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La última entrevista de Gastón Castelló

24/09/2023 - 

ALICANTE. A mediados de los ochenta, entrevisté a Gastón Castelló a quien tuve el privilegio de conocer unos años antes por medio de nuestro común amigo el pintor Lorenzo Ajo Sáez, que fue su colaborador habitual como mosaiquista. La entrevista se publicó en TRACA, una guía cultural y de espectáculos de la provincia de Alicante que, lamentablemente, tan solo permaneció unos meses en los quioscos al no gozar de la difusión esperada. Probablemente, fue su última entrevista ya que falleció al año siguiente (no tengo conocimiento de ninguna posterior).

Hace poco la revisé y decidí recuperarla para Alicante Plaza al considerar que debía de ser desconocida para la mayoría de sus lectores. El encuentro tuvo lugar en su estudio ubicado en un ático de la actual calle del pintor José Gutiérrez "Petén" que se encontraba justo enfrente de la lonja y que en los noventa se reconvirtió en un aparcamiento público.

Transcribo el texto original con la salvedad de que he eliminado algún pasaje sin interés actual. Asimismo, he realizado puntuales correcciones de erratas y he incorporado un par de notas aclaratorias.

Entrevista a Gastón Castelló

Apenas se entra al estudio puede contemplarse una espléndida vista de Alicante con el Castillo de Santa Bárbara al fondo. “Espero que no me fastidien. Los edificios no pueden pasar de una determinada altura, y esta calle no es muy ancha” —me aclara Gastón, no sin cierta inquietud, mientras deja el pincel y se vuelve a dar una ojeada al boceto de un mosaico que sus ayudantes, Otilio y Manolo Requena, están ultimando.

A sus 83 años, Gastón Castello conserva una lucidez y jovialidad que para sí muchos la quisieran. Sin embargo, su salud, que siempre fue excelente, se ha resentido en los últimos tiempos. Afortunadamente, ahora parece encontrarse bastante repuesto y desde hace ya varios meses lleva una vida normal pintando casi diariamente.

Rafael Andarias. El pasado octubre participaste en una exposición colectiva en la galería Xaloc. Me llamó especialmente la atención tu obra: Esperpento de otoño de un aire surrealista. Es un estilo que has cultivado poco.

Gastón Castelló. Suelo hacerlo de vez en cuando, pero no es un estilo propiamente dicho. Es una especie de evasión, lo hago casi divirtiéndome. Cuanto más “disfrazado” más me gusta.

R.A. Tú eres un artista esencialmente figurativo: temas costumbristas, paisaje, figura…

G.C. Sí, pero la figura humana es lo que más me interesa. El paisaje lo uso como fondo. Es un punto de vista muy personal.

R.A. ¿Pintura realista?

G.C. No totalmente. La figura no se ajusta siempre a la realidad, intento ir a la esencia. ¡Mira! —señala un cuadro que tiene colgado en el salón—, ahí tienes una mujer que está hecha con modelo, pero no es realista, está como poetizada.

R.A. Además de la pintura siempre has tenido una gran inclinación hacia el mosaico.

G.C. Sí, es verdad. El mosaico es un arte que he cultivado mucho. El más grande que he hecho está en Madrid, en el edificio del desaparecido diario Pueblo, tiene 15 x 15 m y se llama El muro del trabajo. Aquí en Alicante, también hice el del aeropuerto que es un canto de exaltación a la provincia. Aunque, tal vez, el mejor que tenga sea el de la Mutua Unión Patronal. Pero a mí siempre me han gustado los murales exteriores, como el que hice en Bañeres por encargo del Ayuntamiento.

R.A. La técnica del mosaico no es demasiado popular actualmente, está bastante abandonada por los artistas plásticos. ¿Cómo lo trabajas?

G.C. Lo hago tipo romano, usando piedra natural, que aquí tenemos una cantidad tremenda y muy buena, como el negro belga que casi no se encuentra. En el mosaico hay que suprimir la realidad, hay que irse a planos porque es más bonito y porque no se puede hacer de otra forma.

R.A. Gastón, siempre me ha dado la sensación de que has estado muy encerrado en tu Alicante.

G.C. No del todo. He expuesto muchas veces fuera. Tengo obra en casi toda Europa: Francia, Suiza, Suecia… Pero el ser eminentemente muralista es un hándicap para la promoción de mi obra. No se puede ir haciendo exposiciones de mosaicos por ahí.

R.A. ¿No crees que hace falta en Alicante una academia de bellas artes?

G.C. Sí, por supuesto. Pero hace falta, sobre todo, algo que hubo hace muchos años: el Círculo de Bellas Artes. Ahora los artistas están desperdigados por ahí, no tienen donde reunirse (…). Antes, también existía el Ateneo que tenía una labor cultural fantástica. Por aquí pasó gente muy importante. Estuvo García Lorca recitando.

R.A. Sobre él te iba a preguntar. Tú lo llegaste a conocer, ¿cómo era?

G.C. Era un hombre muy gracioso. Hablaba siempre en broma. Me acuerdo que aquí vino con el grupo La Barraca y dio dos recitales en el Teatro Principal. Yo fui con él repartiendo entradas por el puerto. Antes atracaban barcas de pesca en la Explanada —me aclara—. Nos acercábamos a los pescadores y él les decía: “¿Vais al teatro?”. “No, no entendemos”, le contestaban. “Usted vaya que sí que entiende. Tome esta entrada y vaya, que lo entenderá. Yo se lo explicaré”, respondía él. En efecto, él explicaba a la gente —gente popular, no cultivada— y lo entendían perfectamente. Hizo teatro clásico: Lope, Calderón, Cervantes… Unas cosas de maravilla.

R.A. También conociste a Miguel Hernández.

G.C. Sí, en plena Guerra Civil. Iba todo pelao, venía del frente. Vino a Alicante a dar una conferencia en el Ateneo. Asistió a una obra de teatro, La farsa de los Reyes Magos de Alberti, que se representaba en el Principal. Yo hice el decorado y además actuaba en ella. Luego, al acabar, lo acompañé al Ateneo.

R.A. En este momento me viene a la memoria Sorolla. ¿Sabes que está anunciada próximamente en Alicante una exposición antológica suya? [Se trataba de Los Sorolla de La Habana].

G.C. No, no lo sabía. Te contaré una anécdota. Cuando tenía unos quince años, yo por entonces ya pintaba, fui con un amigo a verlo pintar a la Granja del Carmen, donde está ahora El Palmeral. Estaba en una especie de caseta y cuando nos vio ¡corrió las cortinas!  [El Palmeral de Elche (1918) —uno de los catorce paneles que le encargó The Hispanic Society of America— no lo pudo pintar en Elche porque la pandemia de gripe se había cebado en la ciudad con el consiguiente riesgo de contagio que acarreaba desplazarse allí. Por ello, le ofertaron en su lugar El Palmeral de Alicante —paraje similar aunque de menores dimensiones— y Sorolla aceptó].

R.A. Por último, Gastón, ¿qué piensas de la vida desde tus 83 años?

G.C. Creo que hay que saberla vivir. Yo he hecho lo que he podido. He viajado mucho: Tailandia, Egipto, México, casi toda Europa. He conocido a mucha gente…

R.A. Gracias Gastón.

Durante la entrevista estuvo presente nuestro amigo el músico Juan Miguel Asensi con su inseparable guitarra, quien antes de marcharnos y a petición de Gastón —“Hazme un regalo Juanmi”— nos obsequió con un minirecital. Al acabar, Gastón nos tentó con una apetitosa sugerencia:

—¿Os gusta la olleta?

—Sí —respondimos al unísono.

—Mañana os espero a comer.

—Hecho, pero nosotros ponemos el vino —le dije.

—Hasta mañana, no faltéis.

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