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La explosión de las Carolinas de 1934

28/06/2018 - 

ALICANTE. El pasado 23 de mayo una potente explosión de material pirotécnico en la localidad gallega de Tui se llevó por delante la vida de un matrimonio vecino de la zona. Los alrededores del almacén ilegal quedaron arrasados y convertidos en un escenario que nos recordó a las ciudades sirias devastadas por los bombardeos.

Alicante, zona de gran tradición pirotécnica, no ha estado exenta de accidentes similares. El más reciente tuvo lugar en el verano de 1989 en el aparcamiento del centro comercial Pryca San Juan —actual Carrefour— cuando un coche cargado de material pirotécnico explotó a las puertas del hipermercado llevándose por delante la vida de ocho personas. Relacionados también con la pólvora tenemos los accidentes de las fiestas del Campello en 1987 y la explosión de la Armería Llopis “El Gato” en 1943. 

Pero sin duda el accidente más parecido al de Tui, y del que se ha escrito muy poco, se produjo en el barrio de las Carolinas Bajas el 26 de mayo de 1934.

El origen del suceso

Hoy nos puede resultar sorprendente, pero en el número 43 de la calle del Cerro de la República (hoy 30 de Marzo), haciendo esquina con Garbinet 17, se encontraba instalado un taller de pirotecnia y, anexo a él, un depósito clandestino de este material. Todo ello rodeado de viviendas. El almacén se encontraba repleto de tracas y cohetes preparados para las cercanas fiestas de Hogueras. En él trabajaba el afamado pirotécnico Vicente Jornet Arques Cento el coheter. Jornet, de 70 años de edad, estaba casado con Antonia Vera Bernabéu de la misma edad. El matrimonio contaba con dos hijos, Vicente, dentista de 33 años y Antonia Jornet Bernabéu de 37 y residente en Barcelona. El anciano matrimonio vivía de alquiler en esa misma casa. Llevaban instalados en las Carolinas prácticamente toda la vida y el taller de pirotecnia era conocido por todos y frecuentado por vecinos del barrio que ayudaban en la confección del material festero.

La tradición pirotécnica de los Jornet asociada a los Vera se remontaba a  1855. Durante años tuvieron instalado un taller conjunto en Benimagrell. Tras el traslado de Jornet a las Carolinas, el taller de la barriada santjoanera quedó a cargo de su cuñado Amadeo Vera Bernabéu. Ahora ambos competían en el mismo sector intentando dar el mejor material al precio más bajo. 

La explosión

A las 7:30 de la mañana del día 26, mientras Vicente Jornet se encontraba elaborando nuevos petardos, se produjo una descomunal explosión que se sintió por la toda la ciudad y sus alrededores. La onda expansiva arrasó la esquina de Garbinet  con Cerro de la República. Dañó 142 casas del barrio, mató a cinco personas —entre ellas dos niñas— y dejó heridas a otras veintidós.

Al igual que en la explosión de Pryca de 1989, nunca pudo aclararse el motivo exacto de la deflagración de las Carolinas. Aunque todo apuntó a un accidente. A Vicente se le pudo caer al suelo una botella de un potente compuesto explosivo cuyo poder de deflagración era mucho mayor al impacto que con mecha. Se descartaron el suicidio y la fabricación clandestina de bombas, así como la tenencia ilícita de dinamita o nitroglicerina.

Cruce Garbinet con 30 de marzo tras la explosión. Foto: ARCHIVO MUNICIPAL

Los daños

El aspecto de la “zona cero” era desolador. Montañas de escombros, casas derruidas, muertos, heridos y lamentos. Rápidamente se personaron miembros de la Guardia Urbana y Bomberos que continuaron con la labor de ayuda a los damnificados que habían iniciado los propios vecinos. Entre ellos el concejal Lorenzo Llaneras que residía muy cerca de allí.

Se conservan varias fotografías de aquella catástrofe. Fueron publicadas por revistas y diarios de toda España, llegando a ser portada de La Vanguardia. Resultaron afectadas viviendas de las calles de Jacinto Maltés, Cerro de la República, Carlos Arniches, Jazmín, Garbinet, Sevilla, Antonio de Trueba, Libertad (hoy Poeta Zorrilla), Julio Antonio y Savonarola (hoy Elda). Las más cercanas al lugar de la explosión quedaron reducidas a escombros. Las más lejanas perdieron únicamente sus cristales. Las casas situadas en una zona intermedia perdieron tejados, chimeneas, tabiquerías así como muebles, lámparas y enseres. 

Las víctimas

Como hemos comentado la explosión dejó cinco muertos. Algunos eran vecinos de la calle; otros simplemente pasaban por allí en aquel momento. Es el caso de Catalina García Miralles que dejó marido y siete hijos. 

Los fallecidos fueron los siguientes: Consuelo Cantó Cantó, Consuelo Pastor Cantó (hija de la anterior), Catalina García Miralles, Vicente Jornet Arques (pirotécnico) y Herminia Sáez Sánchiz.

Algunos de los cuerpos quedaron irreconocibles, y del pirotécnico apenas se hallaron restos mortales. El entierro se produjo dos días después y fue, una vez más, una muestra de la empatía del pueblo alicantino que acompañó a los féretros de los fallecidos y a sus familias hasta el cementerio. El Ayuntamiento costeó los gastos del entierro y de los nichos que fueron cedidos a perpetuidad sin carga alguna.

Solidaridad del pueblo alicantino

Gracias a la extensa documentación que se conserva en el Archivo Municipal podemos hacernos una idea de la catástrofe y de la entrega del pueblo alicantino que respondió con solidaridad asistiendo y acogiendo en sus casas a heridos y damnificados. 

En la sesión del 30 de mayo de 1934 el Ayuntamiento, encabezado por Lorenzo Carbonell formó la denominada ‘Comisión de Asistencia y Beneficencia Social’ cuyo fin fue distribuir equitativamente el dinero recaudado en suscripción popular que ascendió a 64.289 pesetas, de las cuales 10.000 fueron aportadas por el Ayuntamiento y 5.000 por la Diputación. 

Entre los donantes destacan personalidades como Manuel Prytz que quintuplicó su donativo inicial de 100 pesetas, Unión Radio Alicante (7.068,40), Hércules Club de Fútbol (5.351,90), Unión Patronal (4.797), Club de Regatas (3.875), Cámara de la Propiedad Urbana (1.500), Banco de España (1.500), vendedores del Mercado (1.443,30), Círculo Republicano Federal de las Carolinas (1.264,65), diario El Luchador (1.054,25), Aguas de Alicante y Aguas de Valencia (1.000 pesetas cada una), Caja de Ahorros (1.000), el Presidente del Consejo de Ministros, el valenciano Ricardo Samper (1.000) o el Diputado alicantino Joaquín Chapaprieta (500) entre otros. No faltó tampoco al colaboración de las Hogueras. Algunos vecinos renunciaron a la indemnización en beneficio del resto de damnificados. 

El telegrama con las condolencias del presidente de la república, Alcalá-Zamora.

Es de destacar el gesto de Manuel Chorro Martí, de Agost, que regaló tres toneladas de yeso moreno. Sabemos además que Rafael Altamira adjuntó un cheque a su carta de pésame. 

Llegaron condolencias del Presidente de la República Niceto Alcalá Zamora, del Presidente del Consejo de Ministros - el mencionado Samper-, Prensa madrileña, Rafael Altamira, General José García-Aldave, Indalecio Prieto, Acció Valencianista d’Esquerra de Barcelona, Elche Club de Fútbol, Hércules Club de Fútbol, Alicante Fútbol Club, Villena Fútbol Club, Orquestas de Cámara, la Wagneriana, Coro Clavé y Orfeón Ilicitano, Casino de Alicante, Escuela de Prácticas Aneja, Rotary Club de Alicante, Casa Regional Valenciana de Madrid, arquitectos Pedro Muguruza y Bernardo Giner de los Ríos; así como los alcaldes de Sant Joan, Tárbena, Elche Onil, Tarragona, Tortosa y Cartagena entre otras muestras de pésame. Algunos de ellos adjuntaron un donativo.

Gracias a esta solidaridad el Ayuntamiento pudo indemnizar a los damnificados y a las familias de los fallecidos. El mayor importe fue para Vicente Pastor Montoya que perdió a su mujer y a su hija además de la casa en propiedad y todo lo que ella contenía. Recibió 9.689 pesetas. La que menos recibió fue Antonia Vera Bernabéu, viuda del pirotécnico, que sólo fue indemnizada con el pago de la sepultura de su marido, por un coste de 350 pesetas. Recordamos en este punto que la casa no era de su propiedad. Los heridos recibieron 900 pesetas cada uno y José Aracil recibió 2.000 pesetas por su invalidez.

La catástrofe en el recuerdo

La explosión de las Carolinas fue cayendo en el olvido siendo más recordada a día de hoy la de la Armería El Gato de 1943. A este olvido contribuyó también la guerra civil, cuyos bombardeos dejaron la explosión de 1934 en una mera anécdota.

Fue el periodista Fernando Gil Sánchez el primero en sacar del olvido esta catástrofe en 1984. Posteriormente los cronistas Cerdán Tato y Cutillas tratarían de forma breve esta tragedia. En fecha reciente ha sido Gerardo Muñoz Lorente el que ha tratado con más extensión este tema.

Hay que esperar al año 2014 para ver el primer homenaje oficial a las víctimas. Gracias a la Asociación de Vecinos Carolinas Altas-Bola de Oro se recuperó la memoria histórica de esta tragedia. El acto contó con familiares de los fallecidos y heridos, así como vecinos, políticos y el que estas líneas escribe en representación de la Asociación Cultural Alicante Vivo. Se descubrió una placa en recuerdo de este suceso en la esquina de Garbinet con 30 de Marzo y se expusieron temporalmente algunas fotografías de aquella tragedia. Una iniciativa digna de respeto.

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