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CRÍTICA DE CINE

'Jurassic World: Dominion': Rescates nostálgicos para películas vacías

10/06/2022 - 

VALÈNCIA. En el anterior episodio dirigido por J.A. Bayona, Jurassic World: El reino caído, los dinosaurios escapaban de la Isla Nublar y quedaban en libertad. Ahora, en esta nueva aventura que sirve de cierre de la trilogía, las especies viven entre nosotros e intentan adaptarse a nuestra civilización al mismo tiempo que el ser humano también intenta adaptarse a convivir con ellos en un ciclo repleto de nuevas implicaciones, tanto físicas como morales.

Sin embargo, en Jurassic World: Dominion, los dinosaurios tienen menos protagonismo del que se pudiera esperar, hasta el punto de que sus apariciones resultan casi residuales. Lo verdaderamente importante aquí es el rescate de parte del elenco original de la película de Steven Spielberg, en concreto el de los personajes que interpretaron Laura Dern, Sam Neill y Jeff Goldblum. Lamentablemente, hay malas noticias, ni siquiera eso es suficiente.  Ese bonito detalle nostálgico a la hora de crear puentes entre el pasado y el presente no termina de funcionar y, aunque resulte emocionante volver a encontrarse con ellos, su función en la trama resulta muy limitada más allá de su mero rescate. Merecían algo más, ya que ellos son el máximo reclamo y el pilar fundacional de la saga.

Cuando Steven Spielberg adaptó la novela de Michael Crichton probablemente no era consciente de hasta qué punto iba a impactar en la cultura popular. A partir de ese momento, los dinosaurios han pasado a formar parte de la memoria colectiva contemporánea de todas las generaciones. Los niños se aprenden los nombres de las diferentes especies y los dinosaurios se han terminado convirtiendo en un género en sí mismos. Sin embargo, la saga jurásica nunca ha estado a la altura de aquella primera vez, nunca ha superado ese plano que sirvió para llenarnos la boca con el término ‘sentido de la maravilla’. Ese momento no se ha podido superar y poco queda ya en Jurassic World: Dominion de ese ‘sentido de la maravilla’. Todo suena a demasiado visto, a reciclado, a franquicia sin mucho más que aportar.

El director Colin Trevorrow intenta componer un puzle con todas las piezas que tiene a su alcance. A saber: el trío de veteranos que intentará investigar si una plaga de langostas mutantes que está arrasando los campos es responsabilidad de una empresa de biotecnología; la pareja formada por Bryce Dallas Howard y Chris Pratt, que ahora han formado una especie de núcleo familiar para proteger la identidad de Maisie Lockwood (Isabella Sermon), la nieta de Benjamin Lockwood, que esconde un secreto que podría ser la piedra angular de la clonación. Por otra parte, tenemos a unos cazarrecompensas sin escrúpulos, a una piloto aguerrida que ayudará a los buenos, a un científico obsesionado con controlar el mundo, a las langostas locas y a Blue, la velociraptor adiestrada por Chris Pratt que ha conseguido autorreproducirse y tiene una cría a la que han robado.

El problema es que el encaje de estos elementos termina dando un poco lo mismo, y la película se esfuerza en generar momentos encadenados que respondan a la pura lógica de acción. Las diferentes líneas narrativas se encuentran demasiado forzadas para que terminen convergiendo y todo parece avanzar por el principio de acumulación. Todos estos reparos no suponen un impedimento para disfrutar de la película. Hay ritmo, un despliegue audiovisual asombroso, aventuras exóticas. Pero basta rascar un poco la superficie para darse cuenta de que es una película rutinaria, sin ideas y con poco que contar, más allá del discurso ecologista y el activismo medioambiental, así como la lucha contra las grandes corporaciones que controlan el mundo.

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