del derecho y del revés / OPINIÓN

Frágil y valiosa

25/09/2022 - 

¿Se han preguntado alguna vez qué harían si se encontraran ante una situación de extrema dificultad, que les hiciera temer por su continuidad? ¿Qué haría usted si pensara que se encuentra viviendo los últimos días de su existencia? ¿Vendería todas sus posesiones y se iría a dar la vuelta al mundo? ¿O tal vez optaría por tocar la lira, como hizo Nerón cuando se incendiaba Roma, desentendiéndose de lo inexorable? ¿Querría llamar a todos sus amigos e invitarlos a una comida pantagruélica en la que acabaran todos borrachos como cubas, o preferiría apartarse del mundanal ruido para tratar de darle un sentido a las grandes preguntas y despedirse en privado de su familia? Estas cuestiones pueden parecer absurdas e incluso fuera de contexto, pero también nos pueden hacer reflexionar en estos tiempos de una crisis internacional tan profunda, en la que los comentaristas más preparados se afanan por adelantarnos qué va a pasar. Es angustioso. Rusia advierte que, o ganan ellos, o bien apretarán el botón nuclear, con las nefastas consecuencias que de ello se derivarían para toda Europa, incluso para la propia Rusia. La economía mundial ya se está resintiendo de este desastre, si bien las compañías armamentísticas están experimentando una fuerte subida en Bolsa. Siempre hay quien saque tajada de las mayores tragedias.

Resulta inimaginable y hasta marciano incluso el pensar que este conflicto, lejos de haberse solucionado, se pueda estar recrudeciendo, hasta el punto de que la amenaza de Putin de apretar el tan temido botón nuclear parezca verosímil en estos momentos. Parece que a su edad le da todo igual y que le importa todo un pepino. Los tambores de guerra, de una guerra devastadora y espantosa, están sonando cada vez más cerca. Excavan tumbas para los soldados que se prevé que seguirán cayendo, mientras nosotros cambiamos tranquilamente de canal, para que el horror de ver los restos óseos de una joven de la edad de nuestros hijos no nos impida tragar la comida. Creemos que estamos a salvo por estar en la parte más occidental del viejo continente, pero eso ¿quién nos lo puede asegurar?

Los gobernantes deberían proporcionarnos un entorno seguro en el que poder realizar nuestras vidas, sin esta guadaña sobre nuestras cabezas. Es su primera obligación. Claro está que la industria armamentística también tiene que ganar dinero y la guerra les sirve la posibilidad de que se consuman los productos que fabrican, si no para qué existen. Toda industria está para ganar dinero y vender lo que hace para no ir a la quiebra. Oferta y demanda. En realidad, parece que las madres rusas y ucranianas están dando sus hijos como pasto de esa enorme maquinaria, que necesita alimento para funcionar. Son los sacrificios rituales del siglo XXI, y el horror que nos causa va in crescendo, a medida que nos vemos personalmente afectados. Mi hermano Óscar me decía el otro día, ¿qué haría yo si me llamaran a filas?

Queremos seguir con nuestras vidas y hacer cosas bonitas y placenteras, como ir a una presentación de Víctor del Árbol y Arantza Portabales en Alicante Noir, que resulta súper entretenida a la par que filosófica. La cita está resultando muy interesante y cuenta con el favor del público. Ojalá el año que viene vuelva a celebrarse. Del Árbol nos dice que no cree en la inmortalidad, salvo aquélla que puede alcanzar a través de sus personajes. Y Portabales explica que, gracias a la pandemia, pudimos entender que la vida era frágil y valiosa y que esto le dio un sentido más allá. Lo que no podíamos imaginar en aquellos momentos era que viviríamos, apena superada la pandemia y cuando creíamos que podríamos regresar a nuestras vidas, bajo la amenaza de destrucción que ahora se cierne sobre nuestras cabezas. Es muy injusto.

La movilización de 300.000 reservistas por parte de Rusia, para que participen en el conflicto armado con Ucrania, da una medida de cómo se está planteando la ofensiva el dictador ruso. Muchos de sus compatriotas están intentando escurrir el bulto de ese cáliz que se les impone: ser carne de cañón, por algún motivo que les resulta completamente ajeno y que responde a los intereses espurios de terceros. Es difícil dar la vida por una causa falsa, inventada y manipulada como siempre a lo largo de la Historia, y “porque lo digo yo” no parece un motivo suficiente. El endurecimiento de las penas a los desertores por parte de Rusia explica que los ciudadanos de este país, en general, no se creen esta guerra y no la quieren, puesto que se están autolesionando para evitar tener que ir al frente y se multiplican las búsquedas en Internet de cómo hacerlo. Patético y triste a la vez.

Así las cosas, confiemos una vez más en el poder de convicción de los grandes países, en el poder de la amenaza de la guerra nuclear total por parte de los países de la OTAN y de EE. UU., en la diplomacia internacional y en que acabe imponiéndose la sensatez. Confiemos en que lo que ha dicho Putin no se cumpla y, como dice Karina en un vídeo genial, y así quiero terminar para arrancarles una sonrisa, pese a la dureza de esta columna: “Sr. Putin, don’t press the buttom, the bottom, ¡pum!, no, no, no, no, no. Ya han muerto muchas personas, mucha gente, mucho people, no, por favor, no, quietito. No, hablar mejor que buttom”. No se puede decir mejor, la verdad. Disfruten muchísimo del día.

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