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en la frontera / OPINIÓN

La reina de las izquierdas y los votos sucios

6/02/2022 - 

El esperpento de la aprobación de la reforma laboral gracias al error de voto del diputado del PP Alberto Casero ha provocado un lío nacional de dimensiones épicas y ha puesto en evidencia la política de mercadillo barato por la que transitamos (transitan) en España. Nadie, absolutamente nadie, puede estar satisfecho de esta bufonada que tiene una trastienda fundamental: el empecinamiento de la vicepresidenta del Gobierno Yolanda Díaz en recabar los apoyos de los partidos secesionistas, ER y Bildu, para una causa en la que quería sacar tajada política con el fin de coronarse como reina de las izquierdas ibéricas y consolidar su proto-idea de suplir a Podemos por una nueva plataforma política: así lo esbozó el pasado mes de noviembre en el teatro Olympia de Valencia en compañía de Mónica Oltra, Mónica García (Más Madrid), Ada Colau y una señora con pañuelo islámico que ya no ha vuelto a salir en la foto.

Le faltaba a Díaz el apoyo de los de Gabriel Rufián y de los de Arnaldo Otegui, entre otros, para esa ceremonia de coronación, la archiduquesa de las izquierdas, salpicada de un absoluto desprecio hacia los necesarios votos de Cs (nadie atisbaba el cambio de paso de los dos diputados navarros de UPN, Sergio Sayas y Carlos García Adanero). Votos sucios los de Inés Arrimadas al entender de la señora Yolanda: poscomunista de tronío que se pasa por el arco de triunfo la vocación internacionalista de su partido, el PCE, y la profunda renovación que iniciaron los eurocomunistas de Berlinguer, también Carrillo, para acoplarse a las democracias liberales. No sé yo en que comunismos transita doña Díaz. Si que sé, como se ha destacado en la práctica totalidad del análisis político, que la vicepresidenta ha enseñado la patita de una hiperbolizada ambición y de una empanada mental de aquí no te menees. Si el apoyo de la patronal CEOE a la reforma laboral es lícito, ¿por qué deslegitimar los votos de un partido democrático como es Cs? La CEOE: el Ibex 35 y el capitalismo depredador.

Cs: la derecha del no pasarán. Ya ven. ¿Sabrá Díaz que en Alemania cohabitan en el Gobierno liberales y verdes? A estas alturas del partido yo ya no sé ni si lee la prensa.

La bajada de pantalones, o de faldas, ante Rufián ha sido tan desmedida, tan patética, que pone en evidencia el espasmo que en estos momentos pueden sentir miles de españoles, incluidos votantes de Podemos, ante una estrategia que se mire por donde se mire no tiene ni pies ni cabeza, más aún cuando ER ya había dejado claro, aunque fuera con la boca pequeña, que el desencuentro de la reforma laboral no iba a ser motivo para romper el pacto de investidura. La vicepresidenta del Gobierno está a punto de caramelo de “morir de éxito”, como rezaba el otro día el titular de una crónica de El País, en ese intento casi desesperado de ser la diva archifotogénica de todo lo que se mueva a la izquierda del PSOE, o incluso en aguas del PSOE, invocando no se que sentimiento o sentido de la transversalidad. Ella sabrá.

Los unos, los otros, y los de más allá, es decir todos, han contribuido con ganas a este vodevil cutre y tóxico que aminora la democracia y la reduce a un mero juego de intereses cortoplascistas. Fátima Báñez, la ejecutora de la reforma laboral de 2012, la de Rajoy, ya matizó hace semanas que la diferencia de aquella y la actual era de meros matices. Bien es cierto que Báñez es presidenta de la Fundación CEOE. Es igual: tanto ella, como exministra de Empleo y Seguridad Social, como la propia patronal han avalado junto con los sindicatos el nuevo texto que fortalece la contratación indefinida y penaliza, de aquella manera, los contratos por obra. No he escuchado ni leído ningún argumento contundente del PP que justifique su oposición a la nueva ley. Contundente. Ni a Pablo Casado, ni a ese archigenio del tactismo político y de la fontanería cloaquera que es Teodoro García Egea. Si los incomprensibles malabarismos de Yolanda Díaz son de pecado mortal, el noismo del PP a todo/todísmo roza también el pecado mortal, no porque lo diga el PSOE o Adriana Lastra, la teodora de Pedro Sánchez. Es porque lo dice la lógica y el propio sentido del bien común para el conjunto de los ciudadanos, a cuyo servicio están los políticos: jamás de los jamases al revés. Cómo estará el patio que hasta el propio José María Aznar lo ha tenido que advertir para mayor espanto de toda la hinchada de Casado; y de Teodoro. En fin: qué caro se ha puesto todo.

CODA: Daniel Sirera, ex presidente del PP catalán, es el nuevo jefe de gabinete de Carlos Mazón como presidente del PP regional y candidato a la Presidencia de la Generalitat. Sirera ha combatido con valentía el apartheid que sufren los no-nacionalistas en organismos como el consejo audiovisual catalán, al que ha pertenecido. Le precede una fama de hábil estratega. Con este nombramiento es previsible que el PPCV centre buena parte de su campaña electoral en equiparar la situación lingüística, y política, de la Comunidad Valenciana con Cataluña, asunto que ya está instalado de pleno en el discurso oficial desde hace muchos años. Vamos a ser un apéndice de los países catalanes, más o menos. No sé si es el momento de discursos histriónicos. Histrionismo, antesala de histerismo.

Para eso ya está el partido de las tres letras.

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