El músico Joan Miquel Oliver celebra el 15 aniversario de Surfistes a camera lenta y repasa su carrera musical en concierto íntimo en el Teatre El Musical
VALÈNCIA. En el año 2006 Joan Miquel Oliver publicaba Surfistes en càmera lenta, un álbum en el que el músico mallorquín reflexionaba sobre todo a su alrededor con muy pocos recursos y muchas ilusión por crear algo en un momento en el que “componía con todo lo que pillaba”. El álbum cuenta, entre sus instrumentos, con juguetes, sonidos de "andar por casa" y muchos efectos sonoros grabados con una producción lejos de ser excelente “pero así es el álbum”. Todas estas cualidades, a su vez, hacen que el 15 aniversario sea tan especial, ya que obliga a realizar una retrospectiva-introspectiva sobre lo que supuso hacer ese trabajo en aquel momento, en el que Joan Miquel hizo historia con su primer trabajo musical.
En conversación con Culturplaza el artista realiza un viaje mental para comprender las claves del disco y el porqué de su música en aquel entonces. Un análisis que comienza inevitablemente por un “cómo ha cambiado todo”, y que a su vez valoriza mucho más la innovación de aquel entonces: “A día de hoy en el ordenador tienes todos los sonidos que te imagines, con un archivo infinito de sintetizadores y efectos sonoros”, explica el artista, “actualmente sí que puedo confesar que estoy dentro de ello, he caído en el mundo digital pero ahora no podría haber existido disco, al menos no con estas herramientas”. Eso es lo que lo hace único, lanzarse en el momento en el que fue y con los recursos con los que el artista contaba, que ahora tienen una nueva sonoridad gracias a la reedición del disco en formato vinilo y que se acompaña con una nueva gira para darle vida.
Sobre el escenario del Teatre El Musical el cantante y compositor puede darle una nueva forma y cuerpo al trabajo, que no pudo tener en 2006 porque considera que no tuvo las herramientas para “saber defender” el disco como tocaba, en el directo: “Ahora llevo centenares de conciertos a la espalda y puedo recuperar las canciones de forma más solvente”, explica. Ese paso que lo acerca a la perfección le hace pensar también en la forma que tenía antes de hacer las cosas, en lo que antes “conllevaba mucha faena ahora tarda muy poco tiempo”, y además ahora sabe identificar lo que es mejor para cada tema, porque es en este momento de su carrera musical en el que siente que puede “hacer lo que quiere, no solo lo que puede”.
“Yo hace 15 años no sabía ni que era capaz de hacer, aún. Cree un disco totalmente experimental en el que ni era consciente del nivel de voz y ni de todo lo que iba a poner en marcha. Es un disco en el que me podía explicar a mi mismo que podía hacer cosas en solitario y que era capaz”, reflexiona el cantante. El trato humano a los temas hace que su naturalidad arrase en el escenario, y que tenga ese efecto sorprendente que siga calando en el público sin importar el tiempo que pase: “Es una composición que comprende toda una polifonía, da igual que suene un pito que un ruido, ahí es donde está la gracia”, nada envejece gracias a las nuevas interpretaciones, y a aquellos que le acompañan en la gira función tras función.
Lo que sí que cambia es el ambiente, Oliver contempla que la pandemia ha dejado muchas novedades musicales, en lo que parecía un momento compositivo muy fuerte, aunque no coincide con que el encierro sea excusa para hacer las cosas: “Vivimos en un momento de sobreproducción, y yo creo que ya está bien. Siempre hemos tenido tiempo para hacer muchas cosas”, explica. Lo que si que contempla ventajoso son las nuevas herramientas, algo que está explorando de cara a su siguiente disco: “Yo no dejaría de hacer algo porque pueda hacerlo todo el mundo”, explica entre risas, “con las herramientas que hay en hoy en día se puede recrear cualquier sonido”. Sin embargo, no volverá a hacer lo mismo que en Surfistes en càmera lenta, queden prevenidos los fans de este estilo: “La música que cree hace 15 años no tendría sentido hacerla hoy”, pero es por algo positivo, y es que hace tanto tiempo Oliver “ni siquiera era capaz de saber lo que realmente era capaz de hacer”.