WADI AL DAWASIR. El portugués Paulo Gonçalves, que falleció este domingo en un accidente durante la séptima etapa del Dakar, era uno de los motociclistas más queridos y respetado de la caravana del rally más duro del mundo, por su inagotable amabilidad, solidaridad y carácter afable.
A Gonçalves se le conocía también como 'Speedy', no solo por su gusto por la velocidad cuando iba montado en la moto, sino también por su baja estatura, en un símil con el ratón de dibujos animados Speedy Gonzáles.
Nacido en 1979 en Esposende, cerca de Braga, Gonçalves comenzó su carrera deportiva en 1991 en el motocross y durante la última década fue el mayor exponente del motociclismo de Portugal, junto a su cuñado Joaquim Rodrigues, con el que desde este año compartía equipo en el Dakar dentro de la estructura de Hero.
Asiduo al Dakar
Debutó en el Dakar en 2006 con vigésimo quinto puesto y desde entonces no se perdió ni una sola cita con el rally más duro del mundo excepto en 2018, cuando no tomó la partida por una lesión de la que no se recuperó a tiempo.
Por eso el piloto luso era uno de los más veterano de la caravana y además podía presumir de haber participado en los tres "capítulos" del Dakar, con dos participaciones en África, diez en Sudamérica y esta, su decimotercera, que era en Arabia Saudí.
Su mejor resultado fue en 2015 cuando terminó segundo tras el español Marc Coma, quien se hizo con su quinto Dakar, mientras que otras tres veces (2010, 2013 y 2017) también quedó entre los diez primeros.
El Dakar también dio momentos de amargura al portugués, con algunas caídas y otras situaciones singulares como cuando en 2014 su moto acabó en llamas ante las lágrimas desconsoladas del piloto.
La solidaridad como bandera
Pese a todo, la solidaridad era la bandera que llevaba siempre Gonçalves a todas las carreras, como cuando en el Dakar de 2016 se detuvo a pesar de que estaba en la cabeza de la carrera para auxiliar al piloto austríaco Matthias Walkner.
Eso le valió que el Instituto Portugués de Deporte y Juventud lo premiase el Premio de Ética en el Deporte.
"En el Dakar el riesgo está siempre al acecho. No soy un héroe, soy un ser humano que respeto a los demás. Nuestra vida vale más que cualquier victoria porque sin ella no ganamos", dijo al conocer que había sido distinguido por ese gesto.
"El espíritu del Dakar es el mismo. Pasamos muchas horas solos, muchas veces en el desierto. Unas veces nos ayudamos, y en otras somos ayudados", agregó en aquel entonces.
Pocos días después de auxiliar a Walkner, Gonçalves tuvo que abandonar al sufrir un fuerte accidente donde perdió momentáneamente la consciencia.
Dispuesto a no rendirse
Cuatro años después, de nuevo un accidente con pérdida de consciencia le costó la vida al piloto luso, esta vez en el desierto de Arabia Saudí, cuando quería demostrar que a su edad podía seguir estando entre los primeros.
Tras una primera parte donde predominaron los fallos mecánicos en su moto, con cambio incluido de motor, Gonçalves se aventuraba a esta segunda parte de la carrera con el propósito de escalar posiciones en la clasificación general.
"Se trata del Dakar, así que lo importante es terminar. Aunque la general ya no cuente para mí, no me rindo. Voy a intentar darlo todo cada día", había dicho Gonçalves apenas tres días antes de su fallecimiento en plena carrera.
Reciente desafío
Después de seis años en el equipo de Honda, Gonçalves había aceptado ser el piloto principal del equipo oficial de la marca Hero, con la que se estrenaba en este Dakar.
"Me ilusiona este nuevo desafío. A veces parece que hay que hacer cambios para encontrar ese plus de motivación. De momento, contento. Solo he participado en dos carreras, pero he hecho etapas muy buenas", había dicho antes del inicio del rally.
El portugués deja a una mujer y dos hijos. Fuera de los rallys, Gonçalves era un gran aficionado del Benfica, cuyo escudo llegó a llevar en su moto.