socialmente inquieto / OPINIÓN

La extraordinaria aventura de correr la vaca en Tabarca

30/08/2021 - 

¿Se imagina correr la vaca en la isla de Tabarca?. Ocurrió, y en varias ocasiones. Ahora se lo cuento no sin antes recordarle que la tauromaquia forma parte de la cultura popular de la península Ibérica desde hace siglos. Si tuviera que darle un dato, le invito a remontarse allá por el siglo XIV cuando Leonor de Aragón, hija del Rey Pedro IV y de Leonor de Sicilia, sentenció - entre 1379 y 1382 - que era costumbre inmemorial de los vecinos de Cuéllar (Segovia) correr los toros, que lo disfrutaban desde 1215. Y con ellos, es una tradición que se fue trasladando de generación en generación por toda la geografía española hasta nuestros días, destacando los encierros de Pamplona (Navarra) o San Sebastián de los Reyes (Madrid), y si quiere uno más cerca los “bous a la mar” (toros al mar) en Denia, en la que los corredores se tiran al agua para evitar las embestidas del toro por uno de los lados del improvisado coso taurino que da al mar. Actualmente están más controlados todos estos eventos taurinos para evitar el maltrato animal.

La isla de Tabarca forma parte del término municipal de Alicante y, como otros barrios, tiene sus propias fiestas.

Antaño, además de la Santa Misa, había otras celebraciones para el disfrute de los vecinos del lugar, los visitantes, los turistas y algunos extranjeros que se quedaban maravillados por el espectáculo taurino en la isla más pequeña y habitada de la actual Comunidad Valenciana. Ahí, en medio del mar, frente del cabo de Santa Pola y a unas 11 millas del puerto de Alicante.

En el Archivo Municipal de Alicante se tiene noticia de la primera petición del permiso para “torear” la vaquilla en Tabarca. Fue el 8 de julio de 1855. El Oficio decía así: “con motivo de celebrar los vecinos de esta, fiesta anual a San Pablo, y para más solemnidad acompañada con una vaca de cuerda por las calles, esperan merecer de la bondad de V.S. la correspondiente licencia. Lo firma Rafael Llopis Sr. Alcalde 1º Constitucional de Alicante. Recibieron la contestación afirmativa un día después. Se solicitaron otros permisos en posteriores ocasiones, como el del 17 de junio de 1879 firmado por Vicente Antón para las fiestas patronales de 29 y 30 de junio con música, suelta de vaca y fuegos artificiales. O el 16 de junio de 1882 en el que se solicitaba además el envío de una pareja de Guardias Civiles por el “gran número de forasteros que acuden a la isla”. Estas peticiones se hacían por el alcalde pedáneo de la isla al Alcalde de Alicante que, a su vez, lo solicitaba al Gobernador Civil, como deja constancia Armando Parodi en su interesante libro titulado “Crónicas de Nueva Tabarca”, editada y publicada por la Universidad de Alicante, en el que cuenta con detalle los festejos que se celebraron en la isla de Tabarca a finales del siglo XIX y principios del XX, época de la que versa esta crónica.  

Foto de tabarquinos cosiendo las redes de pesca

Imagine una embarcación pequeña con la vaquilla a bordo y el mar testigo y revuelto, haciendo que la barca fuera dando bandazos. Si esta imagen fue curiosa, más lo sería cuando llegara la barca al puertecito de la isla y tuvieran que desembarcarla. Y no le digo nada al tomar tierra, la vaquilla con el estómago revuelto y mareada perdida. Para llevarla al pueblo, otra odisea. Cerca de la plaza, en su corralillo, tenía tiempo de recuperarse hasta que se iniciaran los festejos. Y haría estragos. Aquellas vaquillas, de dos o tres años de edad, toreadas antes varias veces, se las sabían todas, no iban al trapo sino al cuerpo, provocando algún resbalón, muchas carreras, embestidas y no poca emoción de sus protagonistas y de los espectadores que no perdían momento para jalear a los atrevidos que se ponían delante de los astados arriesgando su físico. Lo he visto en directo, muchos años después; lo he sufrido, aunque en mi caso sin daños corporales, durante las fiestas de San Juan pueblo; pero esta es otra historia que quizá le cuente otro día.  

Consultando la hemeroteca sobre estos festejos en la isla de Tabarca, permita que le reproduzca parte de una noticia que salió en El Constitucional de 1 de julio de 1885 porque cuenta lo que pasó ese año. Vea. “Las Fiestas de Tabarca celebradas en honor de su Santo Patrón han sido muy lucidas” - dice la noticia, y añade que “la concurrencia a aquella deliciosa y pacífica isla fue bastante numerosa, de Santa Pola y desde Alicante salieron muchos faluchos atestados de pasajeros. El vapor remolcador “Mercedes” – sigue afirmando este periódico -, hizo el domingo y el lunes algunos viajes, no obstante haberse presentado la tarde de anteayer algo desapacible, sopló viento bastante fuerte y las nubes descargaron algunos pequeños chubascos, estando los horizontes cargados de cerrazón y de bruma”. Sigue la noticia mencionando el programa de fiestas con “función de iglesia con su correspondiente sermón en el cual hizo el panegírico de las glorias del Apóstol un ilustrado sacerdote; la música que en esta capital dirige el interesante maestro Sr. Charques hizo las delicias de aquel vecindario tocando amenísimas piezas; hubo también corridas de vacas y no pocos revolcones; castillos de fuegos y hasta danzas. En fin, la mar en mitad de la mar”. Bella expresión esta última que menciona el periodista de esta noticia sobre los sucesos de estas fiestas.

Pero no siempre fue así. En 1888 el Gobierno Civil no dio la autorización para correr la vaca que había solicitado el Alcalde, comunicando que “en cuanto a las fiestas, no hay inconveniente ninguno en que se celebren, pero de ninguna manera autorizo que corran vacas y novillos”. En 1889 sí se concedió esta autorización, aunque la petición matizaba que se solicitaba correr la vaca “embolada y con la plaza cerrada”. Imagine el motivo de no autorizarse el año anterior, porque en ocasiones la vaquilla se escapaba de la plaza y trotaba a sus anchas por calles y plazas colindantes, embistiendo a diestro y siniestro, así como al mobiliario urbano y a todo lo que se pusiera a su paso, ante el jolgorio de algunos, el disgusto y el pánico de otros.

“Los tabarquinos se han divertido”, contó en un artículo el Diario de Alicante del 16 de julio de 1908 que dio algunos detalles, siendo el reflejo de lo que allí ocurrió en esa fecha. Dicho periódico siguió manifestando que “los isleños han disfrutado de varios conciertos dados por nuestra banda municipal de música”. (…) “Se corrió un novillejo en la plaza de L´ila que fue chaqueteado por los mozos de la isla. También mostraron sus habilidades dos torerillos llevados de la Capital. Pero el héroe de la fiesta taurina fue el músico Amador que destapó en Tabarca el toreo belmontino”. Ya ve que no se aburrían, tenían de todo, incluso espontáneos. “Amador cosechó muchos abrazos y varios varetazos, esto efecto de una aparatosa cogida que sufrió al hacer un quite a otro lidiador. Dos días más quedaban de capea, pero habiéndose escapado el becerro anduvo por la isla hasta llegar a unos peñascos por donde se precipitó, matándose”. (…) “Las fiestas se han deslizado apaciblemente y en medio del general contento”. Si la mayoría estaba feliz después de todo, era lo importante.

Estas fiestas atraían a muchos forasteros, también a oriundos del lugar que por necesidad o por aventura habían emigrado a la península en busca de un mejor porvenir distinto del que tenían en la isla. “Dejan sus casas por unos días y vienen a reunirse con sus hermanos, con sus tradiciones, …”, manifestó José Vallalta Orozco en su libro “Tabarca y sus habitantes” (1959). Estas fiestas las dedicaban al Sagrario Corazón de Jesús, a María Inmaculada, a San Pedro y San Pablo, a la Virgen del Carmen, y añade que “es muy hermoso ver cómo son acompañados los Patronos de la isla por todos los de Tabarca, reunidos de todas las partes, hasta de Tánger, Canarias y Ceuta”. (…) “Se encuentra toda la familia tabarquina” (…) “Todos actúan en libertad en Tabarca, porque todos están en su casa. Los hogares, las calles, las plazas y la iglesia, son enseres suyos”.

Para mí, la isla de Tabarca tiene una atracción especial, como también todo lo que está relacionado con ella.

Una de las personas que mejor cuenta cosas curiosas y desconocidas sobre Tabarca es Armando Parodi Arróniz que tiene, además, el honor de disfrutar con su primer apellido el de uno de los primeros pobladores de esta isla. Casi nada y casi todo. Pues eso.

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