su etapa como ministro, le ha dejado en un callejón de compleja salida política. Tanto si abandona el Congreso como si decide resistir, el crédito del que llegó a ser secretario de Organización del PSOE parece agotado, al menos mientras Pedro Sánchez siga siendo presidente del Gobierno. Bien es cierto que en la política un día se puede estar arriba y otro abajo, pero la conjunción de factores señalan que, como mínimo, Ábalos deberá recluirse en los cuarteles de invierno una temporada.
La crisis atravesada por el exministro invita a hacer una reflexión sobre el futuro del PSPV, que se enfrenta a un congreso extraordinario el próximo mes de marzo en el que Diana Morant tomará el relevo del expresidente de la Generalitat Ximo Puig al frente de los socialistas valencianos. Durante décadas, distintas familias -así se conocen los grupos dentro de los partidos- han controlado y 'guerreado' en el seno del PSPV. De hecho, el propio Ábalos ha liderado durante prácticamente 30 años una corriente interna que disponía de una cuota de poder importante en València ciudad, donde alcanzó la secretaría general del partido en 1995. Desde entonces, el 'abalismo' ha formado parte de la historia del partido en el Cap i Casal, haciendo valer su peso en los distintos procesos orgánicos con mayor o menor influencia, si bien desde que Sánchez prescindió de Ábalos de forma abrupta tanto en el Gobierno de España como en el PSOE en julio de 2021, este grupo ha ido perdiendo fuelle.
Si bien dirigentes como el alcalde de Almussafes, Toni González, han tratado de relanzar el grupo en los últimos meses especialmente de cara al congreso de sucesión de Puig, el nuevo tropiezo de su máximo referente deja al bloque pendiente de una reformulación.
Ocurre algo similar con otras familias del PSPV que dependen de líderes históricos cuya influencia ha ido decreciendo en los últimos años. El otrora poderoso 'lermismo', grupo del expresidente de la Generalitat, Joan Lerma, que contaba por ejemplo con un importante apoyo de FSP-UGT, ha sufrido una evolución y renovación con el tiempo que ha desvirtuado esa familia como bloque, especialmente tras la salida de Ignasi Pla como secretario general. Es decir, quedan pocos 'pata negra' de esta corriente y, desde hace tiempo, no funciona de una manera compacta.
De la misma manera, su rival histórico durante años, Ciprià Císcar, lideró un grupo potente -el 'ciscarismo- que con el tiempo se ha reducido a un bloque mucho más pequeño que tiene su radio de acción en l'Horta Sud. Por su parte, no parecen buenos tiempos para la corriente oficial Izquierda Socialista, en su día con referentes en el PSPV como Manolo Mata, Vicent Garcés o Andrés Perelló, ahora fuera de la primera línea, y arrastrando este tiempo problemas internos.
Mejor resiste la plataforma Socialistas 3.0 liderada por el exdiputado provincial Bartolomé Nofuentes, que goza de presencia en l'Horta Sud y en algunas comarcas del interior. Aunque no tan conocido como otros dirigentes históricos, el concejal de Quart de Poblet ha conseguido mantener un grupo con el que jugar sus cartas en los distintos procesos orgánicos.
Tal y como informó este diario, el último jefe del Consell socialista, Ximo Puig, tampoco terminó de solidificar una familia propia en el PSPV. Bien es cierto que sus seguidores o al menos parte de ellos, el denominado 'ximismo', sí actuó unido mientras ostentó la Presidencia de la Generalitat, pero su relación distante con las cuestiones orgánicas han conllevado que, tras anunciar que dejaba el liderazgo de los socialistas valencianos, no parece que sus afines vayan a mantener una unidad de acción o, al menos, no se dará bajo su mando.
Precisamente la heredera de Puig en el cargo, Diana Morant, tampoco dispone de una familia política propia de momento, más allá de la lealtad de la siempre potente agrupación de Gandia, anteriormente muy cercana a Puig. La evolución del 'ximismo' al 'dianismo' es un hecho, aunque siguen siendo núcleos de otras familias del PSPV que han apoyado la candidatura de la ministra.
El caso es más claro es el de los denominados 'pelayos': nombre que procede de la sede de Joves Socialistes situada en la calle con ese nombre. Esa generación ocupa ahora posiciones relevantes en el PSPV: es el caso de José Muñoz, portavoz y secretario de Organización del partido; Sandra Gómez, líder del partido en la capital; Samuel Falomir, secretario general provincial de Castellón o Tania Baños, secretaria de Acción Electoral del PSPV, entre otros.
Paralelamente, otra familia del partido que ha crecido en los últimos tiempos es la vinculada al alcalde de Mislata y secretario general provincial de Valencia, Carlos Fernández Bielsa. Paralela a los 'pelayos' (aliados en alguna ocasión y rivales en otras muchas) y en algunos casos heredera del 'alartismo' -restos del líderazgo de Jorge Alarte, secretario general entre 2008 y 2012-, han intentado en esta ocasión el asalto al liderazgo del PSPV pero, finalmente, decidieron dar un paso atrás ante el apoyo de Pedro Sánchez a Morant y las dudas respecto a si dispondrían los números para el desafío. Aunque tienen alcaldes potentes, está por ver si su familia política permanecerá sólida ante el nuevo liderazgo de Morant.
En este proceso también se ha podido calibrar en Alicante la presencia y en cierto modo consolidación de los fieles de Alejandro Soler, líder provincial, quien también optó a la secretaría general del PSPV, si bien se retiró y dejó paso a Morant ante la orden de Ferraz. Este grupo, poderoso, también vio las orejas al lobo frente a la posibilidad de enfrentarse a la ministra en unas primarias entre la militancia, especialmente cuando uno de sus aliados era precisamente Ábalos, pero tiene mayor consistencia frente los sectores que en su día apoyaban a Puig (restos del 'pajinismo' -Leire Pajín- y otros grupos comarcales).
Eso sí, en Alicante ciudad sigue siendo fuerte la familia política del histórico Ángel Franco, quien capitanea un grupo relevante que algunos califican coloquialmente como 'los del abuelo', una corriente que se cifra en varios centenares de militantes con la que puede controlarse buena parte de la capital de la provincia. A sus 78 años, el exsenador ha mantenido una unidad de bloque que otros de sus veteranos compañeros no han logrado.