ALICANTE. Gervasio Sánchez (Córdoba, 1959) acaba de aterrizar en Casa Mediterráneo con su exposición fotográfica Geografía del éxodo, que permanecerá hasta el mes de marzo. Las imágenes del horror que están viviendo cientos de miles de personas que se lanzan al mar, a diario, para cruzar hacia una nueva vida en el continente europeo. Un éxodo masivo que afecta a sirios, afganos, iraquíes, somalíes, eritreos, sudaneses, iraníes, libaneses y marroquíes. Familias enteras que huyen de sus países por las guerras y la extrema pobreza que asola sus territorios de origen. Un problema que, lejos de solucionarse, sigue creciendo cada año acumulándose una media de seis mil refugiados diarios en las fronteras de todos esos países. Y en ese escenario que parece salido de la peor película de terror, algún que otro héroe con chaleco salvavidas trata de paliar, en la medida de lo posible, el dolor y la proximidad de la muerte. Aunque en muchos casos sea imposible.
“Lo mejor de mi experiencia durante esas dos semanas en los barcos que rescataban náufragos ha sido poder ayudarles sin ver ninguna muerte”, asegura Gervasio. Y es que, aunque estaba mentalizado para ello cuando se subió a bordo del Open Arms, no ha tenido que contemplarlo y es, precisamente, uno de los pocos sentimientos que le satisfacen. Eso, unido al recuerdo de las caras de felicidad de todos ellos cuando se aproximaban a la frontera con su destino anhelado. “En medio de toda esa barbaridad, también había instantes de felicidad”, afirma. Unos momentos que también ha querido reflejar en su muestra, que con 16 imágenes en gran formato, hace una narración gráfica de los episodios más significativos.
Tan mayúsculo es el problema que refleja, como grandes son las imágenes instaladas en lo alto de toda la galería cubierta de Casa Mediterráneo. Instantáneas a color de hasta tres metros de longitud en las que se puede apreciar a la perfección la visión del autor, Premio Nacional de Fotografía en 2009, que plasma así su visión del horror y de esos momentos tan llamativos para él y tan necesarios de contemplar para el espectador. Y es que todo ese trabajo no tendría sentido si no fuese por la necesidad de calar hondo en la sociedad para poner medios y actitud en la búsqueda de una solución al problema. “Hay mucha gente, muy bien pagada, que tiene que romperse el coco para buscar una solución a esto”, afirma el fotógrafo.
La muestra se compone de ocho fotos de la crisis en Libia y otras ocho de la crisis en los Balcanes. Dos circunstancias que se fechan en 2015 y 2017. Sin embargo, la tragedia se remonta mucho más atrás. “Ahora se cumplen 30 años de la primera muerte documentada de un migrante en las costas españolas”, recuerda. Una imagen del fotógrafo Fernando García Arévalo que fue tomada en Cádiz, en la playa tarifeña de Los Lances. Pero aunque hayan pasado treinta años, el problema no ha desaparecido sino que se ha acrecentado más si cabe. “Los jóvenes tienen teléfonos móviles y están informados de la vida de occidente”, asegura Gervasio. Algo que les hace desear todavía más abandonar sus tierras en busca de una vida parecida, convirtiendo el fenómeno en masivo.
“La solución pasa por acudir a los lugares de origen para acabar con este drama, pero en cambio están dejando que la corrupción y las mafias se apoderen de las riquezas de esos países, donde poseen extraordinarias materias primas con las que podrían desarrollarse”, explica. Por el contrario, lo que observa es “mucha irresponsabilidad y cobardía por parte de los dirigentes políticos, que están convirtiendo el Mediterráneo en una tumba”, afirma el fotógrafo, que además les acusa de instrumentalizar un desastre humanitario de este tamaño, que la ONU califica como la mayor crisis de refugiados de la historia. “En un momento en el que Europa necesita más población y España registra más muertes que nacimientos, en lugar de buscar una solución, se opta por mirar para otro lado”, apunta. Pidiendo además encarecidamente que las empresas de la Unión Europea no corrompa los gobiernos de estos países en beneficio propio. “España es la principal exportadora de armas que se utilizan en estas guerras”, explica. En su opinión, “Europa tiene que acabar con esas mafias e invertir en educación estableciendo una política de actuación en el corto, medio y largo plazo”.
El Premio Nacional de Fotografía 2024 se encuentra con la obra de Gabriel Cualladó, primer receptor del galardón, en el IVAM