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La plaza que pudo ser y no fue 

29/07/2024 - 

Todo pueblo o ciudad que se precie tiene una gran plaza como lugar de encuentro o de reunión donde se realizan los acontecimientos más importantes. Unos, por falta de espacio, lo tienen delante de la iglesia donde antaño pasaba todo.

Con el cambio de los usos y costumbres se optó por abrir grandes espacios delante de donde se ostentaba el poder. Este es el caso de Alicante, con la plaza de su Ayuntamiento. La principal, porque tiene dos. La trasera, no desmerece, coqueta y tranquila.

Por la plaza de su fachada principal pasaba – y pasa – de todo. Con la exaltación y el júbilo de la gente durante momentos clave de la historia de Alicante como cuando el Rey Alfonso XIII visitó el Consistorio en una de sus visitas a la ciudad. Cuando una multitud emocionada levantó en hombros a Lassaleta como vencedor en las primeras elecciones municipales libres después de una larga dictadura. O cuando durante la cremá arde la hoguera oficial antesala de las Hogueras de San Juan del año próximo.

Pero la actual plaza del Ayuntamiento no es como nació. Ni tampoco como unos quisieron que fuera. Ya construido el edificio actual del Ayuntamiento de Alicante, la plaza tenía más o menos forma triangular, frente a la fachada de la Casa Consistorial había una amalgama de casas desordenadas, algunas con soportales, como los del desaparecido Consulado del Mar. Frente al Ayuntamiento y detrás de estás casas sobresalía el edificio Carbonell, imponente y majestuoso, terminado de construir en 1925.

Ignacio A. Vicente, persona inquieta y emprendedora, presentó en el Ayuntamiento un proyecto para remodelar su plaza que este tenía enfrente. Lo que proponía era derribarlo todo para que la plaza tuviera en uno de sus lados al Ayuntamiento y en frente de él a la Casa Carbonell teniendo en medio un espació amplio, sin obstáculos, incluso sin jardinería, con posibilidades de poner en el centro un enorme árbol o un monumento que podría levantarse en memoria de los caídos en las guerras con Marruecos.

No se hizo nada de esto. Aunque una mañana fatídica, la del 31 de julio de 1943, con la explosión de la Armería El Gato, y el derribo de los muchos edificios que se vieron perjudicados por este siniestro, se puso sobre la mesa remodelar toda la zona. Esta importante explosión provocó la muerte de 17 personas, entre ellas funcionarios, policías y bomberos, además del incendio y daños en la estructura de edificios tan emblemáticos como el Consulado del Mar. Con el derribo de estos edificios algo había que hacer en esta plaza.

En el Ayuntamiento se aprobó un proyecto de Miguel López Gutiérrez en agosto de 1944. La nueva plaza sería mucho más grande que la anterior. De forma rectangular, sus lados estarían alineados, dejando en el centro un espacio abierto y diáfano. Frente al Ayuntamiento y en dos de sus lados se construyeron unas galerías arqueadas que daban acceso a la Audiencia Provincial de Alicante, a la Residencia Palas y a viviendas.

Y ahí está actualmente la plaza testigo de tantas cosas. El historiador Alfredo Campello Quereda escribió sobre esta plaza en uno de los libros de Alicante que tengo en mi biblioteca, Alicante, relatos de una ciudad dormida, titulando su artículo como La Plaza Soñada. Pues eso.

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