ALICANTE. La quiebra de la empresa de conservas pesqueras alicantina Amaro González, propiedad desde 2019 del fondo de inversión Arcadia (especializado en adquirir empresas de tamaño medio), deja un reguero de damnificados, al margen de las decenas de empleados que tenía en plantilla. Tras fracasar el intento de fusión entre las cinco sociedades que forman el grupo puesto en marcha en 2020, el fondo pidió el concurso de acreedores para Amaro González, que desembocó hace quince días en la apertura de la fase de liquidación.
El juez de lo Mercantil número 1 de Alicante ya tiene el primer informe de la administración concursal con el inventario de las cinco empresas y la lista, interminable, de acreedores. Hasta diez entidades bancarias, varias empresas, un cúmulo de particulares y el Estado acudirán al proceso para intentar recuperar algo de la deuda que mantenían con ellos algunas o todas las empresas del grupo, cuyo proceso concursal se ha unificado en uno solo.
Según consta en el edicto del juzgado que aprueba el inventario y la lista de acreedores, las entidades bancarias que mantenían créditos con Amaro González son Targobank, BBVA, Arquia Bank, Globalcaja, Cajamar, Banca March, Unicaja, Caixabank, Banco Sabadell y Santander. También figuran en el listado las empresas Frioantartic SA, y Elektron Comercialización de Energía, proveedores del grupo, y una veintena de personas físicas. El Estado está representado por la Tesorería de la Seguridad Social, la Agencia Tributaria y el Fogasa, además del organismo tributario de la Diputación de Alicante, Suma.
Las cinco empresas del grupo, que no consolidaban sus cuentas, facturaban juntas unos 30 millones de euros al año hasta 2019, año en que se certificó la entrada de Arcadia como nuevo propietario. Los balances de ese año, último del que se pueden consultar las cuentas, arrojan un pasivo con bancos y acreedores comerciales de 15,2 millones de euros. Sin embargo, en los dos últimos años el negocio ha ido menguando por el impacto de la pandemia en el canal horeca (caída del 60% en 2020, según la propia empresa) y el covid ha dado la puntilla a una empresa que tras la entrada de Arcadia se reveló que ya estaba 'tocada'.
De hecho, en 2019 la firma insignia del grupo (por facturación y empleo), Pescados Amaro González SA, arrojó unas pérdidas superiores a los 11 millones de euros provenientes de su filial panameña, Pescamaro. Un 'roto' que los beneficios testimoniales del resto de firmas no compensaba. Esta sociedad panameña era la encargada de la actividad pesquera del grupo, y la entrada de Arcadia en Amaro González destapó el agujero que ocultaba. Arcadia cerró Pescamaro, lo que provocó un conflicto entre el fondo de inversión y los antiguos dueños de la empresa, que intentaron recuperarla por todos los medios, judiciales y extrajudiciales, sin éxito.
Descartada la recompra, Arcadia puso en marcha un proceso de fusión por absorción del resto de sociedades (Elaborados Amaro González, Frigoríficos Amaro González Cortés, Distribución Amaro González y Carnes Amaro González) en Pescados Amaro González. Esta fusión, junto a dos ERE y la refinanciación de la deuda bancaria, formaban parte de un plan de reestructuración que, sin embargo, no evitó que las cinco sociedades entrasen en concurso en 2021 y que en febrero se hayan visto abocadas a la liquidación.