el sur del sur  / OPINIÓN

La burbuja de festivales 

31/07/2022 - 

En términos de ocio, que no de cultura, seguimos siendo una sociedad espumosa. Efervescentes. Es normal. Después de dos años  de pandemia y restricciones, la gente quiere marcha. Y de todas las edades, y segmentos. Hay quiere prefiere recuperar el viaje en el extranjero que no pudo hacer hace dos veranos; otros que prefieren relax, playa y buen comer...En estos momentos, hay público para todo. Los festivales de música se han convertido en un atractivo más de la oferta turística, no sólo por dónde se celebran, que también, sino por el cartel de artistas que lo componen. Será un buen verano para todos. E incluso para les festivales de música acabarán el verano en muy buenas cifras.

No todos, porque como hemos podido ver, algunas citas se han cancelado la cita casi a las puertas de celebrarse. Pasó con el Diversity València Festival; hace poco con el Reggaeton Festival de TenerifeAlgunos de los que se han celebrado, pese a su éxito, han recibido críticas por las largas colas, por la no facilitar algo tan básico como el agua gratis ante altas temperaturas, etc.

Son tiempos de riesgo para los festivales. Además de una buena oferta musical, deben preocuparse porque todos se sientas cómodos; desde los músicos hasta el respetable. Evitar colas, puntualidad en los horarios, dar buen servicio, que hay buena visión de los conciertos...Es como un hotel al aire libre, en el que el principal atractivo es la música, que además debe sonar perfecta. No es un negocio fácil, ni tampoco se pueden contentar a todos. Ahora bien, los organizadores además de de confeccionar un cartel atractivo, dentro de sus posibilidades, deben ofertar una serie de servicios acorde con el precio de la entrada. Todo lo que no se cumpla, o no cumpla con las expectativas, puede ser pasto de las críticas. 

Que un festival tenga continuidad en el tiempo es posible si sabe combinar buena oferta musical y servicios óptimos.  Si consigue conjugar ambos aspectos, tendrá fidelidad. Cuando un festival tiene errores y no corrige en la edición poster, le llueven las críticas. Si algún festival se cancela de manera abrupta o antes de tiempo, es que algo ha fallado. Principalmente es porque no se han vendido las entradas necesarias para hacerlo sostenible. También puede ser que no se tenían los permisos de seguridad requeridos y, por tanto, no se hicieron los deberes a tiempo. O porque no se tenían las infraestructuras necesarias. Como decía el pasado jueves José Piñero, director de Low Festival de Benidorm, o hay planificación, o no hay festival que valga. Las grandes citas y las que han perdurado en el tiempo, han tenido errores, pero con el tiempo se han solventado y al final, como lógica de mercado, han encontrado un hueco y han sabido mantenerlo.

No es el caso de la Comunitat Valenciana, en el que las citas musicales son fijas y reconocibles. FIB, Rototom, Arenal, Les Arts, Spring...Casi todas han resurgido si tuvieron un mal momento, a veces con un cambio de la propiedad. El problema es para aquel que se puso a montar un festival sin previa experiencia y como una oportunidad para hacer dinero fácil y rápido. Algo parecido a los que pasó en el boom inmobiliario, en la etapa del denominado pase, allá por los 2004 y 2007, cuando se hacían edificios y viviendas como churros. Después vino el tsunamí y quedaron los verdaderos conocedores del mercado y aquellos que no habían hecho locuras años atrás. Esto es parecido, pero a una escala menor.

No es que en la Comunitat cundan mucho las citas nuevas, pero con el tiempo veremos si son capaces de hacerse un hueco y continuar. Hay una ventaja respecto al pasado: el mercado musical se ha ensanchado y por tanto caben más tendencias y, por tanto, un público más diverso. Pero a los viejos del lugar le debes dar algo más que un buen nombre. Ese buen nombre debe sonar bien; ver el concierto con comodidad, hacer las necesidades en un sitio decente, comer algo reconfortante (aunque sea de pie) y tomarte una cerveza, bien fría, y a ser posible poder repetir sin que tengas que echar muchas cuentas.

El secretario de Turismo de la Generalitat Valenciana, Francesc Colomer, suele decir que los festivales son un elemento primordial para captar a nuevos turistas. Correcto. Pero si el organizador del evento no da la talla, también puede generar el efecto contrario: cabrear a otros tantos. Es un aviso también para las autoridades. Esta industria del ocio también puede generar frustraciones con algo tan básico como un vaso de agua.

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