socialmente inquieto / OPINIÓN

Genio y figura

15/03/2021 - 

Seguimos a principios del siglo XX. De 1921 les podría contar muchas cosas, pero en esta ocasión permitan les narre sólo – y es mucho – del agasajo y el reconocimiento a un alicantino singular y todo lo que pasó esos días, que tiene miga, ya verán. Nació en Alicante, en una casa pequeña, el 11 de octubre de 1866. Fue un comediógrafo español de los grandes, con una inmensa obra, aclamado por la crítica y aplaudido por el público. ¿Saben ya a quien me refiero? Han acertado, es Carlos Arniches Barrera.

Si tuviera que compartir con ustedes una definición de este personaje le diría que Carlos Arniches es uno de los dramaturgos más relevantes del teatro español de principios del siglo XX. Tiene una extensa producción teatral con sainetes, tragedias grotescas, comedias y zarzuelas, lleno de ese Madrid castizo que tanto marcó su teatro. Añadiría que es uno de los autores teatrales más relevantes de su época. 

A través del éxito de sus obras, Arniches despertaba la admiración y el aprecio de los españoles. Para celebrar sus triunfos hubo un movimiento social para homenajearlo en su Ciudad natal. Así, el primero en manifestar esta pretensión fue el Centro de Escritores y Artistas de Alicante que en los años de 1919 y 1920 reiteró este propósito a propios y a extraños, ganando voluntades. Propusieron colocar una plaza conmemorativa en una de las fachadas de la casa donde nació, darle su nombre a una avenida de la ciudad, hacer un busto o una escultura para colocarla en un lugar especial para disfrute de los alicantinos, que el día del reconocimiento presencial al dramaturgo alicantino se representara en el Teatro Principal una de sus obras…  Sin embargo, no se hizo nada, pero no cayó en saco roto, creando el interés para hacerlo más adelante. Y así ocurriría a finales de 1921. Ya verán. 

Todo ocurrió muy deprisa. El 28 de octubre de ese año se representó en el Teatro Principal de Alicante la comedia de Arniches "No te ofendas, Beatriz" por la Compañía de Luís de Llano y María Banquer, con un notable éxito de crítica y de público. 

El periodista Eduardo García Marcili, Aristarco de apodo, se hizo eco de este clamor popular con una carta abierta dirigida a Carlos Arniches y publicada el 7 de noviembre de 1921 en el periódico local El Día. Esta carta manifestaba frases como estas: "Maestro, acabamos de aplaudir vuestra admirable comedia (…) Y al aplaudir y al aclamar al afortunado autor (…) se ha manifestado el deseo que está latente siempre en este público que os admira y os quiere: el deseo de aplaudir no sólo al hombre, sino a la persona del autor alicantino, legítimo orgullo del teatro español contemporáneo. Ya muchas veces fue este deseo exteriorizado…" Pero aún no se había hecho, se quería, pero no se hacía ese reconocimiento tan anhelado por el pueblo alicantino. Este periodista se preguntaba por qué, y siguió manifestando que "Alicante os admira, os quiere, y está orgullosa de que seáis su hijo y anhela la ocasión de hacer patente estos sentimientos".  

Por aquellas fechas se iban a representar en el Principal alicantino las exitosas obras de Arniches "La chica del gato" y "La heroica villa" por lo que Aristarco le invitaba a "reconciliarse con la terreta" asistiendo a su representación. Carlos Arniches se emocionó mucho al leer esta Carta de Aristarco aunque excusó un inmediato viaje a Alicante. En la carta de contestación le dijo, entre otras cosas, que "expresa usted el deseo de verme en Alicante en términos tan calurosos, cordiales y sinceros, que no necesitaría ya otros estímulos para ir a saludar a mi amada ciudad y estrechar allí las manos amigas que me brindan un enaltecimiento inmerecido. Pero el trabajo, un trabajo abrumador e inaplazable - porque es un compromiso adquirido con la empresa de la Comedia para estrenar una obra antes de Pascua – me aprisiona y me abruma". Ya ven, estaba muy ocupado. En otro momento de su carta dijo que sólo podría estar en Alicante unas 48 hora... No se cerraba en banda, le apetecía volver a su tierra natal aunque sus obligaciones pesaran más que sus deseos. Ya saben ese dicho que dice que es primero la obligación que la devoción. 

Pero están antes los inconformistas que los tranquilos, los primeros no se pueden estar quietos, no callan, hay que aprovechar el momento y no dejar para mañana lo que puedes hacer hoy. Por esto, en el Pleno del Ayuntamiento que se reunió en sesión ordinaria el 18 de noviembre de 1921, presidido por el alcalde de Alicante Juan Bueno Sales, se aprovechó esta coyuntura. Según el Acta de este Pleno, Sánchez Santana propuso que se invite oficialmente "al ilustre autor dramático alicantino Carlos Arniches a que visite esta ciudad natal, y que se le rinda el merecido testimonio de simpatía".  

El 19 de noviembre mandaron una invitación a Arniches desde el Consistorio, - según nos cuenta el historiador Enrique Cutillas en su Crónica de Alicante (tomo I), "pero lo hacían – nos dice - sin contar con los padres de la idea, los miembros del Centro de Escritores y Artistas, que el año anterior la habían propuesto al Ayuntamiento". Esta vez, Arniches aceptó la invitación de ir a Alicante. Ya saben eso que dicen por ahí, que a la tercera va la vencida. Y puso fecha. En su contestación por escrito dejó dicho que "ya saben cómo me encuentro de trabajo, pero procuraré ir para el 10 o 12 de diciembre". 

Con ese consentimiento de Arniches y con esa fecha, se multiplicaron las iniciativas para que esa visita a Alicante fuera inolvidable aprovechando con su presencia todo tipo de reconocimientos. Aristarco propuso que el Teatro Principal se llamara Teatro Arniches, aunque esta propuesta no cuajó. Tuvo más éxito la de José Mingot y Shelly durante la sesión ordinaria del Pleno del Ayuntamiento de Alicante del 25 de noviembre de 1921: propuso y se nombró por unanimidad a Arniches, Hijo Predilecto de la Ciudad. A su vez se creó una Comisión formada por Elizaicin, Mingot, Pobil y Carbonell, para organizar todos los actos desde el Ayuntamiento. 

También se aceptó que el Círculo de Bellas Artes de Alicante pusiera una placa conmemorativa en la calle Golfín en una de las fachadas de su casa natal. El Casino lo nombró Socio de Mérito. Por su parte, el Centro de Escritores y Artistas solicitó al Ayuntamiento que se reconociera que las iniciativas de reconocimientos habían sido suyas, e informó de los actos que iban a realizar cuando Arniches estuviera en Alicante. Ya ven que cada uno reivindicaba su protagonismo y cómo el grande se comió al chico, ya me entienden, y organizó lo que antes otro había propuesto con el argumento que el Ayuntamiento representaba a toda la ciudad. ¿Conocen eso de "diga de qué se trata, que me opongo", y ya lo haré yo a mi manera? Lo importante de todo esto es que se hizo y no las rencillas para hacerlo, aunque no deja de ser curioso. 

El 10 de diciembre de 1921 llegó Carlos Arniches a Alicante en tren. Desde ese momento se iniciaban unas jornadas muy intensas y agotadoras de reconocimiento, pero la ocasión lo merecía. Ya verán. El historiador Vicente Ramos nos lo cuenta. Fue "recibido en la estación por autoridades, comisiones, sociedades, Banda Municipal y pueblo. A la una de la tarde, banquete en el Casino. A las tres y media colocación de la lápida en la casa de la calle Golfín. A las cinco, función en el Círculo de Bellas Artes. A las seis y media, solemne sesión en el Ayuntamiento para entregar el título de Hijo Predilecto de la Ciudad. A las nueve y media de la noche, función de Honor en el Teatro Principa"l. 

Permitan que plasme aquí algunas de las frases de Arniches al recibir en el Ayuntamiento su nombramiento como Hijo Predilecto. Son palabras de agradecimiento, sí, pero son mucho más. Les invito a que las lea con atención. Dicen así: "Señor alcalde, señores paisanos y amigos; (…) Comprenderéis señores la emoción de que me siento poseído en este momento, emoción superior a cuantas sentí en mi vida, a pesar de ser mi vida una vida inquieta de trabajador y de combatiente. Es esta hora, para mí, la hora más solemne y conmovedora de mi existencia. ¿Por qué? Voy a decíroslo". 

Todos los presentes estaban en silencio, ¿se lo imaginan?, expectantes, escuchando a un Arniches emocionado y misterioso. "Hace muchos años, muchos, era yo un niño todavía, ¡calculad cuántos!... – sigue diciendo Arniches -, salí de Alicante empujado por vientos de desventura hacia una tierra extraña. En ella fracasaron mis aptitudes comerciales y, al poco tiempo, me llevaron a Madrid mis ilusiones literarias; y allí, malaventurado, sólo, desconocido, sin auxilio de nadie, y sin otras armas que una pluma y unas cuartillas, empezó mi lucha por el porvenir, una lucha cruel, implacable, llena de horas negras, de esas horas que no traen sino visiones de desesperanza y de amargura. No quiero entenebreceros estos instantes con el relato minucioso de mis tristes días de bohemio; pero es preciso llegar a este cuadro sombrío, porque de él arranca mi fe hacia esa virtud fortalecedora (…). Es la virtud del trabajo, del trabajo, señores, que es sin duda la única razón con que yo puedo justificar ante vosotros mi éxito humilde". Ya ven, una vez más vemos que para llegar al éxito sólo hay un camino, el del esfuerzo y mucho trabajo. No nos vienen las cosas dadas, hay que llegar a ellas a través del talento y la dedicación. Una gran enseñanza estas palabras de Arniches que bien podrían ser el credo de muchos adolescentes que creen que su éxito en la vida les va a caer del cielo porque sí. 

Lo dice nuestro protagonista de hoy más adelante en su discurso de agradecimiento al afirmar que "siempre entendí que el trabajo debe apoyarse en otra virtud auxiliar: la perseverancia, y con estas dos virtudes, a las magníficas de la voluntad, he visto luego que puede llegar el hombre a las más altas y halagadoras aspiraciones de su vida. Ved sino mi ejemplo; venme a mí, que me encuentro hoy ante vosotros enaltecido y honrado con el más alto galardón con que puede soñar un alicantino: con el nombramiento de Hijo Predilecto de la Ciudad, como si ya no fuera bastante honor ser sencillamente su hijo. ¡Cómo iba yo a imaginar nunca que alcanzaría honra semejante!". Ya lo ven cómo se expresó, humilde, generoso y muy satisfecho en este gran día para él. 

Siguió manifestando ante un público mudo y atento que "¿Comprendéis ahora porque bendigo yo el trabajo? Pues lo bendigo porque a él debo la alegría de este momento, que es la más fuerte alegría espiritual que he recibido en toda mi existencia. Ah, señores, bien he visto yo que no hay amor como el de la tierra en que nacemos, (…)". 

Después de este acto entrañable y emocionante, aún había más. Toda la comitiva que acompañaba a Arniches fue al Teatro Principal que estaba engalanado para la ocasión. Vicente Ramos nos cuenta lo allí acontecido al narrar que una vez Arniches tomó asiento en el Palco Oficial, la Banda Municipal, dirigida por Luis Torregrosa, interpretó un concierto; posteriormente el famoso actor Miguel Soler leyó un breve discurso de Eduardo García Marcili que empezaba así: "Con vuestra venia. Hoy es un día de fiesta, de gran fiesta (…)"; terminado este y después de una larga ovación a Carlos Arniches, se representó su obra de título “El santo de la Isidra” a través de la Compañía de Eugenio Casals.

Al día siguiente continuaron los actos de homenaje a Carlos Arniches. A las 9 de la mañana, acompañado por su mujer y sus hijas que estaban en Alicante desde el 9 de diciembre, invitados todos por García Ruiz, fueron a Busot. Cuando regresaron sobre las 12 h, Arniches fue homenajeado con un vermut de honor en el Centro de Escritores y Artistas, cuyo presidente era el poeta Miguel Llorente Marbeut, quien le entregó una placa de plata conmemorativa y le disertó un emocionado discurso. Posteriormente, tuvo lugar un banquete popular en el Balneario Diana, durante el cual se manifestaron más discursos y homenajes. Al terminar, Arniches y su familia se embarcaron en un yate invitados por Ricardo Guillén, Presidente del Real Club de Regatas de Alicante, realizando una corta travesía por la bahía alicantina. Carlos Arniches regresó a Madrid en el tren de las nueve y media de la noche de ese domingo día 11 de diciembre. Estuvo esas 48 horas que dijo que podía estar para el lunes volver al trabajo en Madrid. Marchó más grande de lo que ya era, satisfecho de tanto cariño y tanto homenaje en su tierra natal. Y aún después de su partida aprovechó diversas ocasiones para manifestar lo contento que había estado en Alicante y lo mucho que se llevaba de esta tierra a su vuelta a su vida cotidiana. 

Ya saben, genio y figura hasta la sepultura, por sí mismo. Genio y figura también es el título de una obra teatral de tres actos escrita por Carlos Arniches, Joaquín Abati, Antonio Paso y Cano, y Enrique García Alvarez, estrenada en 1910, en la que cuenta las peripecias de Pepito Bedoya, un seductor en el Madrid castizo de la época. 

Con Arniches no te aburres. Escribió 183 obras, 60 en colaboración de otras personas. De este ilustre alicantino seguro que volveré a contarles más adelante anécdotas de su acontecer cotidiano.

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