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reflexionando en frío / OPINIÓN

La batalla por la verdad

17/09/2020 - 

Sigo pensando que los gobernantes deberían de montarse menos en sus coches oficiales y patearse más la calle. Y que ahora no me venga uno diciendo que lo hacen porque no es así. Si lo hicieran en las instituciones se hablaría de lo verdaderamente importante en lugar de ocupar los actos teatrales con aspectos secundarios insulsos para atajar los problemas reales de la ciudadanía. Españoles hastiados, vecinos abatidos ante lo que pueda acontecerles la realidad. Paseo por la calle y me encuentro con un hombre charlando acaloradamente por teléfono, escucho a un chico mostrar su pesar ante la incertidumbre que le genera el no saber si cobrara el ERTE… En todas las casas se cuecen habas, como diría mi padre.

Problemas reales de gente real que son ignorados por la inmensa mayoría de los políticos. Dirigentes dados a imaginar asuntos irrelevantes insustanciales para la ciudadanía sacándolos a la palestra envolviéndolos de una importancia que no tienen. Venezuela, Franco, ideología de género… Hay tantas bombas de humo como aspectos que provocan auténtico insomnio a los españoles. Trampantojos mediáticos maquinados por los partidos políticos de manera consensuada para desviar la atención con el fin de propiciar una política cortoplacista que no solucione las inquietudes verdaderas. Tanto a unos como a otros les interesa marear la perdiz, hacernos perder el tiempo con panoramas apocalípticos en los que se formen frentes estancos enemistados entre si erigiéndose figuras redentoras para uno y otro bando. Rivales abroncados artificialmente para perpetuar el turnismo político sin dejar espacio a ninguna alternativa distinta.

El Partido Popular se llena la boca defendiendo la batalla cultural contra la izquierda cuando la realidad es que ellos mismos fueron los que estimularon la devastación de nuestra sociedad por las llamas de la mentira entrando en el juego de unos falsos progresistas inoculadores de las falacias más ruines propagadas por los inútiles gritos de los reaccionarios. Risto Mejide suele decir que si dices algo y nadie se molesta quiere decir que no has dicho absolutamente nada. Estoy convencido de que si todos estos que ahora pretenden combatir los engaños de los sectarios hubieran hecho caso omiso a los cantos de sirena no estaríamos debatiendo el desarrollo de nuestra comunidad y podríamos dar paso a hablar sobre los temas importantes para la ciudadanía. Hablo sobre todo lo relacionado respecto a la ideología de género, al enfrentamiento entre sexos o al resto de causas enarboladas por la izquierda ante la ausencia de conquistas modernas por las que alzar la voz. La obsolescencia de la socialdemocracia, -la cual tuvo su utilidad en el s. XX en un período de entreguerras-, ha dejado huérfanos a los fanáticos anhelantes de las luchas sociales. Enfrentamiento entre la sociedad que han tenido que estimular penetrando en las instituciones encasquetando mentiras ideológicas a la población haciendo de lo extraño lo habitual. Pretenden por ejemplo equiparar fisiológicamente a los hombres con las mujeres igualando las preferencias recreativas cuando hasta Nelson Mandela destaca en su biografía, El largo camino hacia la libertad que en su infancia los niños jugaban a cosas distintas a las que lo hacían sus hermanas. Ansían degradar nuestro mundo amparándose en una libertad confundida con libertinaje. Perversión cegadora de la conciencia que coartara la soberanía individual a través de leyes como la de libertad sexual o la de la memoria democrática.

Tenemos que librar esta batalla cultural no porque esté en juego nuestro estilo de vida, sino porque más que una lucha a favor de la razón es una batalla por la verdad. Realidad pisoteada por los que ahora dicen librar esta guerra. Vuelvo a decir que de no haber seguido la corriente a los murmuradores de la mentira no estaríamos así y todas esas falacias hubieran quedado en el limbo de la irrelevancia. Cualquiera con sentido común ignora las necias palabras haciendo oídos sordos.

El problema quizá resida en la ausencia de conciencia política en nuestros dirigentes. Conciencia ostentadora de las mentes conscientes conocedoras de lo que ocurre a su alrededor. Xavier Mas de Xaxás escribe en su último artículo en La Vanguardia, Los humillados buscan líder amoral el porqué de la elección de mandatarios totalitarios como Donald Trump en EE. UU. o Boris Johnson en Reino Unido, y relaciona la confianza de los ciudadanos en esos dirigentes como consecuencia de su implicación por los problemas que verdaderamente importan al pueblo y entendiendo sus pesares. Conexión entre el electorado y el elector que ya se vio en el pasado siglo cuando Hitler manifestaba una unión simbiótica entre su figura y el público que acudía a los mítines. Hiperliderazgos ejercidos también por otros políticos de manera directa como Barack Obama que se alzó en 2008 con la Presidencia de los EE. UU. bajo los ecos de redentor o de forma colateral como un Emmanuel Macron que se convirtió en nuevo inquilino del Eliseo tras dibujarse como el adalid de la democracia a la que amenazaba Marie Le Pen en 2017. 

España necesita no solo solucionar los destrozos culturales ejecutados por la izquierda bajo la complicidad de la derecha que ahora presume defender la verdad que traicionó por intereses electorales, sino también preocuparse de los problemas reales de la gente real. Algo que solo se conseguirá dejándose guiar por la conciencia constructora del sentido común, un seny extirpado con el fin de no escandalizar la mente ante simbolismos electoralistas como el creado por políticos como Quim Torra resucitadores de fantasmas como el de Lluís Companys por el que pide un perdón al jefe del Estado y al presidente del Gobierno.    

Resucitan muertos o discuten sobre el sexo de los ángeles mientras usted o alguien de su entorno espera al Godot representado por los ERTES sin tener donde caerse muerto y una veintena de personas perece diariamente en manos de la covid-19. Así nos va. 

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