Hoy es 18 de noviembre

JOAQUÍN LEGUINA Y RUBÉN BUREN, AUTORES DE “OS SALVARÉ LA VIDA”

Leguina, sobre la actualidad política: "Es una comedia de enredo, un teatrillo, un sainete o un vodevil”

9/09/2017 - 

La noche del viernes 8 de septiembre ha servido para que arranque un nuevo curso de las Veladas Literarias de Maestral, patrocinadas por Vectalia, con nueva imagen y una novela de estreno. Estas citas mensuales de referencia para conocer a autores de primera fila y al mismo tiempo degustar un menú gastronómico de nivel inspirado en cada novela, comienzan con una obra recién salida de la imprenta -su presentación fue el 5 de septiembre, y tres días después los autores, Joaquín Leguina y Rubén Buren, están en Alicante para presentar “Os salvaré la vida”-, una obra a cuatro manos que sirvió a sus autores para obtener el Premio Novela Histórica de Alfonso X El Sabio 2017. Con motivo de esta velada literaria, se ha elaborado exprofeso un vino tinto joven bajo el nombre de Amapola, la hija del protagonista y uno de los personajes principales de la obra, así como un menú definido por la complejidad del período histórico, a cargo del chef de Maestral.

“Os salvaré la vida” recrea la vida de Melchor Rodríguez, personaje histórico y singular apasionante con un papel infravalorado hasta ahora durante la Guerra Civil y en la trayectoria del anarcosindicalismo español. Director de Prisiones, evitó vejaciones en las cárceles y ejecuciones irregulares y arbitrarias. Tras la guerra, fue detenido y juzgado. En uno de los consejos de guerra al que fue sometido, en una escena casi de película, solo el testimonio del general del bando nacional Muñoz Grandes y miles de firmas de personas a las que había salvado, de todo sesgo político, evitaron que lo condenaran a pena de muerte.

Joaquín Leguina, estadístico, escritor, presidente de la Comunidad de Madrid durante doce años, ha publicado otras novelas de gran impacto como “Tu nombre envenena mis sueños” o “La luz crepuscular”. Rubén Buren, por su parte, es dramaturgo, músico, humorista, pintor, guionista y director de teatro y cuenta con la Mención Especial Lope de Vega de Teatro, 2010, además de ser descendiente directo de los personajes sobre los que gira la trama de la novela.

Antes de su encuentro gastronómico, nos sentamos alrededor de una mesa redonda, prestada por los compañeros de Alacantí TV.

¿Hay un intento de proyectar sobre el presente el tiempo de la Guerra Civil, recuperando esta historia?

(al unísono) No, no se trata de recuperar una historia o un tiempo, sino un personaje muy poco conocido. (Joaquín Leguina) Apenas hay una biografía sobre él. En este caso, Rubén –que és biznieto del personaje de Melchor Rodríguez, el personaje central de la novela- empezó a trabajar por su lado y yo por el mío, en la recuperación de esta figura, y acabamos encontrándonos, gracias a un amigo que nos juntó. Y a partir de ahí, hemos trabajado muy duro en ello. Hay que decir que aunque la versión definitiva editada tiene unas 300 páginas, nosotros acabamos con más del doble.

(Rubén Buren) ¿Por qué recuperamos a Melchor? Porque Melchor significa diálogo, incluso diálogo con sus enemigos. Es una persona que salvó más de 20.000 vidas durante la Guerra Civil, en unos tiempos muy oscuros, donde las venganzas familiares y personales afloran, y Melchor es una demostración de que en este país, si nos sentamos a dialogar, somos capaces de hacerlo. Es justo el momento. Melchor es la justificación que por encima de cualquier grado de violencia está el diálogo y el respeto a las otras personas, aunque no opinen igual. Yo soy anarquista, Joaquín es socialista y a base de vino y jamón nos hemos entendido. Además de que el personaje es muy desconocido. A parte de la biografía de Alfonso Domingo y del documental realizado el año pasado, en el que también participé, ganando un premio en Sevilla, pues apenas se conoce.

Entonces, en estos tiempos de dominio total de lo audiovisual, apostás porque la literatura sirve para transmitir ideas y recuperar memoria…

(JL) Sí, claro, más allá del audiovisual están las palabras y las emociones, es una novela de emociones, de personajes. No es un libro de historia al uso, es un producto de novelistas

(RB) Aunque hay mucha investigación histórica detrás, por parte de los dos, hemos querido huir de ese ensayo histórico, para construir una novela que emocione, al menos esperamos que emocione, de pobres, costumbrista, de un Madrid lleno de obreros, de gente intentando atravesar ese final de la Guerra Civil tan desastroso. En la Guerra Civil hay veinte guerras dentro. Por ejemplo, otro dato poco conocido es la guerra civil que se establece entre anarquistas y socialistas por un lado, y comunistas por otro, en el año 39. Especialmente en Madrid, València y Alicante, porque Alicante es importante en el desenlace de la trama.

(JL) Pero especialmente en Madrid, es una novela ambientada en Madrid, con un personaje andaluz que se casa con una madrileña, cantaora y bailarina. Bueno, no se casan, ya que él es anarquista, conviven y tienen una hija, Amapola, que es la clave de la novela, la columna central.

(RB) Amapola, que era mi abuela, que faltó en 2012, y que hasta entonces me fue destilando la historia de sus padres, y la suya propia.

(JL) Es una novela galdosiana.

¿Y trabajar a cuatro manos?

(JL) Pues tiene sus inconvenientes, pero yo he aprendido mucho de este señor, y él puede que algo de mí. Hemos podado mucho para que al final no se distinga quién es quién en la prosa. Cuando entregamos el manuscrito a la editora, nos dijo que apenas le dábamos trabajo, porque estaba ya todo editado.

(RB) Hemos hecho un trabajo muy interesante, una vez que tuvimos esa versión definitiva de 600 páginas, que fue unificar estilos. Hasta ese momentos nos habíamos repartido las tramas y cada uno había redactado por su cuenta, pero una vez que tuvimos el esqueleto total, nos leímos uno al otro y corregimos hasta que diera la sensación de que había sido una sola persona la que había redactado todo el texto.

Y con ese sentido literario, esta actualidad nuestra, con todos los temas que cada día incendian la prensa: recortes, Catalunya, las luchas intestinas en los partidos, la corrupción… ¿cuándo será novelable?

(JL) Bueno, esto es una comedia de enredo, que produciría más un teatrillo, un sainete o un vodevil. Espero que se quede en vodevil, y no venga nadie a caballo…

(RB) Justo es lo que comentaba antes, esta novela trata de esto, de la reinvención de los pasados por parte de la derecha, de la izquierda, de los nacionalismos, como de los no nacionalistas, que todos, en algún momento, tienen una biografía reinventada.

(JL) En la novela hay muchas críticas a la época, al PSOE, a la CNT… es una época terrible, una tragedia de dimensiones inabarcables. Ahora se quiere edulcorar todo eso, y contar unas películas de buenos y malos que no vienen a cuento.

¿Estamos empezando un proceso que podríamos denominar de chavesnogalismo?

(JL) Yo creo que por suerte sí, eso que se llamó “la tercera España”, se está imponiendo. Y luego hay unos historiadores modernos, serios, que han estado ocultos durante mucho tiempo, después de cuarenta años de discurso oficial sobre “la salvación nacional que representó el franquismo”, y ahora ha venido a vernos una nueva izquierda, la de Podemos y compañía, que se ha hecho separatista y que quiere imponer como buena y excelente la República, sin matices. La novela, a parte de ser para todos los públicos, también deja claro que está en esa línea, en la de esa “tercera España”.

(RB) Yo quiero dejar claro que la izquierda no es nacionalista. La novela trata sobre el anarquismo, de anarquistas y de su silenciamiento a lo largo de la historia. ¿Cuántas películas hemos visto, cuantos libros hemos leído, en que el anarquismo sea el protagonista positivo, donde no sean señores que ponen bombas o violentos? Hablamos del Noi del sucre, de Pestaña, de Melchor, de Vallina, de personas que establecieron muchos principios que ahora estamos disfrutando. Mi abuelo estuvo en la carcel para que no trabajáramos los domingos, parece una tontería, pero entonces era revolucionario. Que las mujeres pudieran votar… bueno, realmente, que las mujeres tuvieran libertad, ya que los anarquistas no querían votar. Todo esto es lo que hemos querido mostrar en la novela, pero sin revanchismos, yo creo que la novela no le va a gustar a la gente que le guste Carrillo, porque Carrillo sale muy mal en la novela.

(JL) Y menos mal, porque todavía podría salir peor.

next
x