ALICANTE. Un infarto, conocido médicamente como infarto de miocardio, es una condición potencialmente letal que ocurre cuando el flujo de sangre al corazón se ve bloqueado, generalmente por una acumulación de placa en las arterias coronarias.
Esta obstrucción impide que el oxígeno y los nutrientes lleguen al músculo cardíaco, causando daños o muerte en sus tejidos.
«La primera causa de los infartos de miocardio y de los infartos cerebrales son las placas de colesterol de nuestras arterias», confirma la Dra. Silvia Silva, del Servicio de Cardiología del Hospital Quirónsalud Torrevieja.
«Si no controlamos estas placas», continúa la especialista, «aumentan su tamaño, se ablandan y pueden fisurarse, haciendo que el colesterol entre en contacto con la sangre. Esto desencadena un gran coágulo que obstruye las arterias e impide que la sangre llegue a los tejidos del corazón. Por eso, el colesterol no se considera un factor de riesgo, sino una de las principales causas de infarto al miocardio».
Otro de los principales desencadenantes de los ataques al corazón es la lipoproteína A, un tipo de colesterol malo que no se suele pedir en las analíticas rutinarias.
«El problema de la lipoproteína A es que no responde ante la dieta o el deporte y debe ser controlada con medicación. Además, aumenta las probabilidades de infartos de miocardio a edades tempranas, ya que es un tipo de colesterol hereditario».
Existen algunos síntomas días antes de un infarto que pueden ponernos alerta, como las molestias en el pecho o el entumecimiento en el brazo izquierdo.
Respecto a los síntomas de un infarto inminente, la Dra. Silvia Silva destaca:
Dolor o molestia en el pecho. Es el síntoma más común y puede manifestarse como sensación de presión, opresión, ardor o dolor que puede durar minutos o ir y venir de manera intermitente. También se puede sentir una especie de banda apretada alrededor del pecho, como una indigestión intensa. «Algo así como si tuviésemos algo pesado apoyado sobre el pecho, aplastante y fuerte».
Dolor que se irradia. En el infarto agudo de miocardio, el dolor puede extenderse desde el pecho hacia el brazo izquierdo, la mandíbula, la espalda o el cuello. «Algunas personas experimentan dolor en el brazo derecho, el estómago o entre los omóplatos».
Dificultad para respirar. Ante un infarto fulminante, algunas personas sienten dificultad para respirar, «como si les faltara el aire» incluso sin estar haciendo un esfuerzo físico.
Sudoración profusa. Otro de los síntomas de ataque al corazón es la sudoración excesiva. Debemos ponernos alerta si es «fría y pegajosa» y se acompaña de algún otro síntoma.
Náuseas, vómitos, indigestión o mareos. Algunas personas pueden sentir náuseas, tener arcadas o vomitar, o experimentar «malestar estomacal similar al de la indigestión» antes de sufrir un ataque al corazón. También pueden notarse “mareadas o aturdidas” mientras están sufriendo un paro cardíaco.
Por otra parte, la Dra. Silvia Silva, de Quirónsalud Torrevieja, recuerda que los síntomas de un infarto en hombres no son los mismos que los de un infarto en mujeres o en mayores.
Si creemos que alguien cercano está sufriendo un infarto, debemos:
Llamar a los servicios de emergencia cuanto antes.
Hacer que se siente o se recueste en una posición cómoda y en la que pueda descansar.
Si sabemos que tiene medicamentos para infartos, administrárselos.
Intentar mantener la vía respiratoria abierta y despejada.
Si deja de respirar o no tiene pulso, realizarle un RCP (solo si estamos entrenados/as para ello).
No ofrecerle alimentos ni bebidas.
Mantenerle bien abrigado.
Proporcionarle apoyo emocional, hablarle con calma e intentar transmitirle seguridad y tranquilidad.
La reacción del equipo médico dependerá del tipo de infarto y de los órganos afectados, ya que no es lo mismo sufrir un infarto de miocardio que un infarto cerebral.
En esta línea, la especialista del Servicio de Cardiología del Hospital Quirónsalud Torrevieja Silvia Silva nos habla del «Código Infarto», un protocolo de emergencia de este hospital para acelerar el diagnóstico y tratamiento ante síntomas de infarto agudo de miocardio (IAM).
«El sistema está diseñado para minimizar el tiempo entre la llegada del paciente al hospital y la administración del tratamiento, mejorando las posibilidades de recuperación y reduciendo el daño al músculo cardíaco», añade la Dra. Silva.
Reconocimiento rápido de los Síntomas
Identificación de síntomas comunes (dolor o malestar en el pecho, dificultad para respirar, sudoración, náuseas, y dolor que se irradia al brazo, cuello, mandíbula o espalda) y evaluación inicial.
Diagnóstico Inmediato
Se realizan pruebas como Electrocardiograma (ECG) y análisis de sangre.
Activación del Equipo de Código Infarto
Ante un ataque al corazón, interviene un equipo multidisciplinar formado por cardiólogos, enfermeros especializados, técnicos en radiología y personal de la sala de cateterismo.
Además, se activa un sistema de alerta que notifica al equipo para que se prepare a recibir y tratar al paciente de inmediato.
Tratamiento Rápido
El tratamiento de un ataque al corazón puede incluir:
Terapia Trombolítica.
Angioplastia Primaria.
Cirugía de Bypass.
Según la encuesta de Salud de la Fundación Española del Corazón (ESFEC), realizada por la Fundación Española del Corazón (FEC), casi el 60% de la población española tiene dos o más factores de riesgo cardiovascular.
El Dr. Alejandro Pascual, especialista de la Unidad de Cardiología de Quirónsalud Alicante explica que, para prevenir los infartos, es necesario:
Identificar y controlar los factores de riesgo.
Verificar periódicamente que la salud cardiovascular está en buenas condiciones.
Los factores de riesgo cardiovascular y ataque al corazón pueden ser modificables o no modificables.
«En el primer grupo, incluimos cuestiones relacionadas con el estilo de vida como sobrepeso, tabaquismo, colesterol alto, sedentarismo o estrés; en el segundo, destacan la edad (el riesgo aumenta a partir de los 45 años hombres y de los 55 en mujeres), el género (los hombres son más propensos a sufrir ataques al corazón e infartos cerebrales, aunque el porcentaje es similar en mujeres tras la menopausia), los antecedentes familiares o la raza».
Respecto a las pruebas para controlar la salud cardiovascular, «pueden ser solicitadas por el especialista y dependen de cómo nos encontremos en cada momento», aunque algunos controles médicos rutinarios pueden alertar sobre un riesgo potencial de infarto, como «oscultaciones con ruidos anormales, tensión arterial elevada o resultados preocupantes en analíticas de sangre».
Respecto a las pruebas que debemos solicitar al cardiólogo, el especialista de Quirónsalud Alicante enumera:
Electrocardiograma (ECG o EKG). Registra la actividad eléctrica del corazón y detecta problemas como ritmos cardíacos anormales, daño cardíaco agudo o crónico, y signos de obstrucción arterial.
Ecocardiograma. Utiliza ultrasonidos para crear imágenes del corazón en movimiento y en tiempo real. Proporciona información detallada sobre la estructura y función del corazón, el tamaño de sus cavidades, la fuerza de bombeo y la función de las válvulas.
Pruebas de esfuerzo. Evalúan la respuesta del corazón al ejercicio físico. El paciente realiza ejercicio en una cinta rodante o en una bicicleta estática mientras se monitorea su actividad cardíaca. Pueden incluir el ECG de esfuerzo o pruebas de estrés nuclear.
Holter o monitorización ambulatoria. El objetivo es monitorizar la actividad del corazón durante periodos prolongados (24 horas o más) mientras el paciente realiza sus actividades habituales.
Pruebas de laboratorio. Permiten evaluar los niveles de colesterol, triglicéridos, glucosa en sangre y otros marcadores cardíacos que pueden indicar daño al músculo cardíaco, como la troponina.
Angiografía coronaria. Consiste en introducir un catéter a través de una arteria en la ingle o el brazo e inyectar un líquido de contraste para resaltar posibles obstrucciones a través de imágenes de rayos X.
Tras sufrir un paro cardíaco, el músculo del corazón no se recupera al 100%, ya que algunas células y tejidos pueden «morirse» o perder su capacidad de contracción.
Por eso, el riesgo de sufrir otro infarto es elevado.
Según la Dra. Silvia Silva, tras el tratamiento rápido en el hospital, el paciente es «trasladado a la UCIC para su monitoreo continuo y tratamiento adicional. Normalmente, 48 horas después del infarto, el paciente se somete a un programa diseñado para mejorar su recuperación con ejercicio supervisado, educación sobre cambios en el estilo de vida y manejo de factores de riesgo».
Respecto a los cuidados posteriores, el Dr. Alejandro Pascual incide en la importancia de los cuidados, siendo imprescindible:
Llevar una dieta saludable, rica en frutas, verduras, granos enteros, proteínas magras y grasas saludables, como las que se encuentran en el aceite de oliva y los frutos secos. Se aconseja limitar grasas saturadas, colesterol y sodio.
Hacer ejercicio regular. Se recomienda realizar, al menos, 150 minutos de actividad aeróbica moderada o 75 minutos de actividad aeróbica vigorosa semanalmente, junto con ejercicios de fortalecimiento muscular.
Mantener un peso saludable combinando dieta y actividad física regular.
Dejar de fumar, pues el tabaquismo es uno de los principales factores de riesgo de infarto.
Mantener la presión arterial dentro de niveles saludables (generalmente por debajo de 120/80 mmHg) con dieta sana, ejercicio regular, control del estrés y, si es necesario, medicación.
Controlar el colesterol «colesterol malo» (generalmente por debajo de 100 mg/dL) con dieta, ejercicio regular o medicación.
Controlar la glucosa en sangre. Especialmente si tienes diabetes, debes mantener tus niveles de glucosa en sangre dentro del rango indicado por tu médico.
Limitar el consumo de alcohol. La recomendación es restringir el consumo a 1-2 bebidas alcohólicas al día para hombres y no más de una para mujeres.
Programar chequeos médicos regulares para evaluar el riesgo de enfermedad cardíaca de manera personalizada.
Medir la lipoproteína A en las analíticas rutinarias.