¿Está la inteligencia artificial comiéndole terreno a los artistas? A través de la visión de diversos artistas que emplean el algoritmo para crear, un galerista que exhibe piezas digitales y un experto en desarrollo de la Inteligencia Artificial Culturplaza plantea un debate sobre los peligros y las ventajas de esta nueva herramienta
VALÈNCIA. En este momento se nos llena la boca con el apoyo a los artistas emergentes y a los locales, adquirir piezas de gran renombre ya no es el gran mantra y empieza a cobrar más sentido en el mercado un perfil que acabe de salir al mercado con nuevas "visiones". La innovación es lo que mueve el mercado del arte, sin embargo, tal y como va avanzando el mundo y las nuevas tecnologías, puede parecer que algunas novedades van a "comerse" el camino tradicional, como está sucediendo con el arte y las inteligencias artificiales. Para comprender el debate dialogan con Culturplaza los siguientes perfiles: en el bando de los artistas nos encontramos con la artista Lola Zoido, quien se ha alzado con el galardón de artista reconocida en Abierto València gracias a una muestra en la que exhibe piezas generadas con la ayuda de la Inteligencia Artificial, la artista valenciana Anisph, que emplea esta herramienta como ayuda para inspirarse y finalmente el coordinador del estudio Playmodes, Santi Vilanova, quien junto a su equipo genera música a través de los algoritmos.
También forman parte del relato los expertos. En nombre del arte el galerista Óscar Segrelles, quien fue el primero en València en acoger en su galería una obra en formato NFT y se atrevió a exhibir una pantalla como si de un cuadro se tratase. En nombre de la investigación y la ciencia Carles Sierra, director del Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial del CSIC y presidente de la Asociación Europea de Inteligencia Artificial. Se abre la sesión: ¿Qué peligros y qué ventajas tiene el uso de las inteligencias artificiales en el mundo del arte?, ¿pueden llegar a sustituir al artista?... Y se busca la respuesta a esta pregunta: ¿Son aliados o enemigos? En un diario digital (pero sin IAs al control) se establece esta conversación que bien cabría revisar de aquí a unos años, en un futuro en el que puede que algunos redactores hayan sido sustituidos por estas herramientas.
Para comprender el debate cabe, ante todo, ser conscientes de hasta dónde puede llegar una Inteligencia Artificial y sus posibles funciones. En su definición básica, la IA (nombre abreviado) es un programa de computación que sirve para realizar acciones que replican los caminos de la inteligencia humana. Entre sus acciones pueden encontrarse las siguientes: traducción de textos, autocompletado de frases, generación de ensayos propios a través de contenidos albergados en la red, e incluso pueden llegar a generar imágenes con conceptos que se puedan encontrar en internet. Dicho esto, si a una inteligencia artificial se le da la mano esta genera el brazo, así lo explica Sierra: “Todo lo que existe en la red se puede crear a través de una inteligencia artificial, con su interpretación puede generar combinaciones explorando espacios a los que nadie ha llegado antes. Estos sistemas los puede comprender la inteligencia artificial como parte del terreno a explorar”.
De esta manera, si en la red viven los artistas, la inteligencia puede apropiarse de sus estilos propios. Ya han aparecido páginas en la que los artistas venden sus derechos a la inteligencia artificial para que esta replique directamente sus estilos, y ya hay perfiles que cobran por emplear las palabras exactas que introducen en una inteligencia artificial para generar un relato: “Al final se trata de saber utilizar bien la herramienta, que funciona por códigos. Si le pedimos a la aplicación que genere un nuevo cuadro de Rembrandt lo hará, y puede incluso añadir el espacio que lo rodearía, pero para eso hay que saber bien qué comandos introducir”, explica Sierra.
Las artista Zoido empleó una herramienta de IA para ayudarle con una de sus obras. En el caso de su muestra The Garden I’ll Never Get To Have, una de las piezas centrales de su muestra está generada por esta herramienta, unas columnas que muestran en parte un mundo que solo la Inteligencia Artificial podría llegar a ver: “Al final, en mi relato quería que esas estructuras sostuvieran ese futuro que no sabemos si llegarán. En el caso de estas columnas pedí que generaran un precioso paisaje que solo vería la IA” ¿Qué hubiera pasado si Zoido hubiera introducido otros parámetros? Tal vez eliminando la palabra hermoso mundo ni siquiera se hubiera visto una pradera verde, o si hubiera escrito universo en vez de mundo se podría haber generado un monumento diferente: “Al final el peso del relato lo añade el artista, a mi me gusta verlo como una herramienta a la hora de trabajar", comenta la joven artista.
Ahora bien, cabe tener en cuenta el avance agigantado de esta nueva herramienta. Una cosa es emplearla a modo de inspiración como "un nuevo punto de vista", como hacen Zoido y Anisph, y otra es cambiar al artista por esta herramienta. Es normal que en un principio la sensación que aparezca sea de miedo, tal y como lo contempla Sierra, pero cabe tener en cuenta que en el mal uso de la IA solo toma parte el intermediario: "Algo que no podrá sustituir nunca la IA es el contacto humano, la explicación social. Obviamente de aquí a unos años la IA habrá cambiado mucho, y nuestro mundo también, solo habrá que ver qué papel tienen las personas en este momento y cuál es su esencia en según qué trabajo". Miedo es la palabra con la que se puede asociar este paso agigantado, sin embargo Anisph lo contempla como cuando Photoshop apareció y muchos fotógrafos vieran peligrar su profesión: "Finalmente se demostró que simplemente era una herramienta que multiplicaba sus posibilidades y agilizaba sus procesos", comenta aliviada, "a día de hoy, los resultados de la IA salen de una conversación y relación directa con el artista, que también depende totalmente del valor y la historia que éste tiene detrás".
Siendo positivos, el relato puede ser beneficioso si hacemos que la máquina recree algo que ahora mismo sería imposible generar. En el caso de Playmodes, especializados en tecnología, creatividad y softwares, trabajan en uno de sus espectáculos en generar una partitura musical que nace inspirada en el trabajo de los compositores compositores de principios del Siglo XX: “Esto está hecho con código, aunque hay un estudio previo. Se estudian las partituras tradicionales para luego enseñárselas a la máquina. Mediante algoritmos modelamos todas estas ideas en nuestra interpretación, generando cada vez unas partituras totalmente nuevas”, explica Vilanova. Cuando generan esta partitura se trabaja un concierto en el que el artista es quien marca la nota final, y quien realmente toma la última decisión de la interpretación. En ambos casos, tanto en el arte como en la música es el agente intermedio, la persona, quien efectúa la interpretación libre de lo que le ofrece la IA: Zoido interpreta lo que recibe de la máquina y los músicos que interpretan las partituras generadas por Playmodes son los que ponen la nota final.
Partituras generadas por un algoritmo, de Playmodes
La artista valenciana Anisph emplea la IA como aliado, que le permite “ampliar el campo de visión en nuevas direcciones”, principalmente si hablamos de la creación de nuevas piezas: “Los artistas digitales estamos en continuo aprendizaje y creo que es fundamental investigar las nuevas herramientas. He usado DALL·E 2, Midjourney y StableDiffusion”. Las tres herramientas que comenta son inteligencias artificiales abiertas al público, en las que se puede introducir cualquier comando y generar un pack infinito de imágenes que le dan una nueva vida al concepto introducido. En opinión de la artista tiene, como toda innovación tecnológica, una parte de usuarios que hacen un uso responsable y gente que no, no es lo mismo que un artista emplee esto para inspirarse que que alguien lo use para hacer su trabajo desde 0. “¿El photoshop desfavorece el trabajo de los fotógrafos? Plantea la artista, y se responde: Las obras con IA en la mayoría de los casos suponen un gran trabajo artístico al que además se le añade el valor de saber utilizar esta herramienta”.
A pesar de que la IA pueda generar todo lo que pedimos realmente siempre hay un factor a valorar, la calidad humana. Segrelles valora que la idea antes la tiene que manejar un humano que una máquina, y que al final la IA lo que hace es emplear objetos ya existentes. Sin embargo el arte avanza y sigue tendencias, algo que la máquina no haría a no ser que el usuario se lo pida: “El arte intenta transgredir y avanzar en los estilos, las máquinas hacen lo que tú les dices. Lo que queremos es innovar, y el artista al final es una persona a la que admirar, no lo es una máquina. Todos tenemos acceso a una máquina de fotografía y no por ello somos fotógrafos, para que el mercado y los museos reconozcan a los artistas es necesario tener en cuenta la trayectoria y el contexto que aplican estos”. Sierra realmente explica que la IA en si está generada por personas en cierto modo, dentro de este concepto cabe tener en cuenta que la máquina no es capaz de “contextualizar”, tan solo aplica códigos y obedece.
Así pues lo que da valor a la obra es la mano humana que se introduce entre las historias, aquella que de verdad es capaz de ubicar la obra ponerle un contexto y dar motivo a la creación: “Hay un informe que explica que, con la tecnología actual, se podrían automatizar el 50% de los trabajos. Sin embargo, no hemos llegado a ese presente de momento”, comenta el experto, “obviamente hay tareas mecánicas o de investigación que se pueden automatizar y con la que se puede ganar mucho tempo, pero no podemos pedirle a una máquina que razone”.
¿No puede pensar la máquina por sí misma? Sierra rectifica y explica que la IA puede avanzar mucho en apenas 20 años, y que de momento se está estudiando la forma de diseñar inteligencias artificiales que puedan tomar decisiones según los valores sociales. Por ejemplo, si hay una máquina que efectúa una tarea como pueda ser la de alimentar a una persona que está en cama podría comprender que la boca cerrada implica que no se desea su servicio, detectando ahí el lenguaje de la persona. Sin embargo, tal y como Sierra lo explica, esta "decencia humana" no podrá contextualizar las obras de los artistas, ni sustituir a años de formación, técnicas e incluso "voluntad de transgredir", tal y como comentaba Segrelles sobre el avance del mundo del arte: "Compramos arte porque compramos la historia de esa persona", explica el galerista, "siempre va a existir el artista como persona a la que admirar, no nos podemos quedar en el óleo y el lienzo toda la vida, pero este avance no tiene por que ser algo temible tampoco".
Tal y como comentaba Sierra la máquina llegará a razonar, eventualmente, y sin embargo esto puede no suponer una catástrofe para el mundo de la cultura y el arte. Tras el arte y las creaciones siempre está la intención de los artistas, ya sea generando música con algoritmos como es el caso de Playmodes o empleando la IA como aliada para crear, como es el caso de Zoido y Anisph. Si la máquina aprendiera ética puede que comprendiera, tal vez, que todos estos perfiles han adquirido un valor propio por su trayectoria, sus experiencias y a través de su manera de ver el mundo. Sin embargo, cabe ponerse también en lo negativo, hay muchas personas que pagarán a la IA para obtener un retrato al estilo de equis artista, y otras muchas personas que pagarán a un programador para que utilice el código perfecto. Estas personas serían lo que comprendemos como "malos usuarios", aquellos que tal vez también publicarían obras en redes sin citar autoría.
Al igual que en el momento en el que vivimos se intenta buscar un apoyo del artista local o el emergente, no podemos evitar buscar la innovación, como se comenta al principio de este artículo. Es por ello que el avance, en materia de tecnología, es inevitable. Sin embargo, el artista aporta ese valor único a la obra que no podría aportar nunca una IA, y puestos a pagar a un usuario para que genere un texto perfecto para introducir al algoritmo, mejor pagar al artista que vive de ello. La máquina facilita la vida al ser humano, no le sustituye, aunque pueda parecerlo. La calidad humana es lo que prevalece de cara al mundo, y más aún cuando se habla de los artistas. Aunque Zoido, Anisph, Vila, Segrelles o Sierra quisieran ser sustituidos por una IA no podrían, sus valores no cabrían en una memoria RAM ni su algoritmo podría haber contestado a las entrevistas, ¿o tal vez sí? A su versión humana les habría carcomido el sentimiento de la culpa...