Si como dice el Partido Popular, las límites provinciales son muros infranqueables, pues vayamos a ello. Hablaremos de lo que pasa dentro, como si lo de fuera no importara, aunque al final tengamos que hablar de la vicepresidenta del Gobierno valenciano, Mónica Oltra, y la denuncia que le han puesto los populares por supuesto fraccionamiento de contratos.
Hace dos semanas venimos dando detalles del canguelo que existe dentro de las sedes del PP ante el avance imparable de Ciudadanos en las encuestas -de celebrarse hoy elecciones generales, se disputarían el cuatro diputado-. Y pese a los matices (y respiros) que dio el CIS esta semana, ha vuelto a ser una semana horribilis para el presidente de la Diputación de Alicante, César Sánchez, y sus titubeos institucionales. Y ha sido una semana horribilis porque el su principal contricante, Compromís, y su portavoz, Gerard Fullana, le ha condicionado su estrategia y ha logrado que el foco de atención se situara, una vez más, en esa institución decimonónica, que no suele tener el interés de la mayoría, pero que tanto populares como valencianistas así lo han querido.
La semana comenzó cocinándose un acuerdo entre PSPV y PP para regular el reparto de ayudas a dedo en la institución, después del escándalo de los aguinaldos repartidos entre los vicepresidentes/alcaldes de Sánchez con el objetivo de amarrar apoyos venideros y arrinconar a Compromís como elemento tóxico ante los acuerdos. La semana comenzó con una amenaza de reprobar al mismo portavoz de Compromís y echarle en cara el respaldo de los ediles de Compromís una moción de censura en Benitatxell -con tránsfugas- que no ejecutó. Y la semana comenzó con una propuesta de Fullana para seguir los pasos de las Cortes, presentar una reprobación contra Camps para que dimitiera del CJC y, asimismo, poner contra las cuerdas a Sánchez por sus flirteos con el expresidente del Consell.
Todo eso coincidió el miércoles. Y sí, se arrinconó a Compromís con las ayudas, pero Fullana (y su equipo) les ha obligado a cambiar el sistema de reparto con el PSPV como convidado de piedra necesario, gol de Fullana; se presentó la moción para reprobar a Camps: el presidente de la Diputación de Alicante reunió a sus diputados y dio la orden de abstenerse en su despacho, con lo que la moción de Compromís se hubiera debatido con el consiguiente daño paralelo de que César Sánchez se hubiera llevado algunos palos -fue asesor de Camps-, aunque no se le hubiera reprobado al tener el PP y el tránsfuga mayoría suficiente. Pero pasó lo inesperado: el presidente de la Diputación cambió de opinión en el mismo pleno y dio la orden de bloquear el debate; ganó Sánchez dentro, en el plenario, pero los titulares contra el PP los provocó Fullana: en el próximo pleno, el error sería enmendado. Segundo gol. Y para rematar, al portavoz de Compromís no se le reprobó, pese a haberse filtrado esa información con el fin de presionar y evitar el debate. Hat-trick.
Posiblemente, las intenciones de Sánchez eran buenas, incluso para los intereses del PP, pero la sensación de fuera es que Fullana (y su equipo), con solo tres diputados, mueve a su antojo el debate en la institución provincial -reparte titulares, incluso para quién está necesitado- mientras en la sede del PPCV y sus filiales provinciales se observa con sonrojo la interpretación de La Yenka de su principal cargo institucional. Porque la orden era, como en las Cortes, que el PP se desmarcara de Camps, con una abstención, y que el cadáver (político) del ex mandatario regional fuera zarandeado, y máxime cuando ese día había sumado una segunda imputación por la Fórmula 1 (a lo mejor alguién cayó que en el mismo ataúd -judicial- viajaba Mario Flores, hoy asesor en cuestiones asiáticas, y había que tener un respeto). Pero no, Sánchez los descolocó a todos.
Quizás tanto esperpento interno, y ante males mayores por venir, explique que la secretaria general del PPCV, Eva Ortiz, tuviera que filtrar, el viernes por la tarde la denuncia contra Mónica Oltra y la apertura de diligencias de la Fiscalía para poner en foco en València y quitarlo de la Diputación de Alicante, el gran bastión del PP, hoy amenazado por Ciudadanos. El modelo relación bilateral Mariano Rajoy-Pedro Sánchez que ha intentado proyectar el inquilino de la Avenida de la Estación no funciona (de momento): Compromís saca tajada mediática, y Ciudadanos aprovecha los rescoldos para recordarle a su principal amenaza que por eso camino no van a apoyar al PP para mantener los viejos vicios de la política -ayudas directas a alcaldes, subidas de sueldo personalizadas, etc...- en una institución en la que, no lo olvidemos, el partido naranja dio un cheque a Sánchez para hacer todo lo contrario, aunque ese talón lo haya cobrado (el no adscrito) Fernando Sepulcre.
Bueno, por mucho que se empeñen el alcalde de Xàbia, José Chulvi, no está imputado. Posiblemente, tenga que ir a declarar en condición de investigado por la denuncia que le ha presentado Ciudadanos por el supuesto fraccionamiento de contratos. A lo mejor, tras la denuncia del PP, también vemos desfilar por los juzgados a parte del organigrama de la Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas. Va a haber mucha curiosidad para ver cómo discurren esos casos y cómo se posicionan determinados editorialistas, portavoces municipales o líderes grepusculares. ¿Oíremos eso de "no es ético ni estético, debe dimitir", proclamado a los cuatro vientos por muchos cuando el alcalde de Alicante, Gabriel Echávarri, fue imputado? Más de uno se puede poner colorado y darse cuenta de los errores o aciertos (políticos) que ha cometido. Veremos la coherencia.
Como dice el colega Javier Alfonso, a Mónica Oltra le han hecho un Compromís, como se lo han hecho a José Chulvi y a Gabriel Echávarri (al menos en el caso Comercio; el otro es muy discutible). El posible fraccionamiento, los reparos y los contratos menores son, por desgracia, el pan nuestro de cada día de las administraciones. Sea como fuere, siendo o no consistentes las denuncias, y sin olvidar que son de parte -interesada-, esto debe servir de lección para todos: cualquier día te puede tocar y puedes ser utilizado políticamente para ello. Los que llevan tiempo en la política no se han alarmado porque en verdad falla es todo el sistema (administrativo), lo saben y juegan con los tiempos.
En política puede pasar todo y de todo. Aquellos que querían la cabeza de su enemigo tendrán que esperar, por razón que lleven. O se les puede volver en contra, como podría pasar, máxime en estos asuntos denominados -con ese eufemismo de- administrativos. La política es para ágiles y maratonianos, en la oposición y el gobierno, y, en estos tiempos que corren, para no hipotecar determinados mensajes que pueden tener efecto boomerang. Veremos cómo acaba todo. Pero será apasionante.