VALÈNCIA. Puede resultar complicado encontrar la manera de contar el conflicto de Palestina. Capas y capas de historia y tragedias se amontonan en un relato que sigue escribiéndose a día de hoy. El conflicto, activo desde la primera mitad del siglo XX, supone un enfrentamiento armado entre israelíes y palestinos por el control de la región histórica de Palestina. Con el paso del tiempo, el Estado de Israel ha ido invadiendo los territorios palestinos saldando su avance con miles de vidas de inocentes, y provocando una enorme división, tanto demográfica como social, entre ambos. Este conflicto entre dos tierras se cuenta ahora a través de la historia de Amira y Ava, dos niñas separadas por una guerra que se lee, escucha y dibuja en I, malgrat tot, Palestina un álbum ilustrado -y musicalizado- por la editorial Zoo Ilustrat.
Esta propuesta se adhiere a otras acciones culturales que relatan el conflicto, aunque en este caso en concreto la tarea es relatárselo a los niños. Para ello Marcos Úbeda -junto a Arnau Giménez y Ricard Tàpera- viaja al año 2018, momento en el que los componentes de Zoo visitaron los territorios ocupados de Palestina con la iniciativa de Payasos en Rebeldía para poder llevar una sorpresa a “aquellos lugares en los que los niños no pueden vivir en paz”. Desde esa experiencia intenta acercar el conflicto a los lectores más jóvenes, aquellos que no tienen porqué saber lo que es una guerra, y que seguramente no comprendan por qué los adultos se peleen por un trozo de tierra o por un concepto tan abierto como la “libertad”.
En el ejercicio de la síntesis juegan las cartas la memoria, las imágenes y también las realidades personales de cada uno de los componentes de la banda. Úbeda explica que hubo una frase que les motivó a crear este libro: “Que no se os olvide nuestra historia, tenéis que hacer que se vea lo que está pasando aquí. Este espacio tiene sus historias, sus familias y sus problemas y tienen que contarse”. Y con ello, se propuso comenzar a componer y a escribir. El proyecto, que comenzó a gestarse hace cerca de un año, ha adquirido una vigencia de actualidad extraordinaria en la que Úbeda encuentra el hueco para devolverles lo que les habían dicho en formato de cuento. A esto le añade los dibujos de Helga Ambak, encargada de dar forma y color a este relato de Palestina entre dos territorios.
Ambak propone contar la historia a través de Amira y Ava para acercar el conflicto a los niños a través de estos personajes: “Son niñas al principio del libro, pero ante todo son personajes. Si es un libro para niños podemos enlazarlo con sus vidas, porque de esa manera pueden provocar más empatía y conexión con lo que está pasando”, añade la ilustradora, quien dibuja a las niñas desde jóvenes hasta adultas para reflejar ese crecimiento entre ambas que ayuda a la construcción de una narrativa. Ambas niñas son protagonistas del libro pero dejan de serlo en la parte final de este, donde toman el relevo los jóvenes lectores, quienes deben reflexionar sobre la lectura a través de ejercicios didácticos como escribir un artículo sobre el conflicto, hablar sobre los derechos humanos o componer un poema sobre la paz.
Todo esto se refleja en paisajes coloridos y con buenas representaciones del territorio, respuesta a una investigación visual con la que trabaja Ambak y en la que se apoya en el propio videoclip de Zoo del año 2018: “Una de las niñas protagonistas está inspirada en las niñas del videoclip. Empiezo a hacer borradores sobre ella y luego la transformo. Después también investigo sobre el archivo de Palestina y Gaza para comprender lo que está vinculado con el factor bélico”, añade la ilustradora, quien confiesa que debe rebuscar mucho para encontrar referencias de lo tradicional o lo cotidiano: “Intento rescatar una Palestina que no sea solo la que está en guerra, quiero ver qué comen, cómo celebran y que hacen en un ejercicio de investigación”, añade.
Junto al color y relato de ambas hay una historia musicalizada de lo que ocurre en el conflicto, que se divide en seis movimientos musicales diferentes. En estos, Úbeda compone para explicar el viaje de ambas y el suyo propio: “Yo intento que cada movimiento explique una parte del viaje. Con la música se puede vivir la angustia que hay allí o los momentos de felicidad de los niños. Yo parto de la base de ver a los niños que siguen siendo niños y que no tienen nada de maldad en el cuerpo”, añade el músico, quien emplea ese relato de dos amigas que se separan para juntarlas de nuevo a través de las notas musicales. De la mano de sus compañeros de Zoo, estos movimientos toman una forma que se cierra en una carta de despedida entre ambas escrita por Panxo, el cantante del grupo.
Úbeda explica también que el momento de “sentarse a componer sobre esto” permite llevar a cabo una labor de sensibilización sobre el tema, en la que se centran en parte de lo que está pasando para contar la historia: “Me parece que aportamos un granito de arena en el conflicto que ya está ahí, yo lo que hago es trabajar con los hechos y darles forma”. Con todo ello, los colores de la bandera de Palestina ondea a las melodías con las que Úbeda recuerda aquel viaje del 2018, que ahora trae al presente para cumplir su promesa de contar la historia de lo que vieron, dibujar y componer contra el olvido de un conflicto que sigue activo.