ORIHUELA. Del mismo modo que una serie de factores determinan, y así sucedió en septiembre de 2019, las inundaciones de la Vega Baja, las soluciones deben estar concatenadas. En su conjunto no serán efectivas si no están encadenadas de forma consecutiva. Así se interpretan las conclusiones de distintas ponencias que este jueves se han expuesto en el III Congreso Nacional del Agua celebrado en Orihuela.
El congreso, centrado en “fenómenos extremos: sequías e inundaciones” organizado por el Ayuntamiento de Orihuela, el Área de Ciclo Hídrico de la Diputación de Alicante y la Universidad de Alicante, con la dirección académica del Instituto del Agua y de las Ciencias Ambientales de la Universidad de Alicante, además del apoyo de Hidraqua e INECA, ha acogido en sesión de mañana y de tarde las ponencias de expertas y expertos en planificación, mitigación e infraestructuras y evaluación socioeconómicas, ambiental y jurídica.
Con la Dana de septiembre se evidenció la vulnerabilidad de la Vega Baja ante fuertes lluvias y las consecuencias que trajo consigo. Entre ellas los daños en viviendas y bienes. Y en todo ello tiene que ver los planeamientos urbanísticos, además de su influencia en agravar las inundaciones. ¿Cumplen estos planeamientos la normativa española en materia de prevención de riesgos naturales? La respuesta en la inmensa mayoría es que no. Jesús Garrido Manrique, profesor de la Universidad de Granada, ha tratado de responder a esa pregunta en su ponencia.
Se han venido redactando distintas leyes en este sentido, como la ley de Costas, la del Suelo o la del Agua. En 1998 se hace obligatorio incluir los mapas de riesgo naturales y es en 2007 cuando con la ley de evaluación ambiental estratégica es obligatorio que esos mapas estén incluidos en el documento ambiental.
Garrido desvelaba que el 90% de las Comunidades Autónomas tiene un planeamiento anterior a 2007. En el plano local, en los municipios de más de 5.000 habitantes, el 75% tienen un planeamiento anterior a ese año, y en el caso de los de más de 20.000, sigue la misma tendencia. Solo un cuarto de ellos tienen un planeamiento anterior a 2007. Estos núcleos poblacionales representan al 70% de la población. De este modo, cuando se incluyen mapas de riesgos naturales, se evidencia que mucho suelo calificado como urbano está en zona de riesgo, y el urbanizable se dirige hacia esa zona.
Para el profesor, el planeamiento urbanístico se renueva a un ritmo inferior al de la normativa. Esto implica que no pueden aplicarse mejoras establecidas para la prevención de los riesgos naturales. Además, la clasificación del suelo no es coherente con los riesgos naturales fijados en el planeamiento. Otra de sus conclusiones es que hay un incumplimiento sistemático de la obligatoriedad de incluir mapas de riesgo y de utilizarlos para establecer los usos del suelo. No obstante, el riesgo de inundación es el más incluido en los planeamientos, dejando de lado a los sísmicos del mismo modo.
Partiendo que modificar esta cuestión estructural es clave para el futuro, entra en escena las actuaciones físicas para minimizar las inundaciones. José Vicente Benadero, de la Dirección General del Agua de la Generalitat Valenciana, ha expuesto las soluciones más idóneas para atender las distintas adversidades que caracteriza la Vega Baja. No hay un balance de entrada y salida de aguas. La comarca tiene muchas fuentes de inundación: avenidas de la rambla de Abanilla, la Sierra de Crevillente, el agua que aporta el reguerón de Hurchillo, posibles roturas de la mota o desbordamiento, las ramblas de la margen derecha y las propias lluvias que se den en la comarca. Para su salida solo cuenta con la conducción por acequias y azarbes y la desembocadura. Un tercer factor influye de forma determinante: la horizontalidad dispara el tiempo que necesita para salir. Esto supone que el agua permanece mucho tiempo y el encharcamiento trae graves daños.
Ante este escenario plantea tres soluciones que deben adoptarse de forma conjunta. En primer lugar laminar cauces en puntos altos o antes de entrar en la comarca, construir diferentes corredores verdes y ampliar acequias y azarbes y la creación de pueblos “isla”. Para los corredores verdes señala que es fundamental que el generado en base a la rambla de Abanilla no se dirija directamente al cauce del río, pues como se vio, no soportaría tanta aportación de agua. También propone un corredor verde para la Sierra de Crevillent y otros paralelos al propio río. En el de la margen derecha para que, dado que la cota del río es más alta que la superficie, recoja toda esa agua que no puede terminar en el río. Y en la margen izquierda, que está por debajo, para que recoja el agua ante cualquier desbordamiento.
Los pueblos “isla” o polder consiste en rodear y defender con pequeñas motas o infraestructuras ya existentes, y el agua de los azarbes que penetran el municipio desviarla por el exterior hasta conducirla a los corredores. Los azarbes internos de los municipios se reconvertirían en colectores pluviales. Pone como ejemplo el caso de Países Bajos.
Benadero aboga por la constitución de un organismo público representativo de administraciones y asociaciones, y que asuma las labores de gestión del mantenimiento, conservación y explotación de las infraestructuras.
Este viernes concluye el congreso con una sesión de mañana con ponencias centradas en la gestión de los recursos hídricos, la mejora del manejo del riego, herramientas para la prevención la sequía, y sobre la evaluación socioeconómica, ambiental y jurídica. En total participarán en el congreso 37 ponencias y 45 comunicaciones.