Ahora que están cerca las elecciones municipales en la que los políticos locales rinden cuentas de su gestión frente al pueblo y este les premia con su voto o les castiga negándoselo, ¿no se ha preguntado nunca el origen y construcción del actual edificio del Ayuntamiento?
El Ayuntamiento de Alicante y su plaza dan para varios artículos. Vayamos por el primero. Y para hacerlo invito a un alicantino excepcional a que nos guíe a través de su pincel, sus dibujos y el color de su pintura. Ya sabe que una imagen vale más que mis palabras. Este invitado es Gastón Castelló y su enorme tríptico en el que representa en su parte central la construcción de este edificio.
A este pintor se le denomina el "cronista plástico del paisaje y de las gentes de Alicante", en expresión del Diccionario de Pintores Alicantinos, destacando de su personalidad su "infrecuente sensibilidad y ternura. Su gran sencillez le llevaría a relacionarse con todo tipo de gentes. Y esta fresca humildad y naturalidad se reflejará en sus cristalinas composiciones plásticas con una refinada belleza". Sus obras "expresan la calma y armonía de sí mismo y del entorno que refleja". El propio Castelló manifestó que "en mi tierra natal vivo gozando de la paz y diafanidad de nuestro privilegiado ambiente". El, que había viajado - por su trabajo - por muchas ciudades europeas, podía comparar con propiedad lo que había lejos y lo que tenía cerca, en casa. Gastón Castelló da también para muchos artículos, su vida está llena de contrastes y vicisitudes que bien podrían ser el argumento de una novela sobre una época movidita de la historia de España.
Deje que vuelva con el Ayuntamiento de Alicante pintado por Gastón Castelló. Decir que este cuadro es monumental es quedarse corto. Sus dimensiones corroboran lo que digo: 7 metros de altura y 6,60 metros de ancho. Es un tríptico con temáticas distintas sobre el campo, la ciudad y el mar. Lo puede disfrutar en uno de los frentes del primer piso de la escalera principal del Ayuntamiento de Alicante. Quizá por estar ahí situado aún parece más grande. Le invito a que lo observe con detenimiento para ver los protagonistas de cada escena, que son varios. Todos ocupados, ya verá, aunque no todos en lo mismo.
Y todos, usando las manos, pero no de la misma manera. Hay clases, me dice un amigo, sobre lo representado en este cuadro. Tiene que haber de todo, unos son obreros y otros señoritos, contesta otro. Tico, Taco, permita que los llame así. Uno dice una cosa y el otro lo contrario y, a veces, incluso lo mismo, pero diciendo él la última palabra. ¿Los reconoce? seguro que hay alguien en su entorno que es así. Son personas dignas de observar, tertulianos irreconciliables, pero amigos inquebrantables. Su opinión, aún manifestada efusivamente, no enturbia su amistad. Así debería ser siempre.
Volvamos con el cuadro que Gastón Castelló pintó en 1947. Utilizó colores cálidos y figuras estilizadas propias de su particular estilo pictórico. Las imágenes de los protagonistas de este cuadro no reivindican conflicto, sino las artes en las que cada uno está empleando su tiempo en ese momento. Veamos. En primer plano dos canteros esculpen lo que serán las columnas salomónicas de la puerta principal. Otro, mide una piedra que luego será esculpida. Unos burgueses se han bajado de su carroza para atender las explicaciones del arquitecto que les explica la obra a través del plano que, un adolescente, sujeta con sus manos. Unos obreros arrastran un bloque de piedra con unos troncos. Contrastan sus ropas con las de los burgueses mencionados, estas de vivos colores. La torre del reloj ya está construida. Sobre la fachada del edificio se apoya un andamio por el que se suben los bloques de piedra a la azotea por medio de una polea. Todos están ocupados, no hay nadie sin hacer nada. Incluso el cochero, mira curioso hacia atrás para observar la escena. En la parte superior del cuadro, dos ángeles llevan el escudo de la ciudad. Es una composición armónica, con todo lujo de detalles.
Permita unos datos y unas fechas en relación con el Ayuntamiento para situarnos en el tiempo y en el espacio de ese momento. El edificio es un palacio de estilo barroco del s. XVIII. El proyecto lo redactó Vicente Soler en 1699. Las obras se iniciaron en 1701 y se terminaron en 1780, nada menos, al parecer por falta de dinero. Tiene dos torres, cada una a cada lado, y tres plantas que se rematan con una balaustrada. En el primer piso se resalta la horizontalidad con un balcón corrido y la distribución de huecos en una fachada que mide 49 metros de longitud. Destacan las columnas salomónicas de su puerta principal. Estas son lo más barroco del edificio en el que no hay exceso de decoración, con un equilibrio en los componentes arquitectónicos de su fachada que recuerdan al neoclasicismo.
El Ayuntamiento preside su plaza porticada, interrumpida por una carretera que cruza la plaza por delante de la entrada principal. Bien podría cortarse al tráfico y la plaza sería toda para el peatón (y vehículos de emergencia, en su caso). Ahora esta opción a favor del peatón está de moda para humanizar los centros históricos, hace unos años esto sería impensable. Aprovéchenlo, señores concejales, ejerza señor alcalde, es una buena iniciativa, creo yo, llévelo al pleno y deliberen todos los pros y los contras que – seguro - ganamos todos con esta peatonalización.
Otro día le contaré sobre el interior del Ayuntamiento, tiene muchas curiosidades dignas de narrar. Y otro, sobre su plaza, la de hoy y la que pudo ser y no fue, que hubiera cambiado mucho su fisonomía y la amplitud de su espacio. Pero esa es otra crónica.