En casi todos los mentideros periodísticos no hay otro morbo que hacer quinielas sobre quién va a ganar en la Generalitat Valenciana o en los principales ayuntamientos. Yo personalmente estoy muy escéptico con casi todo: no digamos ya con las promesas electorales que casi siempre suelen ser asuntos incumplidos que se arrastran desde hace años, quinquenios incluso. Se atisba, según las encuestas, que la cosa está muy reñida para conformar el próximo Gobierno de la Generalitat: todo va a depender de si el candidato del PP Carlos Mazón suma en Les Corts mayoría con la ultra-derecha (absorbida buena parte del voto de Cs) y descartadas como están las mayorías absolutas. Y viceversa: está por ver si Ximo Puig reeditará el Botánic para lo cual necesita que se estabilice el voto de Compromís y que Unidas/Podemos acceda al parlamento autonómico superando la barrera del 5%. Nada nuevo bajo el sol. El cotarro se centra en Yolanda Díaz, "La Deseada", que va a apoyar oficialmente al candidato de U/P Héctor Illueca, pero que también va a hacerle un guiño al alcalde de Valéncia, Joan Ribó, en un acto convocado por la comisión cívica contraria a la macro-ampliación del Puerto del cap i casal. Hay quien piensa que la impulsora de SUMAR juega a dos barajas, su corazón está con Compromís, su sentido de la racionalidad está con la coalición que le ha posibilitado ser vice-presidenta del Gobierno. Como de Podemos pero amo a otros partidos a la izquierda del PSOE.
Mientras, el pleno del Consell aprueba la intervención en el precio del agua desalada de Torrevieja, 10 céntimos, tras cien anuncios al respecto. Y Pedro Sánchez asegura una burrada inversora (542 millones) para paliar el déficit hídrico de la provincia de Alicante.....obviando la merma del travase Tajo-Segura y los permanentes vaivenes en las transferencias del Júcar para el Vinalopó y L'Alacantí. Mazón insiste hasta la saciedad en la bajada de impuestos (el tramo autonómico), en adelgazar las administraciones públicas suprimiendo incluso consellerias, asesores, y todo tipo de enchufados: eso pregonaba Cs, Albert Rivera, en sus tiempos primigenios, abogando incluso por suprimir las diputaciones provinciales... para hacer luego todo lo contrario. Ahí está la génesis, el punto cero, de la muerte de la formación naranja que sacrificó la meritocracia para abrir las puertas a una legión de arribistas y mediocres en pro de un crecimiento exponencial para luego pasar de la noche a la mañana a la nada (10 diputados en el Congreso). Un detalle que se le escapó el otro día a Fran Hervías en la extensa y suculenta entrevista que publicó este mismo periódico. Hervías, el Arribista Mayor del Reino, también del Antiguo Reyno de Valencia.
Hay propuestas bizarras: Joan Baldoví, candidato de Compromís a la Presidencia de la Generalitat, promete crear una amplia red pública de academias para formar a opositores y que todos tengan así igualdad de oportunidades, asunto que ha tenido que sentar como una bomba en el sector privado. También aboga por limitar a los extranjeros la compra de una segunda vivienda, en un periodo de tres años, no se sabe muy bien con qué objetivos (al PSPV-PSOE se le ha puesto cara de póker): hay mecanismos infinitos para frenar esta segunda ola de "ladrillazo especulativo" que estamos padeciendo. Para eso se redactó el PATIVEL, para preservar lo poco que queda de verde en la franja litoral de la Comunidad. Nada dice Compromís, ni el Botánic en general, de la reversión del llamado "modelo Cotino" para corregir el sistema de gestión mixta de las residencia de ancianos: todo está prácticamente como estaba después de ocho años y del firme compromiso de Mónica Oltra (¿alguien se acuerda de ella?) en 2015 de cortar de cuajo los "infra-geriátricos".
Y un tema tabú: nadie concreta, con pelos y señales, qué parte del Presupuesto de la Generalitat hay que destinar para contratar más médicos especialistas con el fin que no quiebre el sistema público. Es decir: ¿Qué costaría acoger en condiciones dignas, ojo, a los profesionales que acaban la residencia (los MIR)? Una millonada necesaria si de verdad existe alguna voluntad política de dignificar la sanidad pública y frenar en seco las listas de espera. Y aún se quejan algunos de que la privada está haciendo su agosto (en buena medida por las derivaciones que se hacen desde los hospitales públicos, más que con el PP me apuntan por ahí). Nada: aquí lo cuenta es subvencionar todo lo subvencionable (transporte público, bonos-comercio, bonos-alquiler....) sin adentrarse en las raíces estructurales de los problemas y, caso del transporte, sin ningún tipo de discriminación en función de la renta de los beneficiarios.
Por todo lo escrito me he transmutado en un escéptico redomado. Y a la machacona pregunta de quién va a ganar las elecciones respondo con las preocupaciones reales de la gente corriente y moliente: paro y empleo digno, sanidad pública eficiente, y acceso a la vivienda. ¿Y cómo va a reaccionar el 28-M esa legión que conforman la clase media raspada y la clase trabajadora? No lo sé. Todo está cogido con pinzas. Solo se "libra" la derecha populista, Vox, que parece que se mantiene en las encuestas: con vender "patria", el peligro de la "sustitución étnica", y la "dictadura de la ideología de género" les es suficiente. Y la negación recalcitrante de la necesidad de establecer en las ciudades de más de 50.000 habitantes zonas de bajas emisiones, según directriz de la UE. Si ganara Luis Barcala en Alicante y Mazón en la Generalitat tendrían que torear con un morlaco desbocado; no les arriendo la ganancia.