Antes del verano tuve la oportunidad de acompañar a los alumnos del máster en Dirección de Empresas y a los del curso experto en Control de Gestión de la Universidad de Alicante, a las instalaciones de ACTIU en Castalla, en una sesión coorganizada con la Asociación de la Empresa Familiar de Alicante. La semana pasada tuve el gusto de coincidir en un evento con Carmen Berbegal, su directora de responsabilidad social corporativa.
No pretendo descubrir ACTIU, por supuesto, empresa de sobra conocida en la provincia de Alicante -y en la mayor parte del mundo, con presencia en más de 80 países-, pero sí hacer una pequeña reflexión en torno a los valores que 50 años después definen el éxito de una empresa probablemente avanzada a su tiempo a lo largo de toda su historia. Valores que confirman la orientación de los líderes a largo plazo.
Desde hace algún tiempo hablamos de los Océanos Azules, espacios no competidos en los que podemos hacer una oferta de valor diferenciada y apreciada por los clientes que nos permita apropiarnos de una parte de ese valor generado.
Son estrategias que desde el punto de vista académico tienen realmente pocos años. Datan de 2005, cuando W. Chan Kim y Renée Mauborgne, ambos profesores de la Escuela de Negocios INSEAD, las plasmaron en el libro “La estrategia del océano azul”.
Trata de crear espacios en el mercado en que la competencia se convierte en irrelevante, creando y captando demanda nueva, a la vez que rompe la disyuntiva entre valor y coste que caracteriza a los océanos rojos en los que la forma de competir es retar a la competencia con ofertas que terminan siendo poco sostenibles a medio y largo plazo.
Con la globalización y el incremento casi exponencial de la competencia en cualquier sector productivo, identificar estos espacios parece una quimera. En cualquier punto, siempre habrá alguien. Pero siempre alguien es el primero y si ese, además de ser el primero, es capaz de hacer las cosas muy bien, tiene muchas posibilidades de liderar un mercado que puede crecer rápidamente.
Pero nunca es casual, sino fruto del trabajo, de la preparación, imaginación, anticipación, comunicación, equipo, … creatividad, innovación.
Con la importante crisis que hemos arrastrado desde 2007, el paradigma que aparece en todas las propuestas como antídoto para las empresas es el binomio Innovación e Internacionalización; ideas nuevas que deben ayudar a las empresas a manejarse razonablemente bien en ese entorno difícil, volátil, incierto, complejo, ambiguo, global y digital.
Innovar para un mundo global parecía -y parece- la solución de todos los problemas. Pero, efectivamente, no es fácil, como apuntaba uno de los asistentes a aquella reunión con la que empezaba esta reflexión.
Y seguramente era aún menos fácil hacerlo desde Castalla. Y hacerlo de manera sistemática desde 1973, 30 años antes de que excelentes profesores dieran soporte académico a ese concepto de Océano Azul.
Actiu, entonces Creaciones Berbegal, anticipándose a la extensión masiva del televisor, diseñó en 1973 el mueble estrella de la compañía: un soporte específico para el televisor, incorporando incluso el concepto de mueble-bar, al entender que en aquel momento la televisión era un instrumento lúdico que encajaba bien con el bar.
Y poco tiempo después, en 1982, incorporaba el mueble para ordenadores personales, con espacio para la pantalla, unidad central, impresora, leja móvil para el teclado, etc., con posibilidad posterior de incorporación de nuevos periféricos que complementaban la función del equipo, que desarrolló no solo para España, sino para el mundo, iniciando una trayectoria que ha llevado a la empresa a convertirse en un referente en la industria del diseño, de la innovación, con propuestas que hoy se llamarían disruptivas y que el fundador de la empresa, Vicente Berbegal, define solo como fruto de la observación del mundo.
Parece fácil cuando lo explica el fundador de la empresa, pero sin duda no lo es. Exige, como decía Vicente, primero compromiso personal, ilusión por crear y desarrollar constantemente un proyecto, y a continuación un compromiso muy claro con la sociedad, anticipando igualmente los conceptos más modernos de la Responsabilidad Social Corporativa.
Sin pioneros la sociedad no avanzaría, y cuando tenemos la suerte de contar con alguno de esos pioneros irreductibles durante más de 50 años, debemos estar muy agradecidos.
La innovación en la provincia de Alicante, como decía en el título de este artículo, debería llamarse Actiu.
José Luis Gascó es catedrático de Organización de Empresas en la Universidad de Alicante. Club de las Buenas Deciciones