Socialmente inquieto / OPINIÓN

Jover, el presuntuoso

2/05/2022 - 

Se decía de él que era muy presuntuoso. También se le definía de muchas otras maneras. Mire. Orgulloso, quería ser el primero en todo. De fuerte carácter. Emprendedor, necesitaba no parar. Ambicioso, aunque ¿qué empresario no lo es? Ya que puso su patrimonio en juego, quería tener resultados positivos. A veces lo consiguió y otras no tanto.

El protagonista de esta crónica es José Jover Polo. Alicantino, nació el 17 de mayo de 1825. Sus padres fueron José Jover y Josefa Polo. Siguió los pasos de su progenitor siendo albañil. Aunque fue muchas más cosas. Vea. Fue también maestro de obras de construcción, celador, político…

A su vez, Jover también fue promotor del Teatro Polo situado en el barrio de Benalúa. No hizo caso de uno de esos dichos populares tan sabios que dice que "zapatero, a tus zapatos". Quiso que este teatro fuera su gran obra para ensalzar al barrio citado, y a él mismo. Construyó un extraordinario teatro, en su escenario se consiguieron éxitos notables, pero su vida fue efímera. ¿Por qué, cuál fue el motivo?

Permita que antes de contestarle le cuente algo más de este personaje. Se casó en dos ocasiones, primero con Josefa Gomis Samper el 9 de enero de 1847, pero al enviudar en 1892 se casó después con Manuela Rico Pellicer con quien tuvo un hijo al que le pusieron el nombre de Apolo Jover Rico.

Lo suyo fue construir viviendas en diversos barrios de la ciudad de Alicante. Pero no era suficiente. Quería más. También fue celador municipal de los almacenes de herramientas y maderas. Era 1869. Posteriormente, fue nombrado celador de la Policía Urbana (1881), con no pocos contratiempos. Tenía a su cargo la Comisión de Ornato Público y Policía urbana. Entre sus funciones estaba la de supervisar la limpieza de la ciudad cuidando su buena imagen. Pero se cuestionó su control. Se dijo en prensa que atendía más a sus tareas profesionales que a las de celador por lo que no controlaba a los barrenderos que, al parecer, no hacían correctamente su trabajo ("El Constitucional Dinástico", 4 de noviembre de 1886). Pero la polémica no se quedó ahí. Intervino Florentino de Elizaicin, concejal liberal y presidente de la Comisión de Ornato y Policía Urbano, quien hizo eco de lo publicado en prensa, criticándole la dejadez en sus funciones, y quejándose al alcalde, el conservador Julián Ugarte, para que fuera contra Jover. Este y Elizaicin se hicieron enemigos, protagonizando enfrentamientos por quien se creía con más argumentos que el otro para tener razón. Después de estos, Elizaicin fue destituido de la Presidencia de dicha Comisión. Le salió el tiro por la culata, como se dice popularmente, aunque se creyera cargado de razón en sus críticas. Y las tenía.

Ya ve, Jover aguantó de celador hasta abril de 1887 a pesar de las críticas de diversos sectores. Era cierto que se dedicaba a su principal trabajo como constructor. En ese periodo le salió lo que parecía un importante contrato: el 20 de junio de 1886 consiguió la adjudicación de la segunda fase de la construcción del barrio de Benalúa, por 1.668.151 pesetas en un plazo de ejecución de siete años. Tenía que edificar 192 viviendas, nada menos. Como contraprestación, donó 20.000 pesetas para colaborar en el coste de la edificación de la iglesia.

Jover tendría que lidiar con los "diez amigos", fundadores de ese barrio, para la construcción de esas casas. Primero por su carácter, después por los problemas de liquidez de esos promotores inmobiliarios, no fue tarea fácil. Ahora se lo cuento. Inició las obras el 8 de julio de ese año. Tendría que terminarlas el 7 de julio de 1893. Pero no fue así. Muchos fueron los problemas, los impagos, los acuerdos no cumplidos. Jover se comprometió a hacer 16 casas en cada uno de los dos primeros años de contrato y 32 en cada uno de los otros cinco años. El 19 de diciembre de 1889 se entregaron las 8 primeras casas edificadas, con un coste de urbanización muy superiores a los previstos que hacían inviable el proyecto de edificación de las demás viviendas. Entre las tiras y aflojas de promotores y constructor, las soluciones mal ejecutadas, la falta de confianza entre ellos, el paso por los tribunales de justicia, terminó siendo el Ayuntamiento quien – el 3 de enero de 1896 - asumió la gerencia del barrio mientras la Sociedad de los 10 se hizo cargo de la liquidación de las obras.

Antes de este desastre, Jover solicitó a la Junta Directiva de la Sociedad de los diez amigos la venta de un solar a precio muy ventajoso para él. Quería construir un enorme teatro que compitiera con el exitoso Teatro Principal de Alicante. Jover argumentó que su nuevo proyecto ennoblecería el barrio de Benalúa y le daría una dimensión que hasta entonces no tenía. Así tendría de todo: mercado, tiendas, instalaciones industriales para sus trabajadores, estación de tren, iglesia … y teatro. Lo consiguió. Era 1888. La concesión de ese terreno estaba bonificada con el cincuenta por ciento siempre que el local no se dedicase a otros usos distintos, y que Jover se comprometiera a otro 50% del coste las obras de la calle para alisarlas y engravarlas. Le concedieron 2.427 m2 entre las calles Alona y García Andreu, dando su fachada principal a la calle Foglietti.

Jover le pondría por nombre Teatro Polo. Era la exaltación de su persona. Las obras se terminaron en 1892. Pero se inauguró más tarde porque faltaba algo imprescindible para que su aforo se completara en cada tarde donde las artes escénicas serían protagonistas: el tranvía. Y así fue, este conectó el centro urbano con Benalúa.

El Polo era un teatro enorme, de proporciones monumentales, elegante, con un escenario de mayor capacidad que el del Principal. Su inauguración oficial fue el 28 de octubre de 1893 con la representación de la zarzuela "El rey que rabió" de Ruperto Chapí, divertida zarzuela que termina con un Salve al Rey después de su aventura fuera de palacio. El éxito de asistencia del estreno fue total. El “ya no hay entradas” en otras representaciones fue lo cotidiano durante muchas tardes. Además de Chapí, interpretaron entre sus tablas o se representaron obras de Guillermo Perrín, Hermenegildo Giner de los Ríos, Rafael Castillo, Vittoria Dominici, Ricardo Pastor Oreste Pucci… Se le llamó el "Teatro del Arte". Todo parecía que iba a ser un gran negocio y el coliseo donde los vecinos de Benalúa y los de toda la ciudad tendrían memorables tardes de teatro, de zarzuela, de música, … De diversión. Pero no fue así del todo.

El teatro Polo estuvo activo sólo durante poco más de tres años. Su declive vino causado por su tamaño porque llenar su patio de butacas era una odisea en cada representación; a su vez, aunque el tranvía conectaba el centro de la ciudad con el barrio no lo hacía con la suficiente frecuencia para que el flujo de público acudiera al teatro a su hora; además se añadían los problemas económicos en la gestión del teatro. Todo ello hizo que cerrara sus puertas demasiado pronto, y que su inmueble pasara a la venta en pública subasta el 18 de marzo de 1897 por 71.376 pesetas. Con el paso de los años el edificio fue utilizado para diversos usos hasta derribarlo en 1934. En su solar se construyó el edificio del Grupo Escolar. Una vez este demolido en el año 2000, desde 2014 ese espacio es la "plaza del Grupo Escolar".

Con el cierre del teatro Polo y los problemas en la construcción de la segunda fase del barrio de Benalúa, Jover se fue apagando poco a poco, dándose por vencido y quedando secuelas en su salud. Así lo dejó escrito "El Heraldo de Alicante" cuando comunicó su fallecimiento el 2 de septiembre de 1908 en un artículo que publicaba tres días después con el título "Descanse en paz". Pues eso.

* Toda la información de este artículo ha sido extraída del libro Callejero biográfico del barrio de Benalúa de Alicante. Editorial Sentido Inverso. Alicante, 2021. De Alfredo Campello y Ernesto Martín

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