A CORUÑA. Hace un par de semanas, tras ganar al Huesca (2-1), el Deportivo acariciaba la permanencia en una temporada en la que se había visto con pie y medio en Segunda B, pero tres derrotas consecutivas, una pájara que le ha llegado en el peor momento, le han condenado a depender de terceros en la última jornada de LaLiga SmartBank para salvarse.
Los coruñeses perdieron este viernes en Anduva ante el Mirandés (1-0) y ese resultado les ha metido de nuevo en puestos de descenso, lo que les obliga a ganar al Fuenlabrada el próximo lunes en el Estadio Abanca-Riazor y esperar a que falle alguno de los equipos con los que lucha por la permanencia.
Si el Deportivo suma los tres puntos, le valdrá con que no hagan lo mismo el Albacete, que acude al campo del Cádiz, ya ascendido, o el Lugo, que recibe en casa a un rival que nada se juega, el Mirandés.
Más carambolas tendrían que producirse en caso de que no pase del empate ante el Fuenlabrada, porque tendrían que perder Albacete y Lugo, para forzar un triple empate a 49 puntos, y no podría ganar el Numancia.
La pájara que afecta al Deportivo la intuyó antes que nadie su entrenador, Fernando Vázquez, que tras la victoria ante el Huesca, antes de desplazarse a Málaga, ya alertó del peligro que supondría pensar que el objetivo estaba logrado y caer en la relajación.
Dicho y hecho, porque el equipo coruñés perdió en La Rosaleda (1-0) con polémica (el gol del Málaga estuvo precedido por una mano), y Vázquez volvió a lanzar su mensaje antes del partido con el Extremadura, que llegó a Riazor ya descendido.
Cayeron los deportivistas (2-3) y se complicaron la vida en una temporada que ha sido una montaña rusa para un equipo que enlazo su tercera derrota seguida en Miranda de Ebro y que ahora depende de terceros para no descender.
El Deportivo partía esta temporada con el objetivo del ascenso tras haberse quedado a las puertas el año anterior (perdió una renta de dos goles ante el Mallorca en el playoff de ascenso), pero pronto empezaron los disgustos.
Tras haber superado al Oviedo en la primera jornada, estuvo 19 partidos de Liga sin ganar, una racha que se llevó a dos entrenadores, Juan Antonio Albacete Anquela y Luis César Sampedro (este quebró la racha en el partido de su despedida), un director deportivo (Carmelo del Pozo) y un presidente, Paco Zas, que apenas estuvo siete meses en el cargo.
Aunque veía la permanencia como un objetivo muy complicado (el equipo era colista al término de la primera vuelta), el Deportivo cosechó siete victorias seguidas (seis con Fernando Vázquez al frente del banquillo) y resurgió.
Sacó la cabeza del pozo y en la jornada 25 estaba fuera de las posiciones de descenso, pero fue incapaz de alejarse suficiente del peligro.
De hecho, antes del parón por la COVID-19, el Deportivo, que cayó en Almería (4-1), regresó a los puestos que llevan a Segunda B.
Pegó nuevamente el estirón con triunfos como el que logró, con diez, ante el Elche (0-1) y ante la Ponferradina (2-1) con remontada incluida en el descuento.
Después empató en Tenerife (1-1) y ganó al Huesca (2-1) y se veía con una permanencia que ahora se ha complicado sobremanera.
El Deportivo está en riesgo de caer a Segunda B, categoría que pisó por última vez en la temporada 1980/81, hace cuarenta años.