En estos días de pandemia y confinamiento es cuando estamos valorando de verdad lo esencial de algunas cosas que hasta el momento en que se decretó el Estado de Alarma no consideramos tan importantes en nuestras vidas: hablo desde los dos besos en la mejilla que das a la gente que quieres hasta el saludo estrechándote la mano con alguien conocido o por conocer. Digo que esta pandemia nos esta mostrando lo esencial de nuestras vidas. Y habrá que tomar nota de ello.
La Cultura tiene múltiples definiciones, desde su acepción antropológica, la cultura de la dieta mediterránea, la cultura del deporte, hasta la cultura como la expresión de lo más elevado del espíritu humano: la creación artística. Es un todo múltiple y complejo que abarca desde la sabiduría popular, las costumbres, el conocimiento y, cómo no, las artes como espacio de libérrima libertad para el disfrute. La Cultura, con mayúsculas, es ese bien necesario pero que puede ser denostado en ocasiones si se contempla como un gasto innecesario cuando hablamos de las administraciones públicas: no podemos caer en esta falacia.
“La cultura es bien esencial: no es gasto , es inversión en sentido figurado y propio. Apostar por ella es engrandecer la ciudad”
El ser humano siempre ha necesitado contar cosas, hazañas, estados de ánimo, también ha necesitado describir y plasmar la belleza, el miedo, los sentimientos más profundos… dejar una constancia de su paso por este mundo. Por eso surgió el lenguaje escrito hace miles de años, un ejercicio supremo de abstracción que permitió narrar los acontecimientos y que de este modo fueran perdurables en el tiempo. Así sabemos que en las “polis” griegas se reunían en la plaza y relataban las historias de sus exploradores, fraguándose de este modo una inmensa literatura que explicaba lo que ocurría, y con lo que se soñaban, fuera de las fronteras de las ciudades amuralladas. De Ulises, Homero, y su viaje de vuelta para recuperar su reino , o la Republica de Platón y su influencia en el devenir político, o las pinturas cretenses y su admiración por los animales totémicos con los que se conjuraban…todo para resumir que las diferentes culturas han necesitado contar y dejar constancia de su cosmovisión.
La cultura, decía, como espacio de libertad: eso es lo que narra Umberto Eco en El Nombre de la rosa, un cúmulo de pasiones encontradas en un convento por la reivindicación y salvaguarda de un tratado retórico de Aristóles sobre la risa en tiempos oscuros, la Edad Media, en los que a pesar de todo siempre hubo gente avanzada en combate contra la intransigencia. El humor como un vehículo de disidencia. De eso habla Eco.
Hoy no concebiríamos este confinamiento sin un buen libro, sin una obra de teatro, un música, un concierto de rock, una ópera, un recorrido virtual por el Prado, una película…todo “on line” gracias a las nuevas tecnologías. La cultura, las artes, se generan por personas con un talento creativo extraordinario, pero para sacar a luz estos talentos necesitamos tener nidos de muchos creadores para que nos llegue lo mejor. Por otra parte, y en paralelo, siempre que apostemos por la Cultura en su acepción más amplia, el nombre de nuestra ciudad puede salir beneficiada; ahí tenemos binomios como Picasso -Málaga , Warhol-Nueva York , Van Gogh -Amsterdam , Antonio López-Madrid, Frida Khalo-México, Gustav Klimt-Viena…
Alicante tiene nombres que han llevado o llevan la ciudad más allá de sus “fronteras”: también tenemos nuestro binomio, Eusebio Sempre-Alicante (ahí está su gran legado, el Museo de Arte Contemporáneo, MACA, nuestro buque insignia). Necesitamos apostar decididamente, como ya se está haciendo, por algunos de esos nombres: García Andújar (Almoradí ), Olga Diego (Alicante), Ricardo Cases (Orihuela), Cristina de Middel (Alicante), y cómo no el ya citado Eusebio Sempere (Onil ), premio Príncipe de Asturias de las Artes 1983. Son solo un ejemplo; hay muchísimos más en éste y otros campos (sin olvidarnos de ningún detalle, desde el programa de Hogueras Culturales que se gestiona desde la Concejalía que dirijo, hasta los conciertos didácticos de la Banda de Música, pasando por el cúmulo de experimentaciones que se exhiben y producen desde Las Cigarreras, o las grandes exposiciones de La Lonja).
“La mejor ayuda que podemos hacer al sector cultural es ejecutar de forma íntegra el presupuesto contemplado en 2020”
La cultura es bien esencial, no es gasto, es inversión en sentido figurado y propio; apostar por ella es hacer más grande la cuidad. Si no existe esta visión, se entristece la urbe, la reduces a una “poli” amurallada, durmiente, endogámica, sin ningún aliciente. No olvidemos nunca que la cultura nos hace más libres, más críticos, más sensibles, más humanos en síntesis. No como esos monjes que describe Eco en su novela, poseídos por el odio, por el rigor en las interpretaciones unívocas de la realidad, poseídos por el pecado de la intransigencia.
La a veces discutida cancillera alemana, Angela Merkel, considera la Cultura como un bien de primera necesidad para que puedan acceder los artistas alemanes a las ayudas por la pandemia del Covid-19. Desde el Ayuntamiento de Alicante, al igual que el resto de ayuntamientos, estamos más limitados para tomar decisiones en cuanto a ayudas económicas directas, pero creemos firmemente que la mejor ayuda, como así viene demandando el sector, es la ejecución íntegra del presupuesto 2020, y comprometernos a incrementarlo en el 2021. Aun así, creemos que podemos crear una mesa sectorial para ir analizando como está el sector después de la pandemia y posibles mejoras, siempre en el marco de las competencias municipales. No dejemos aquí en la estacada a los agentes y productores culturales que proporcionan un bien tangible e intangible, y cuyo retorno para Alicante es y será muy importante de cara al futuro: es una apuesta a largo plazo.