ORIHUELA. El 26 de mayo, cuando el párroco de la iglesia de las Santas Justa y Rufina accedía a primera hora de la mañana a la sacristía se percató de que parte del techo se había desprendido. Con la visita de los técnicos municipales, de la Conselleria y del propio obispado también se dieron cuenta de que la sacristía de la comunión, cerrada al público desde hace años, registraba importantes daños que debían tratarse con carácter de urgencia. La redacción del proyecto para acometer las obras en ambas estancias están en su fase final, pero los cálculos apuntan a que se requerirá una inversión entre 800.000 y un millón de euros.
Esta iglesia, ubicada frente a la sede consistorial, está catalogada como Bien de Interés Cultural (BIC) desde 1971 y es uno de los más icónicos espacios dentro de los tantos inmuebles católicos históricos de la ciudad. Fue construida a finales del siglo XIII y principios del XIV y sus reformas posteriores la han ido dotando de elementos renacentista y barroca.
En octubre, la asociación Hispania Nostra incluyó a esta iglesia en la Lista Roja de Patrimonio. Esta lista, según describe la asociación, recoge los elementos del patrimonio cultural español que se encuentren sometidos a riesgo de desaparición, destrucción o alteración esencial de sus valores. El objetivo es dar a conocer esta situación para que se acometan las actuaciones para la restauración.
Tras la visita de los técnicos se colocaron andamios y puntales para evitar el derrumbe de la cúpula de la capilla de la comunión. La caída de parte del techo de la sacristía provocó importantes daños en la mesa pétrea de la sala y el suelo. Según recoge Hispania Nostra la torre está en muy mal estado y su escalera "se está cayendo", y las gárgolas "están sujetas con alambres". Esta situación fueron los argumentos con los que se justificó su inclusión en la lista.
Según constata el edil de Patrimonio del Ayuntamiento de Orihuela, Rafael Almagro, estos daños son consecuencia de las inundaciones provocadas por la DANA en septiembre de 2019. Esto provocó, como en muchos otros inmuebles, que el subsuelo aguardara agua durante demasiado tiempo. En 2003, recuerda, se llevó a cabo un proyecto de la Generalitat para reforzar los cimientos de varios inmuebles. Entre ellos se encontraba la iglesia de Santas Justa y Rufina. Por falta de presupuesto no se alcanzó a ejecutar estas acciones en todo el inmueble. La sacristía y la capilla de la comunión, los dos espacios gravemente dañados, son dos de los que no contaron con ese reforzamiento.
El obispado está culminando el proyecto y próximamente lo presentarán en Conselleria para que otorgue el visto bueno. El parroco, José Luis Satorre, espera, como en las obras que se han acometido previamente, las sufrague la Conselleria. En el caso de que no lo haga en su totalidad, explica, el obispado recurrirá a otras administraciones, como la provincial y la municipal para completar la financiación. En este sentido, el edil señala que "queremos dar muestra de nuestro interés y solidaridad, porque es un BIC, es un monumento que tiene connotaciones muy importantes para la ciudad".
Tras las acciones de mantenimiento para evitar más desprendimientos, las actuaciones en líneas generales que requiere la iglesia es el refuerzo del techo de la sacristía y los tejados, como la cúpula y adyacentes de la capilla de la comunión y como elemento clave, sujetar el edificio.
El templo alberga ornamentas con motivos de la ciudad, de la Corona de Aragón y de las santas titulares de la iglesia. Entre los contrafuertes fueron creadas diversas capillas. En una de ellas fue fundada la Cofradía de la Sangre en enero de 1411, por san Vicente Ferrer, según recoge Hispania Nostra. El edificio tiene dos portadas de acceso, realizadas en periodos distintos: la portada principal, también llamada de las Gradas, de estilo barroco y del siglo XVIII y la portada lateral, llamada Portada del Evangelio, de estilo renacentista.
Uno de sus elementos más destacados es la torre-campanario, de estilo gótico y decorada con pináculos y una bóveda de crucería en el cuerpo de campanas. Junto con el Miquelet de la Catedral de Valencia, son los únicos campanarios góticos de esta tipología en la Comunidad Valenciana. La mayoría de las campanas abarcan del siglo XVII al XIX. Una de las particularidades que alberga el campanario es el reloj, una de las piezas más antiguas de España y la más antigua de la Comunidad Valenciana, datado de principios del siglo XIV.