alicantinismo / OPINIÓN

La sentencia covid de Torrellas del 1304: fronteras ¿antiguas?

26/01/2021 - 

¿Covid en 1304?, ¿no será la peste?...ahora mismo me explico queridos lectores. Dejadme, no obstante, que primero me presente.

Mi nombre es Antonio Adsuar y soy licenciado en Historia y doctor en Filosofía Política. Trabajo como profesor de secundaria en el IES Lloixa de Sant Joan y soy fundador del proyecto-blog www.alicantinismo.com

Pero volvamos al tema: ¿Covid en la edad media? No, la respuesta nos asalta evidente. Sin embargo, este virus oscilante y contumaz sí ha provocado la reactivación de algunas realidades medievales, largamente olvidadas pero aún latentes.

Me explico: nuestra provincia de Alicante siempre ha sido tierra de frontera. En su expansión contra el islam en el siglo XIII las comarcas alicantinas fueron codiciadas tanto por la Corona de Castilla como por la Corona de Aragón.

En 1244, el tratado de Almizra dividió la actual provincia de Alicante en dos: al norte de la línea imaginaria Biar-Busot el territorio quedó para la Corona de Aragón, perteneciendo Reino de Valencia, y al sur para la Corona de Castilla, formando parte del Reino de Murcia.

Nos obstante, esta no es la raya medieval que ha activado la Covid 19. Jaime II, nieto de Jaime I, no se conformó con lo pactado en Almizra y en 1296, aprovechando la enésima guerra civil castellana, invadió todo el reino de Murcia y lo incorporó a la Corona de Aragón.

Pero esta anexión plena no duró demasiado. Castilla, irredenta, no aceptó perder el territorio murciano. Las dos Coronas no querían entrar de nuevo en guerra por lo que pidieron al rey de Portugal Dionís  que mediara en su disputa.

Este soberano halló una solución: partió en dos el reino de Murcia (Sentencia arbitral de Torrellas de 1304), quedando la parte al norte de este reino, que comprendía Orihuela, Elche y Alicante, para la Corona de Aragón y la zona al sur de Murcia, incluida Cartagena, para Castilla.

Así el antiguo Reino de Murcia, conectado con una lógica geográfica por la vega del Segura, quedó separado.

Esta frontera nueva permaneció como un punto conflictivo del mapa aunque poco a poco con la unificación dinástica llevada a cabo a partir del matrimonio de los Reyes Católicos en 1469 las tensiones se fueron relajando.

Quedó la raya divisoria, con su invisible muro de Berlín, desdibujada, fósil. Pasaron los años y la aparición del Reino de España calmó aún más antiguas suspicacias.

Con la llegada de las autonomías, que nacieron gracias a la Constitución de 1978, el sur de la provincia de Alicante y el noreste de la provincia de Murcia quedaban en dos Comunidades Autónomas diferentes.

Evidentemente, esto no impedía el tránsito a uno y otro lado de la raya. Hasta que, súbitamente, este virus candente reactivó aquellas fronteras medievales olvidadas.

Las crisis, las emergencias, los peligros, hacen que los territorios se cierren para protegerse, es necesario. No podemos ir a Murcia, donde yo estudié, donde tengo tantos amigos, pero sí se puede viajar hasta Vinaroz.

Paradojas postmodernas necesarias, puro pasado medieval hecho presente, decisiones políticas que, 700 años después, aún tienen consecuencias.

Voy concluyendo: con este artículo quiero mostrar con un ejemplo histórico con repercusiones actuales cuán importante es la idea de frontera para entender la terreta alicantina. Somos, como dijeron los intelectuales José Vicente Mateo y Ernesto Contreras, pura tierra de frontera.

Y así hemos de comprendernos amigos: desde la complejidad, desde la paradoja, desde nuestro carácter plural y múltiple y por ello abierto e interesante.

Este virus tan maldito y contradictorio ha venido a recordarnos un “pasado-presente” muy actual: vivimos asentados sobre fronteras vetustas pero, al mismo tiempo, perseverantemente efectivas.

Cuidaos amigos lectores. Nos leemos.

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