ALICANTE. La provincia de Alicante se distingue por contar con un tejido empresarial sólido, sustentado principalmente en pequeñas y medianas empresas. En 2023 había 136.754 pymes, según el Directorio Central de Empresas del INE, de las cuales el 57% era personas físicas y el resto tenía forma jurídica societaria.
En las comarcas alicantinas, predominan las pequeñas empresas sin asalariados (71.759) y las microempresas entre uno y nueve trabajadores (58.805), representando en su conjunto el 96% del total, que desarrollan su actividad en todos los sectores, desde el agroalimentario hasta el tecnológico, pasando por el comercio, la construcción o la industria.
Pero, quizás, el dato más importante es que estas empresas constituyen el 99,9% del tejido productivo de nuestro territorio y emplean a 395.403 trabajadores, lo que equivale al 74% del empleo generado. Gracias a sus estructuras pequeñas y costes fijos limitados, las pymes destacan por su flexibilidad y capacidad de adaptación a los cambios del mercado. Al mismo tiempo, ese tamaño reducido les proporciona agilidad en la toma de decisiones y facilidad para detectar y aprovechar pequeños nichos de mercado.
El carácter familiar de muchas de ellas aporta estabilidad a sus proyectos, favorece la reinversión de beneficios y fomenta una mayor ambición en sus planteamientos, evitando estrategias a corto plazo. Además, su arraigo en el entorno garantiza el equilibrio territorial y la cohesión social, haciendo que su cercanía al cliente les permita conocer mejor sus necesidades y ofrecer un servicio personalizado, lo que se traduce en una mayor fidelización.
Sin embargo, todas estas fortalezas las hacen menos diversificadas en términos de productos, clientes y fuentes de financiación. No pueden aprovechar las economías de escala, son más vulnerables en situaciones de crisis, tienen menor capacidad exportadora, con niveles de productividad más bajos y dificultades para captar y retener talento.
El crecimiento empresarial de las pymes enfrenta numerosos retos, entre los que destaca la complejidad y el volumen de la regulación. Las múltiples normas fiscales, laborales, contables y financieras, tanto a nivel nacional como autonómico y local, aumentan la carga burocrática que tienen que gestionar, y para lo que deben destinar recursos para su conocimiento y cumplimiento.
Las normas y regulaciones que se aplican a las empresas según su tamaño desincentivan su crecimiento. Revisar estos límites y reglas promovería una unidad de mercado que favorecería el desarrollo empresarial de las pymes y les permitiría competir mejor y usar sus recursos para expandirse y crecer. Al mismo tiempo, tienen dificultades para conseguir financiación que no sea de bancos, lo que limita sus posibilidades de invertir e innovar, por ello es importante desarrollar más los mercados de capital riesgo. En cuanto a los préstamos bancarios, las condiciones suelen ser menos favorables para las pymes que para las grandes empresas y a ello tenemos que sumar que las licitaciones públicas suelen favorecer a las grandes compañías.
Las pymes de la provincia de Alicante son el pilar fundamental de nuestra economía. Para que puedan seguir creciendo y contribuyendo al desarrollo del territorio es crucial abordar los desafíos regulatorios y financieros a los que se enfrentan. La eliminación de estos obstáculos podría tener efectos muy positivos sobre su crecimiento y productividad empresarial. En la Cámara de Comercio de Alicante lo sabemos bien, porque a través de nuestros programas estamos en contacto permanente con pymes que son realmente únicas y ejemplares.
Entendemos los desafíos que afrontan y trabajamos para ofrecerles soluciones adaptadas a sus necesidades de manera personalizada. Nuestra misión es estar a su lado y ser esa herramienta útil que les permita prosperar, ya que con un entorno más favorable, estas empresas podrán desplegar todo su potencial, beneficiando no solo a la provincia de Alicante, sino a toda la economía española.
* Carlos Baño, presidente de la Cámara de Comercio de Alicante