MADRID (EP). El piloto balear Jorge Lorenzo pondrá fin este domingo a su carrera en el Mundial de Motociclismo, un campeonato en el que fue uno de sus grandes protagonistas durante mucho años y el que su brillo se había apagado repentinamente este 2019, producto de su dificultad para hacerse a la Honda y a las lesiones.
El mallorquín, de 32 años y que llevaba en el Mundial desde que irrumpió con 15 en 125cc con la simbólica Derbi, dirá adiós al deporte que le ha brindado un total de cinco títulos mundiales, el último cerrado precisamente en el mismo escenario en el que se despedirá este domingo, y 68 victorias, 47 en la categoría 'reina'.
Su fuerte carácter y su capacidad de superación le convirtieron en un 'campeón de hierro', impecable e incansable trabajador según dicen los que mejor le conocen, y un auténtico martillo pilón a la hora de marcar ritmo por vuelta y marcharse de sus rivales, pero que también dio la sensación que tenía que tener la moto 'perfecta' para sacar todo su potencial.
Como todos los pilotos, comenzó muy joven en el mundo del motor, animado por su padre Chicho, y dio el salto mundialista con apenas 15 años en 2002. Lorenzo hizo acto de aparición en el Mundial a inicios de mayo de aquella temporada, en Jerez de la Frontera y celebrando del mejor modo posible sus 15 años, convirtiéndose en el piloto más joven en participar en un Gran Premio y fue vigesimosegundo.
Al año siguiente ya mostró sus cualidades logrando su primer triunfo en Río de Janeiro batiendo a rivales como Casey Stoner, Alex de Angelis, Dani Pedrosa o Andrea Dovizioso. No pudo llevarse el título en 125cc en ninguno de los tres años en los que compitió, donde sumó tres victorias, pero sus prestaciones hicieron que Honda se fijase en él para dar el salto a 250cc.
Pero tampoco funcionó su alianza con la fábrica japonesa y fue cuarto en un campeonato que encumbró a un Dani Pedrosa, también a lomos de una Honda, con el que ya empezaba a tener momentos tensos. En 2006 pasó a Aprilia, con la que conquistó sus dos primeros títulos y un total de 17 triunfos, aderezados ya con esas celebraciones 'marca de la casa' que hacían recordar a las del primer Valentino Rossi y una agresividad que fue calmando con el paso de los años.
Sin embargo, en aquella época ya tuvo que mostrar fortaleza mental para lidiar con la mala relación entre su padre y su manager, Dani Amatriain, uno de sus mentores, teniendo que desprenderse de ambos y seguir su camino hacia MotoGP donde le esperaba un desconfiado Valentino Rossi y su imposición de poner un muro para separar los 'boxes'.
Lorenzo replicó con su calidad y su año de 'rookie' fue capaz de quedar sexto, con seis podios, entre ellos una victoria, en la tercera carrera, en Portugal, por delante de Pedrosa y de 'Il Dottore'. Sin embargo, en la siguiente, en Shanghai (China), sufrió una dura caída que le fracturó un tobillo, pero demostró ya por entonces su capacidad para superar el dolor y corrió finalizando cuarto ante el asombro de todos.
Su salto cualitativo se confirmó en 2009 con el subcampeonato mundial tras 'Il Dottore' y no tuvo que esperar demasiado para subir otro escalón porque en 2010 se convirtió en el primer campeón español de la categoría once años después del logro de Alex Crivillé, beneficiado también en parte por la caída de Rossi en Mugello que le allanó el camino.
El nueve veces campeón del mundo puso rumbo a Ducati y Lorenzo se quedó como 'jefe' del equipo. Sin la sombra del italiano, no pudo reeditar corona en 2011 por culpa de Casey Stoner, pero volvió a reinar en 2012, siendo primero o segundo en los 16 Grandes Premios que terminó, mostrando ya una gran madurez de pilotaje.
Las caídas de Márquez le frenan hasta el 'Sepang Clash'
Entonces, irrumpió Marc Márquez. La aparición del de Cervera y otro ejercicio de superación le costaron caro. Se fracturó la clavícula en Assen, se fue a Barcelona a operarse y corrió el domingo para terminar quinto, aunque ese percance le acabó por costar más caro en ese campeonato y el siguiente porque reconoció que no hizo una pretemporada adecuada. Por primera vez desde su llegada en 2008, no peleó con los de delante hasta la parte final del campeonato, coincidiendo con su mejoría física y su renovación por Yamaha.
Aprendida la lección, se esmeró en ponerse a punto físicamente para volver a ser un serio candidatos a acabar con la pequeña dictadura que había impuesto Márquez. No comenzó bien, sin subir al podio en las tres primeras carreras, pero lo compensó ganando las cuatro siguientes y se metió de llena en la pelea por evitar que Rossi ganase su décima corona.
Además, se vio favorecido por la polémica entre el italiano y el de Cervera, escenificada en la penúltima carrera en Sepang y la famosa 'patada' de Rossi al catalán, que le costó el salir último en Cheste. Lorenzo y su martillo pilón no fallaron y conquistaron su último gran éxito.
Desde entonces, sin embargo, ya no pudo estar nunca más en una pugna por el título y tomó la decisión de dejar Yamaha para irse a Ducati para las temporadas 2017 y 2018. La poderosa 'Desmosedici' no era la ideal para su pilotaje, pero aún así logró tres victorias y siete podios antes de aceptar otro reto aún mayor: ser compañero de Marc Márquez.
Con el ilerdense quería formar un 'Dream Team' de 12 títulos mundiales, pero las caídas de final de 2018 y una justo antes de empezar la pretemporada le lastraron en su necesaria adaptación. No rindió como se esperaba, sin ni siquiera estar en los puntos y otra caída más grave, de nuevo en Assen, le empezó a abrir las puertas de un adiós inesperado, pese a todo.