MADRID. El agua es un recurso preciado. Garantizar que tenemos suficiente agua para una población mundial creciente en una época de cambio climático es uno de los retos más importantes de nuestro tiempo. Pero, en nuestra opinión, es imposible hablar del agua sin hablar también de los alimentos. La agricultura utiliza el 65% del agua dulce del mundo, pero casi la mitad se desperdicia actualmente. Conseguir que nuestros sistemas alimentarios y de agua sean sostenibles requiere un enfoque holístico.
La creciente población mundial también ejerce presión sobre el sistema alimentario. El riego es una forma de solucionarlo: el rendimiento agrícola se duplica cuando se utiliza el riego, en lugar de depender de las lluvias. No obstante, el reto es garantizar que se haga de forma eficiente para que no se desperdicie el agua. Aquí es donde la tecnología tiene un papel crucial. Es necesario invertir más en sistemas de riego y drenaje. No basta con construir estos sistemas, sino que hay que asegurarse de que se mantienen adecuadamente para que funcionen de forma eficiente.
Por otra parte, la inversión en plantas desalinizadoras también es fundamental, dado el limitado suministro de agua dulce en muchas regiones del mundo. También hay tecnologías más avanzadas; por ejemplo, se pueden utilizar sensores de humedad del suelo para comprobar exactamente cuánta agua se necesita, y cuándo, para los cultivos.
En todo el sistema de gestión del agua se espera que la demanda aumente sustancialmente. Reciclar el 45% del agua que actualmente se desperdicia ayudará a que el sistema mundial de alimentos y agua sea más sostenible.
Y no es sólo el agua lo que se desperdicia. El despilfarro de alimentos es un problema enorme y, por supuesto, cuando se desperdicia comida, también se desperdicia el agua que se utilizó en su producción. Alrededor del 44% de las cosechas se pierden antes de llegar al consumidor. Una vez más, la tecnología es un factor crucial para reducir ese desperdicio.
Utilizar el agua de forma más eficiente es, sin duda, parte de la respuesta para que nuestro sistema hídrico sea más sostenible. También hay formas de utilizar menos agua en la agricultura, y esto puede lograrse mediante cambios en la dieta. Los consumidores, más que los productores de alimentos, pueden ser la fuerza impulsora en este caso.
Cada vez se reconoce más que la ganadería -especialmente la de vacuno- es extremadamente intensiva en recursos por la cantidad de tierra que requiere. El ganado vacuno también es responsable de una gran cantidad de emisiones de gases nocivos de la industria alimentaria. Pero la producción de carne de vacuno consume además una cantidad de agua dulce muy superior a la de otras fuentes de proteínas, como las legumbres. Esto se puede observar en las barras verdes del siguiente gráfico.
Una vez más, esto demuestra que el problema del uso del agua no puede considerarse de forma aislada, sino que debe abordarse junto con el de la alimentación. Ambos sistemas deben ser más sostenibles a medida que crece la demanda.
Felix Odey es analista global de energías renovables de Schroders