ALICANTE. José Enrique Campillo Álvarez (Cáceres, 1948), médico especialista en nutrición, catedrático de fisiología en la Universidad de Extremadura, docente de la UOC en la actualidad, hace una fotografía panorámica de la evolución de la especie humana, desde la perspectiva multidisciplinar del nuevo campo de la investigación histórica denominado ‘Big History’ (Gran Historia), haciendo caminar en paralelo la climatología y la fisiología: la primera resulta determinante al poner a prueba a los seres en una alternancia de ciclos climáticos fríos y cálidos que obligan a desarrollar adaptaciones fisiológicas para poder sobrevivir y cumplir con las fuerzas de la vida: nutrición, reproducción, defensa y socialización, que condicionan toda la evolución humana.
El ser humano ha sobrevivido a otros cambios climáticos más severos, a lo largo de la historia de la Humanidad, una pequeña esperanza ante la alarma actual sobre el ‘nuevo’ calentamiento global.
Un viaje desde el Big Bang hasta la actualidad para comprender cómo el clima ha condicionado la evolución de la vida y de nuestra especie, enmarcado dentro de la Big History, una disciplina por la que apuesta Bill Gates con su Big History Project.
Después de sus obras enmarcadas en la disciplina denominada ‘medicina darwiniana’, centrada en el estudio de las enfermedades de la opulencia, El mono obeso (2004), La cadera de Eva (2005) y El mono estresado (2012), llega Homo climaticus. El clima nos hizo humanos (2018), editado por Crítica.
¿ Qué diferencia hay entre la Filosofía Natural, ese primer enfrentamiento de Heráclito, Anaxímenes o Demócrito con el mundo, y la disciplina actual de la “Gran Historia”, la Big History, en la que usted encuadra su reflexión sobre el clima?
Bueno, una cosa es Filosofía y otra la Historia. Lo de la ‘Big History’ es una cosa que ha empezado hace unos años, a raiz del trabajo de un historiador australiano, David Christian. Todos los libros que ve uno de Historia, parece que todas las cosas transcurren en una habitación cerrada, entre un Cardenal allí sentado, un Rey, la Reina, y no pasa nada más. Sin embargo, fuera hay terremotos, hay volcanes, cambios climáticos. En el 1700 se produjo una pequeña Edad de Hielo, sobre todo en Europa, que produjo hitos como que la caballería de Napoleón conquistó la Armada conjunta anglo-holandesa, que estaba atrapada por los hielos, frente al puerto de Ámsterdam. Es el único caso de la Historia en que una caballería asalta una flota de barcos. La ‘Gran Historia’ se fundamenta en meter el concepto histórico que tú quieras estudiar, en mi caso la evolución de la especie humana, en este contexto global, de manera multidisciplinar: los astros, el clima, si la Tierra en este período estaba más cerca del Sol, todo este tipo de circunstancias que, en definitiva, determinan toda la vida en el planeta Tierra y todas sus manifestaciones.
¿El cerebro, por tanto, es hijo del clima?
“Sí, del frío, totalmente. Además, hay una página web muy bonita, del Instituto Smithsonian, en el que se puede ver esa evolución del cerebro humano, a la par de la evolución del clima. Fue un invento evolutivo precisamente para superar esos últimos 800.000 años marcados por los ciclos de Milankovitch, períodos de 2 o 3.000 años más cálidos, mucho más que ahora, seguidos de otros 3.000 años de fríos glaciares, volviendo a repetirse este ciclo con una periodicidad de 100.000 años. En esas circunstancias es difícil adaptarse al frío, no podían acumularse rápidamente una mutaciones que produjeran una pelambrera tremenda en nuestros antepasados, para defenderse del frío, cuando un par de milenios después, esa pelambrera sobraba, porque venía el calor. Entonces el truco evolutivo fue ese cerebro que permitía al individuo una forma distinta de mirar las cosas, y cuando venía el frío, se fijaba en un bisonte que pasaba por allí, lo mataba, le quitaba la piel y se hacía un abrigo, con el que estaba los 2.000 años de frío y después se lo quitaba. Eso dio pie a la evolución cultural posterior, al salto desde el Neandertal, por ejemplo, que obtenía herramientas por el proceso de vaciado, desbastando una piedra para obtener un cuchillo, afilando un palo para obtener una lanza, a la producción de herramientas mediante la unión de dos elementos diferentes, que es lo que hace ya el Homo Sapiens, acoplando esa piedra trabajada sobre un palo, para construir un hacha.
Y entonces se da el paso del cerebro individual al cerebro colectivo, a la sociedad y la civilización… o civilizaciones marcadas también por el clima.
Sí, claro, no es lo mismo adaptarse durante miles de años a vivir en el norte de Siberia, que en ese mismo período, en la selva del Congo. El clima es un factor condicionador fundamental. Uno de los ejemplos que muestro en el libro sobre eso mismo es la enorme incidencia de un alotipo específico de diabetes, en los países escandinavos, debido posiblemente a que hace miles de años, cuando estaban en plena glaciación, en esas zonas no había ‘verano’ y estaban todo el año bajo cero, durante siglos, para evitar las congelaciones, uno de los mecanismos fue ese, tener un poquito más de glucosa en sangre, que al comer muy poco y hacer mucho ejercicio, hace los efectos de anticongelante. El clima ha sido un disparador de la evolución, eso es evidente. Eso sí, en cuanto nos situamos de 40.000 años para acá, los cambios genéticos producidos por el clima ya son mínimos.
¿Le hemos dado la vuelta? ¿Ahora es la especie humana generadora de cambios en el clima? Lo que se denomina ‘cambio climático antropogénico’.
Yo lo que observo es que, según dicen los paleoclimatólogos, hace 12.500 años acabó la última glaciación y, a partir de entonces, todo ha sido calentarse. En algunos períodos del Holoceno, la época del período Cuaternario en la que aún nos encontramos, ha habido temperaturas mucho más altas que las de ahora. Estamos otro ciclo de Milankovitch, por lo que es probable que la temperatura suba aún más que ahora. La única novedad observable, ya que tenemos datos estupendos, gracias a las perforaciones que se han hecho de los hielos antárticos y en Groenlandia, es que el CO2 y el metano han ido subiendo hasta niveles que nunca se habían alcanzado en los casi 800.000 años anteriores. Si se analizan estos datos desde un punto de vista paleoclimático, el aumento de temperatura no sorprende, está dentro de lo previsible, pero lo que sí sorprende y se sale de marco, es que el CO2 nunca había superado esa proporción de 330 partes por millón, y ahora está en valores cercanos a las 430 partes por millón, según mediciones muy recientes. Esta variación, la del CO2 y el metano, sí puede ser atribuible a una influencia antropogénica.
Si una glaciación es la gran amenaza para la supervivencia de la especie humana, ¿no será el ‘calentamiento global antropogénico’ una especie de mecanismo de defensa de la propia Humanidad?
Bueno, no sé, yo lo que digo en el libro es que al cambio climático es importante, sí, pero que en el Antropoceno, la época en la que según algunos estamos entrando, más alarmante que el aumento del CO2 , por otra parte estupendo para las plantas, por ejemplo, son las islas de plástico y de porquería que estamos tirando en el mar, o todos los efectos de esta urbanización de las costas, de la interrupción de los cauces de los ríos, todas estas cosas que a la larga tendrán más influencia en el clima, que producir algo más de humo. Ya sabes de esa hipótesis según la cual el aumento de metano es debido al aumento intensivo de la ganadería, y los gases que emiten en su ciclo nutricional.
Estamos generando tanta entropía que se desajustan esas cuatro fuerzas vitales universales que cita…
Sí, efectivamente, se está desorganizado ese sistema, produciendo efectos graves sobre plantas y animales, de manera hay quien opina que estamos entrando en lo que se llama la Sexta Extinción, por la cantidad de seres vivos que están desapareciendo. Nosotros hemos sido la única especie, gracias a ese cerebro evolucionado por el clima, capaz de colonizar todos los nichos ecológicos posibles, desde el polo más polar a la selva más húmeda, el desierto más desierto, o las alturas donde no llegaban ni las aves. No hay lugar donde los humanos no hayamos prosperado.
En esta capacidad de adaptación absoluta de la especie, ¿qué importancia ha tenido el concepto de ‘feminización de los machos’?
Ese es un concepto que unos paleoantropólogos crearon tras estudiar miles de cráneos, desde homo sapiens sapiens arcáicos hasta personas de nuestra época, y han ido detectando en ellos una serie de modificaciones en los signos producidos por las hormonas masculinas. Ya se sabe que los andrógenos y la testosterona, sea en un ciervo o en una persona, los cráneos de los machos, o las osamentas, son diferentes que los de las hembras, más gráciles, con el hueso más esponjoso. Este estudio ha permitido observar que ha habido una feminización a lo largo de los últimos 200.000 años. Eso es un fenómeno similar a la selección que hace un ganadero, cuando envía al matadero a un toro especialmente rabioso que se dedica a cornear a todo el mundo, lo que provoca que al cabo de unos años, toda la ganadería se comporta mejor. En plena glaciación, cuando hay que permanecer en una cueva, con un mínimo respiradero, asfixiados de humo por la hoguera que los calienta, durante días, porque fuera hay 30 grados bajo cero y una ventisca tremenda, la convivencia y la socialización era muy difícil. Si encima había un individuo allí especialmente agresivo y molesto, el mecanismo natural era eliminarlo, aunque sea mediante el aislamiento, porque se ponía en peligro la supervivencia del clan. Eso, al cabo de miles de años, ha hecho que prosperaran, que tuvieran hijos que heredaran sus características, aquellos machos más tolerantes y más sociables. Esa es una ventaja de la humanización.
El físico Manuel Lozano Leyva repasa en "El Sueño de Sancho" el conflicto entre la ciencia y las creencias desde las cavernas hasta la actualidad