ELCHE. Se suele decir que el hombre no tropieza dos veces con la misma piedra. Aunque este dicho no siempre es una realidad parece que la directiva del Elche lo ha querido hacer suyo. Después del descalabro del año pasado la no destitución de Alberto Toril y sus funestas consecuencias todavía estaban muy presentes, por lo que poco sorprende que con Vicente Mir se haya tenido tan poca paciencia. Todo el consejo en unanimidad votó su cese. ¡Ay! Si esa firmeza se hubiera visto el año pasado…
La realidad es que el Elche necesitaba un cambio viniera de donde viniera. El elegido ha sido el técnico, pues bienvenido sea. El equipo cuando sacaba sus partidos adelante lo hacía a duras penas ante rivales teóricamente muy inferiores, lo que era un evidente síntoma de que algo no carburaba bien. Tampoco es perdonable que en casa, en tu templo, sea tan fácil puntuar cuando en teoría (remarco lo de teoría) el Martínez Valero le debería quedar grande a cualquier equipo de Segunda B.
Sí me ha llamado la atención el proceder. Si bien es cierto que un golpe de timón era necesario yo me esperaba que el partido de Mallorca fuera quien dictara la sentencia para bien o para mal. De perder en las islas y dar una imagen negativa la salida de Mir estaba cantada pero de sacar el partido emulando, por ejemplo, las buenas sensaciones del día del Atleti podría haber ganado crédito. Se ha decidido cortar por lo sano y buscar un revulsivo necesario para reactivar a un equipo que se ha visto acomodado, plano, sin ideas y, lo más importante, sin actitud.
No deja de sorprenderme que Mir, un técnico que desde que dirigió al Ilicitano siempre se ha caracterizado por su visceralidad y por ser un motivador (lo que hacía que sus grupos salieran a morder) terminara con un equipo tan carente de actitud. Su sello se vio en las primeras jornadas pero ha ido diluyéndose con el paso del tiempo hasta ver el peor partido de la temporada ante el Formentera, donde incluso él reconoció lo evidente. Se iba segundo en la tabla, sí, eso es indiscutible, pero las sensaciones no eran nada buenas.
Difícil papeleta tiene ahora Jorge Cordero y los suyos. Todas las miradas están puestas en él y en su decisión. El técnico que traiga debe saber que la presión aquí es máxima, no hay excusas. Subir o morir, no hay más historias. La mayoría (entre la que me incluyo) piensa que la del Elche es una de las mejores plantillas de la categoría. Ya es hora de sacarle jugo.