El Ayuntamiento de Elche lo había anunciado: "El Alcalde pide a la población extremar la precaución ante la inminente entrada en la Fase 1 de la desescalada"; la propia consellería de Sanidad y el Consell estaban esperanzados en incorporarse a la Fase 1. Pocos encuentran una explicación solvente a esta decisión del ministerio de Sanidad que ha dejado a políticos y a muchos sectores privados de la Comunitat extrañados por la decisión.
Según nos informan cumplíamos con los requisitos que solicitaba el ministerio de Sanidad "con matrícula de honor", tanto en capacidad de laboratorios para realizar pruebas PCR, número de camas para agudos y críticos y en la capacidad de respuesta. Cumplíamos además con el criterio objetivo referido al número de casos acumulados en los últimos 14 días y Elche no era una excepción ni excedía de la media; "Es totalmente incompresible; nuestra situación es francamente buena y la incidencia en las dos últimas semanas es mínima", me comenta un responsable de la sanidad de Elche.
Numerosos empresarios de la hostelería ilicitana se estaban preparando ante el inminente cambio de Fase. Compra de materia prima, acopio de género, preparación de mantelerías, acondicionamiento de terrazas y toldos, preparativos en general, incluso levantamiento del ERTE a sus trabajadores (por cierto me consta que muchos de ellos llevan dos meses sin cobrar del Estado); en resumen, un nuevo golpe para las maltrechas economías de este sector, frutas y verduras y demás productos perecederos se echarán a perder y nuevas pérdidas se acumularán para los empresarios y negocios de la hostelería y restauración ilicitana. ¿Es esta la nueva normalidad de la que nos hablan?
Manifestaba no hace mucho tiempo Rafa Nadal (unas declaraciones por las que fue criticado por algunos sectores de la sociedad) que él no quería una nueva normalidad, sino una vieja normalidad, esa que nos ha acompañado desde siempre y ha caracterizado a nuestra tierra; esa que nos permitía tomar una cerveza en nuestras terrazas de la Glorieta o de la plaza del Congreso Eucarístico; esa vieja normalidad que nos permitía "picar" con los amigos en cualquier barra de nuestra ciudad o alrededor de un "barril de vino" a modo de mesa, compartiendo un plato central de alcachofas a la plancha.
Pero la entrada en la Fase 1 o incluso en la Fase 2 no solucionará el grave problema del sector. Muchos restauradores no quieren precipitarse abriendo de nuevo sus establecimientos. Necesitan saber primero cómo se va a comportar la sociedad y cuáles van a ser las medidas definitivas que nuestras autoridades les van a imponer, dado que hasta el momento son muchas las dudas y cuestiones sin resolver. ¿Qué va a suceder con los seguros? ¿Existe algún protocolo que nos diga si un restaurante tiene que cerrar durante equis horas o días si un invitado o empleado da positivo? El seguro que tengo concertado, ¿cubrirá los días que el restaurante deberá cerrar por seguridad?
La mayoría de los establecimientos que han permanecido abiertos para servir comidas a domicilio no son capaces de cubrir los gastos, además de recibir inspecciones y controles sanitarios continuos por parte de las administraciones competentes, existiendo hasta ahora grandes dudas en las medidas de higiene y prevención que hay que aplicar.
¿Cuál va a ser el comportamiento social una vez avancemos a la Fase 1 o a la Fase 2? Las condiciones sanitarias y económicas no animan a salir de casa a tomar una cerveza o a cenar en el restaurante de siempre, por tanto, la posibilidad de reabrir al 50% del aforo no garantiza que dichas plazas se ocupen y por tanto se obtengan ingresos del 50%. Téngase en cuenta además que muchos de los bares y restaurantes no cuentan con terraza y la normativa sólo permite atender en terraza a aquellos establecimientos que ya la tenían con anterioridad. Aún éstos, verán difícil ampliarlas si las tenían instaladas en las habituales tarimas que se han generalizado en Elche durante los últimos años.
¿Qué previsiones por tanto deberán hacer los gerentes de nuestros bares y restaurantes? ¿Podrán cubrir los gastos que supone la reapertura? Muchos de ellos consideran que en la situación sanitaria actual no cubrirán los gastos; la acotación de aforos, la observancia de distancias, la obligatoriedad de protección y limitación de ocupación, las medidas de higiene para clientes, las pantallas protectoras, los cambios de presentación de menú, el nuevo y obligado formato para pagar las facturas, que supondrá cambiar o proteger las pantallas de ordenador o el teclado del datáfono, la necesidad de cambio constante de uniformes de los camareros o los accesorios de baño "sin tacto" acercando únicamente las manos, van a suponer un importante incremento en los gastos generales y limitación de los ingresos.
Un restaurador nos ha manifestado que pierde más dinero abriendo el restaurante que manteniéndolo cerrado. Además hoy en Elche no tenemos turismo; "¿de quién vamos a vivir? ¿sólo de nuestros vecinos? ¿si el país está entrando en una recesión, querrán gastar?", se preguntaba hace unos días un responsable de la restauración.
Sin duda estamos ante un cambio radical en nuestras costumbres, la aceitera o vinagrera, las barras repletas de sugerentes platos, el autoservicio en el desayuno-buffet de los hoteles o los servilleteros o palilleros comunes van a desaparecer.
Pero la mayor pregunta sigue siendo, ¿vendrán los clientes? Y si vienen, ¿tendrán los restaurantes alguna posibilidad de supervivencia con una ocupación del 50%? Incluso para restaurantes de alto perfil las respuestas son sombrías, aunque para éstos últimos se abre un horizonte más esperanzador.
Parece pues que los propietarios de los establecimientos de hostelería y restauración de nuestra ciudad y de toda España necesitan en primer lugar un marco jurídico claro, que defina claramente qué se puede hace y qué no debe hacerse. En segundo lugar un apoyo gubernamental tanto estatal, autonómico como local, con rebajas y exenciones en las tasas de ocupación de terrazas, en los impuestos de actividad y en el de sociedades, en el impuesto por obras para acomodar los comedores a las nuevas exigencias, bonificación del IBI municipal o exenciones fiscales a los propietarios de inmuebles que tengan alquilados locales a la restauración con la obligación de repercutir dichos beneficios fiscales rebajando el importe de la renta, son todas ellas medidas, entre otras, que deberán adoptarse cuanto antes.
En tercer y último lugar tendremos que ser el resto de ilicitanos y españoles los que volvamos a retomar nuestra vieja normalidad, pero sin duda para ello los poderes públicos deberán garantizarnos la sanidad, porque como suele decirse la salud es lo más importante. El capítulo III del Título II de la Constitución Española, en su artículo 43, reconoce el derecho a la protección de la salud y a la atención sanitaria de todos los ciudadanos, cuya competencia es de los poderes públicos; son estos por tanto los que están en deuda con todos los ciudadanos. Nos encontramos con una sociedad en espera de respuestas.