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opinión

¿Hay un excesivo optimismo en la economía y los mercados?

Los índices bursátiles europeos más relevantes cotizan en niveles más elevados a los que mostraban antes del estallido de la guerra en Ucrania

21/02/2023 - 

MADRID. Transcurridas siete semanas de 2023 parece como si los principales índices bursátiles estuvieran acompañando a los astronautas de la Estación Espacial en un estado de 'ingravidez permanente'. Nada parece poder sacarlos de su tendencia alcista, independientemente de que les toque convivir con datos macro mejores o peores, más optimistas o menos.

Cuando ves que los índices bursátiles más relevantes del Viejo Continente se encuentran cotizando a niveles más elevados que los que mostraban hace un año -antes del estallido de la guerra en Ucrania-, te preguntas si es que no ha pasado nada entre los doce meses transcurridos; o, mejor aún, si todos los problemas surgidos inmediatamente antes, durante y después del comienzo de la invasión rusa a Ucrania se hubieran evaporado de pronto. Es verdad, sí, que los fantasmas de una recesión severa parecen alejarse. También es verdad que tenemos que dar gracias a la climatología que nos ha deparado un invierno muy suave, que ha permitido rebajas en los precios de los combustibles, generando menos tensión inflacionaria.

En el caso de EE UU, los índices principales se encuentran todavía lejos de las cotas de febrero pasado. Cierto es que en 2021 habían subido mucho más que los europeos, pero el caso es que allí también anida el optimismo. Por ejemplo, en estos últimos días hemos visto como -en conjunto- la reacción a una inflación más alta de lo esperado, a unas ventas minoristas mejorando las más optimistas de las expectativas, y con el índice de precios a la producción también por encima de las previsiones y unos datos de nuevas solicitudes de subsidio de desempleo descendiendo inesperadamente han tenido un reflejo positivo en las bolsas. O al menos no muy negativo. Todo ello refleja que ha acabado dominando la alegría de un menor riesgo económico sobre el temor a más inflación y a mayores subidas de tipos, cuyo final se sigue percibiendo relativamente próximo. Aunque nosotros seamos escépticos al respecto.


Es durante estos períodos cuando se debe tener más cuidado, pero está claro que ninguno de los 'escenarios catastróficos' que nos temíamos que pudieran producirse durante este año ha ocurrido hasta ahora. Los mercados se acostumbran a cualquier cosa y este está siendo el mensaje enviado por ellos desde principios de año. El cambio es importante porque significa mirar el lado positivo de un indicador mixto, en lugar del lado negativo como hemos visto durante la semana pasada.

En estos días estamos presenciando lo que los abogados probablemente denominarían una 'inversión de la carga de la prueba'. Hasta finales del año pasado todo iba mal hasta que se probara lo contrario. Pues ahora todo es mejor hasta que se demuestre lo contrario. En 2022, una combinación de cifras de inflación ligeramente menos favorables de lo esperado -con un indicio de mayor fortaleza por parte del consumidor-, probablemente habría llevado a los inversores a considerar nuevas subidas de tipos. Esto los habría deprimido profundamente. Pero hoy parece que a nadie le importa.

Mirando hacia la FED

En enero, las acciones subieron a la ola de una desaceleración de la inflación más pronunciada de lo esperado, lo que confirmó -eso lo interpretó el mercado- que el ciclo de aumento de tipos por parte de la FED terminaría pronto. Esto era bastante lógico. Solo faltaba un contexto un poco más adverso para probar la fortaleza de la recuperación. Este contexto más adverso se materializó en febrero, con estadísticas menos ambiguas y un dilema sin resolver en esta etapa: ¿Es mejor tener un crecimiento fuerte y algunos temores sobre una FED que podría ser aún más dura con sus medidas de política monetaria o un crecimiento vacilante que la empujaría a una política monetaria más flexible?

Desde luego que la respuesta a la pregunta no está clara, pero el resultado es que ambas situaciones pueden considerarse finalmente aceptables si los datos publicados se mantienen dentro de límites razonables. Como también si no requieren una respuesta radical del banco central de turno -tal y como ocurrió en 2022-, mientras este sentimiento se ve reforzado por la no materialización de los escenarios extremos que se habían previsto, en particular una crisis energética sin precedentes en Europa. Preferimos el optimismo al negativismo y nos alegramos, pero seguimos sin tenerlas todas con nosotros.

Antonio Castelo es analista de iBroker

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