ALCOY. Un grupo de investigación ubicado en el Campus de Alcoy de la UPV ha desarrollado técnicas avanzadas para la destrucción de nano y microplásticos en el agua, con buenos resultados. En concreto, han utilizado procesos de degradación mediante oxidación a través de dispositivos conocidos como electrolizadores, materia en la que este grupo de investigación del Campus tiene una dilatada experiencia, y se hallan inmersos en el desarrollo de un prototipo que les permita trabajar con un volumen de agua y de residuos mayor.
Se trata del grupo ‘Electrocatálisis, síntesis electroquímica y caracterización de polímeros (Gesep),’, que pertenece al departamento Ditexpa, al frente del cual se encuentra Francisco J. Cases Iborra, y del que también forman parte los profesores Javier Molina Puerto y José Antonio Bonastre, así como el doctorando, Rubén Rodrigo Roca.
La solución ideal para evitar los efectos nocivos de los plásticos es el reciclaje si bien en la actualidad solo se recicla el 30% de lo que se produce en Europa, lo que supone estar lejos de los objetivos más optimistas. Mientras, una segunda solución pasa por separar los residuos, después analizar y clasificar y, finalmente, destruir o degradar los plásticos, una solución poco desarrollada y que es en la que trabaja el grupo del profesor Cases.
El proyecto se inició en 2021
Este proyecto se inició en 2021, cuando eran escasas las publicaciones científicas sobre oxidación electroquímica de micro y nano plásticos, y con el paso de los años ha crecido el interés de los investigadores. Según explican, la existencia de nano y microplásticos sobre todo en los entornos acuáticos, como son mares, ríos y lagos, cada vez es más elevado y el riesgo de afectación sobre los ecosistemas y, con ello, sobre el planeta crece exponencialmente.
A la hora de hablar del proceso que llevan a cabo, hay que mirar en primer lugar hacia las plantas de tratamiento de aguas residuales, y aunque se elimina una parte importante de los plásticos existentes en dichas aguas, principalmente atrapándolos en el lodo, estas instalaciones aumentan la concentración de microplásticos en el punto de descarga y, además, estos pueden retener algunos contaminantes como metales pesados, contaminantes orgánicos persistentes, bacterias o virus, aumentando su efecto tóxico, tal y como explican. De esta manera, las plantas de tratamiento de agua son una fuente importante de plásticos liberados en el medio ambiente.
Por otra parte, las técnicas de separación, que son uno de los procedimientos más utilizados, reducen la cantidad de microplásticos en el agua tratada, reduciendo así la contaminación posterior de las masas de agua. Sin embargo, presentan el problema de que estas tecnologías de tratamiento solo promueven la transferencia de fase, del líquido al estado sólido, generando así residuos peligrosos. Además, si se almacenan, son materiales activos y, como en el caso de las EDAR, pueden retener contaminantes tóxicos y microorganismos, por lo que el objetivo final debería ser, desde su punto de vista, su degradación y destrucción, como apuntan.
Para conseguir la degradación de los micro y nano plásticos el grupo de investigación está usando tanto electrodos comerciales como ánodos fabricados en el laboratorio del Campus. Los resultados obtenidos, hasta el momento, demuestran un buen comportamiento de estos ánodos en la destrucción de los nano y microplásticos porque los electrodos ensayados permiten trabajar a altas densidades de corriente con buena estabilidad.
El objetivo es que estos procesos de oxidación electroquímica, en el caso de materializarse en prototipos experimentales y posteriormente industriales, puedan aplicarse, en origen, a cualquier estructura de tratamiento y almacenaje de agua previamente a su vertido a ríos o mares.