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calle libertad / OPINIÓN

Halloween presupuestario

2/11/2022 - 

VALÈNCIA. En cuestión de una semana hemos asistido al debate de los Presupuestos Generales del Estado y sus enmiendas de rechazo. Y también a la presentación de los que serán los últimos Presupuestos de la segunda legislatura del Botànic.

Los Presupuestos de un Gobierno son su seña de identidad. El documento en el que quedan plasmadas las prioridades de un Ejecutivo, aquello en lo que decide desinvertir o gastar más. ¿Truco o trato? ¿Susto o muerte?

Pues ha sido susto, y por partida doble. Susto por los Presupuestos Generales del Estado que dedican 1 de cada 2 euros al pago de intereses de deuda y a las pensiones. Un país que dedica la mitad de su presupuesto a pagar un sistema de pensiones insostenible no puede ser un país que piense en prosperar. 

La ministra Montero dice que son los presupuestos mas sociales de la historia. Y yo me pregunto si es social gastar 190.000 millones de euros en pensiones, una cifra que supone el doble de lo que las cuentas destinan a todas las partidas de Educación, Investigación, Ciencia, Sanidad, Transporte, Justicia o Cultura juntas. Me pregunto cuánto de social tiene que tres tipos como Otegi, Junqueras y Ortúzar decidan sobre el futuro de 47 millones de españoles. Y me pregunto también cuánto de social es un Presupuesto que sigue sin recoger los fondos necesarios para paliar la falta de reforma del Sistema de Financiación Autonómica y así acabar con ese injusto trato que reciben los españoles por el hecho de vivir en uno u otro territorio.

¿Dónde está lo social cuando el Gobierno sigue, por segundo año consecutivo, sin dotar de partida presupuestaria para la ELA y frenando la tramitación de la Ley de Cs? ¿Cuánto social es no incluir bonificaciones por contratar a personas con discapacidad?

En definitiva, ¿qué tienen de social unos presupuestos a nivel nacional que quiebran el sistema público de pensiones y condenan a nuestras clases medias y el futuro de nuestros jóvenes? No, no hay trato.

Y el susto en la Comunidad Valenciana viene también por el gasto. Los Presupuestos del Botànic para el próximo año presentados el día de Halloween seguirán disparando una deuda que ya es insoportable para los valencianos. Los ingresos se incrementan de manera excesiva y no acabarán llegando nunca. Unas cuentas expansivas que nunca se van a ejecutar. 

Desde que el Botànic llegó al gobierno en 2015 las cuentas publicas se han duplicado, pero la calidad de vida de los valencianos ha empeorado. ¿De qué sirve presupuestar 30.000 millones de euros (17.000 millones más para este próximo año) si los servicios públicos fundamentales no mejoran? Las listas de espera en la sanidad valenciana, los retrasos en ayudas a la dependencia, las tasas de pobreza y las de cifras de desempleo han ido aumentando con la deficiente gestión del tripartito. 

Foto: ROBER SOLSONA

La izquierda social, esa que venía a gobernar para la gente ha acabado haciendo lo de siempre: intentar subirse el sueldo un 4% para Puig y los suyos mientras los valencianos viven con el agua al cuello. 

Ocho años de Botànic y cuatro de Sánchez, con el voto de Baldoví mediante, y los valencianos seguimos esperando una financiación autonómica que nos equipare al resto de españoles. Algo que volvemos a demandar de forma urgente y tajante.

La pesadilla de Sánchez y Puig ya ha durado demasiado tiempo. Los españoles merecen que los Presupuestos sean una herramienta para construir futuro, no cimentar un camino de oro hacia las siguientes elecciones; y un Gobierno que piense en el país que lega a las siguientes generaciones y no en el cortoplacismo en el que vive anclado el bipartidismo. Ni truco, ni trato.

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