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este viernes, 31 de mayo, a las 20 horas, en la sede de la UA en la ciudad de Alicante

José María Asencio: "El sistema es diabólico y utiliza lo más noble para destruir conciencias"

31/05/2024 - 

ALICANTE. Nuestro protagonista, además de juez, es escritor, además de tener la sensibilidad especial de la justicia que deben tener todos los de su pasta, ostenta un sentimiento literario que ha hecho descubrir a un prometedor escritor. José María Asencio Gallego recibe a Alicante Plaza horas antes de presentar su último libro, Entre acordes y cadenas (Editorial Mankell), este viernes, 31 de mayo, a las 20 horas, en la sede de la UA en la ciudad de Alicante. Publica una obra con toques concertísticos en la que recorre la historia reciente usando como brújula temporal una canción determinada que marcó los hechos narrados.

¿Cómo surge la escritura de este libro?

— Siempre he sido un apasionado de la música, mi padre me inculcó el amor hacia ella desde pequeño. Hace unos años él me escribió un poema en el que me decía la frase que encabeza la contraportada del libro, que dice "La música esconde los siglos, pues con ella se escribe la historia". La música es un mecanismo muy interesante para explicar los hechos del pasado, y es que la música ha representado un papel fundamental en la historia, el desembarco de Normandía triunfó gracias a la música.

Dices que la música sirve para explicar o representar hechos del pasado y es cierto que, cuando uno escucha una canción concreta, esta le puede evocar a un tiempo determinado. Lo típico que sucede cuando escuchas una emisora y sale un éxito remember que te produce nostalgia. ¿Cuál es esa canción que, al recordarla, te traslada a un tiempo feliz?

— Hace unos años, en un homenaje a Miguel Hernández, mi padre y yo cantamos juntos una canción, A la libertad, de Miguel Hernández, un poema del autor alicantino versionado por Serrat. Cuando escucho esa canción me acuerdo de mi padre y de Joan Iborra.

Ahora que citas Miguel Hernández: ¿crees que normalmente nos olvidamos de que la música es poesía, que la música que nos llega al alma es una obra poética.

— Totalmente, pero depende de lo que consideramos poesía en sentido estricto, antes se decía que lo que no tenía rima no era poesía. Para mi poesía es la música, para mi poesía es un cuadro, para mí poesía es todo aquello que te llega al alma como tú bien has dicho.

Pablo Guerrero dice en uno de los prólogos del libro que “el pueblo hace la música”, y que todo aquello que el pueblo considere música debe ser tratado como tal. ¿El reggaetón es música?

— Si el reggaetón no es música no sé qué va a ser, luego hay que hablar de si esa música llega o no al alma. Luis Gómez Escolar empezó como cantautor y después compuso varias canciones para autores de estilos dispares, y siempre dice que de joven sintió un poco de vergüenza por alguna de las canciones que había escrito, pero con el paso de los años llegó a la conclusión de que si el pueblo hacía suya una canción, él no tenía derecho a hacer distinciones, que no había salvación si no es con todos.

Hay canciones que marcan una época, me llamó mucho la atención el capítulo dedicado a la canción Ave María, en el que relatas la historia de los castrati. En España hay composiciones como Mi querida España, de Cecilia, que nos evocan a unos hechos determinados.

— Sí, fíjate que la tradición de los castrati continuó en el siglo XIX, pero en el XVIII fue el tiempo donde estuvo más candente. Hay canciones que marcan una época; me viene a la cabeza la de Libertad sin ira, que Diario 16 usó para promocionar su nacimiento, y todo el mundo la asociaba democracia a esa canción. Todo el mundo quería dejar atrás esas rencillas, queríamos dejar de hablar de esas dos Españas de las que hablaba Machado. Esa canción se usó también para la lucha contra ETA sobre todo tras la muerte de Miguel Ángel Blanco. Otras canciones como la de No nos moverán, que tradujo Adolfo Celdran, que escribe uno de los prólogos de mi libro, también marcó una época. La letra escrita por Joan Báez representó una de las consignas en la lucha contra la dictadura franquista. Qué sería de todas las revoluciones, como la de mayo del 68 sin que hubiesen existido esos recuerdos musicales que nos han hecho recordar y conocer esos tiempos.

— Hablabas de Miguel Ángel Blanco. Creo que a todos se nos pone la piel de gallina al escuchar su nombre. Todos nos acordamos de esas manifestaciones de las manos blancas y es curioso el poder de la música para aunar. ¿Crees que la música une?

— La música une y la música desune, las canciones nazis de las que hablo en el libro, enfrentaban. La música tiene un poder muy potente para confrontar, hablo también de las letras que se usaban en la barbarie de Ruanda en la que los hutus masacraron a los tutsis. En el festival de Woodstock la música unió, en 1969 los jóvenes querían mostrar que querían un tiempo nuevo, no hubo ni un solo indecente en el evento y pusieron de manifiesto que a través de la música se puede construir una sociedad mejor.

— En algunos de los capítulos se muestra como la guerra es un germen de la creatividad musical, ¿inspiran los conflictos bélicos para crear música?

La guerra genera sufrimiento y el sufrimiento es esencial en el arte, hay quien decía que es imposible crear arte sin sufrimiento. Hablando con Juan Manuel de Prada, él dijo que la literatura surge de la insatisfacción. Una persona que está totalmente satisfecha difícilmente va a crear algo que sea digno de ser leído. El arte es un grito, y ese grito debe ser desgarrador. De la satisfacción no puede surgir nada que sea digno de ser considerado arte. Muchas obras surgen del sufrimiento de la guerra, buena inspiración de Stefan Zweig procede de la guerra.

— En el libro comentas la relevancia que tuvieron los músicos de la orquesta del Titanic para mitigar o anestesiar la angustia y el sufrimiento en el hundimiento del trasatlántico. ¿Tiene la música la capacidad de reducir el dolor y nuestro pesar en situaciones tan al límite?

— Me viene a la cabeza una frase de Federico Fellini cuando le preguntaron para qué sirve el cine y dijo que no servía para nada. La música no sirve para nada, llevando eso a un aspecto meramente capitalista la música sólo sirve para distraerte de la inminencia de momento de una muerte inevitable.

— Ahora que comentas lo del capitalismo: el otro día pensaba en si el sistema nos quería sobreexcitados al evocar siempre ritmos estimulantes y movidos, me recuerda a esa constante de los comercios en los que no quieres que te recrees y ponen música a toda pastilla para que compres y te marches. ¿Nos quiere el sistema sobre estimulados sirviéndose de la música?

El sistema que tenemos hoy en día es un sistema diabólico que utiliza hasta lo más noble y sublime como el arte y la literatura para destruir conciencias, para crear esclavos, crear súbditos en lugar de ciudadanos, le interesa tener meramente personas que consuman. Le interesa personas que no estén educadas, que tengan un nivel cultural tan bajo que no tengan la capacidad de discernir. Se evade de cualquier medio para conseguir sus objetivos. Aquí lo único que importa es el dinero.

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