BREVE ENCUENTRO

Flavita Banana y Nick Drnaso, encuentro en la cumbre

3/03/2019 - 

ALICANTE. Apenas un par de años separan el nacimiento de Flavia Álvarez-Pedrosa (1987), más conocida como Flavita Banana, y Nick Drnaso (1989), la primera en Oviedo, Asturias, parece que circunstancialmente, ya que ella misma se identifica como barcelonesa, y el segundo en Palos, Illinois, no sabemos si circunstancialmente o no, dada la movilidad inherente al espíritu norteamericano y las raíces transplantables de su concepto de familia, actualmente reside en Chicago.

La narrativa gráfica puede, con ellos, mostrar su voraz riqueza visual

Archivos cósmicos, de Flavita, y Sabrina, de Nick, se parecen como un huevo a una castaña. Aunque comparten cierta esfericidad irregular y un formato librario semejante, más allá de eso, lo que de verdad las une, es la observación minuciosa del género humano en su modalidad urbano suburbial. Gráficamente, Drnaso opta por una composición de retícula minuciosa y fractal, geométricamente perfecta, pequeños encuadres secuenciales, rellenados con un dibujo de línea clara y colores planos, en un estilo que debe tanto a Chris Ware como a Daniel Clowes; Banana, por su parte, elude la narratividad de largo alcance, centrándose en una aforística explosión gráfica, tanto en lo literario como en lo visual, con un dibujo de trazo grueso en blanco y negro, deudor de los mejores pinceles de la comic strip, rompiendo los límites (inexistentes) de la viñeta, con una economía de mediostextuales y gráficos, que hace flotar a sus personajes de discurso apelativo en un universo infinito de fondo blanco, como si fueran los miembros adultos de la troupe de Pocoyó.

Sabrina es una historia de muerte y destrucción del individuo, de cómo una persona anónima se ve expuesta a los focos mediáticos a través del dolor, la pérdida y la rabia: Calvin Wrobel trabaja para el Departamento de Defensa norteamericano como “técnico de límites”, un analista de sistemas del entramado de defensa informática que monitoriza permanentemente las redes en busca de agujeros de seguridad. Cada día viste su anónimo uniforme de camuflaje y ficha sus horas de trabajo, como un oficinista cualquiera, en una de esas instalaciones semirurales, semisecretas, del Ejército norteamericano. Un día, recibe la llamada de su antiguo amigo de adolescencia Teddy. Su novia ha desaparecido, su mundo se está desmoronando, necesita un lugar donde encontrar un refugio a salvo de los ojos y las mentes ajenas. Calvin lo acoge mientras esperan noticias. Sabrina, la novia de Teddy, aparecerá asesinada de manera salvaje, por uno de esos lobos solitarios psicópatas que pueblan la novela criminal contemporánea.

Pero esta vez no es una novela, y el morbo del caso, con vídeos snuff que muestran el asesinato y son filtrados en internet, traspasa las barreras que Calvin ha intentado construir alrededor de Teddy. Una de las filtraciones más insidiosas es la voz de un radio-predicador que se sitúa en el límite exacto entre el populismo de derechas y la llamada a la acción colectiva: “No podemos perdernos en las metáforas sin sentido de tentáculos de pulpo, pirámides y símbolos secretos del billete de un dólar. Los malvados no se ocultan detrás de una capa. Dan la cara en las portadas de las revistas”, recita en uno de sus sermones radiofónicos autorreferenciales. “Ahora tenemos ordenadores que nos ayudan a investigar. De repente, los ritmos y las pautas de la opresión y el engaño sufridos desde tiempo inmemorial están alarmantemente claros”.

Descomposición minuciosa de la vida interior ante los ojos del espectador internauta, mientras la maquinaria oculta que mueve el mundo reorienta sus objetivos, la segunda obra de Nick Drnaso, tras Beverly, ha conseguido el hito de ser la primera novela gráfica nominada al Man Booker Prize, en 2018.

Archivos cósmicos, por su parte,  es una colección de juegos y sexos lingüísticos y lenguaraces, una afilada pluma bañada en tinta negra que, en palabras de Darío Adanti, “no son chistes, no, son mapas topográficos del punto donde impostura y realidad tienen su campo de batalla”. Dos amantes que pedalean en un tándem, frente a frente, en un avance imposible que no puede tener otro destino que el amor. La pequeña tragedia diaria de unos muslos encendidos por el roce. El libro que utiliza de atril la cabeza del amante en plena comida de… en pleno cunnilingus, que queda más fino. Y de fondo la sorna y la ironía que cargan contra el discurso hegemónico, el del macho: “y no se le olvide de dar las gracias a todos los hombres que la han dejado llegar hasta aquí”, le susurra un académico calvo y empajaritado a la receptora de un premio, justo antes de que comience su discurso de aceptación. Flavita, coleccionista de tatuajes, regala unas cuantas ideas para cuerpos que quieran ser adornados con un guiño de humor.

Archivos có(s)micos está editado por ¡Caramba!, sello perteneciente a la escudería Astiberri Ediciones. Sabrina forma parte de la apuesta cada vez más decidida de la editorial Salamandra por el mundo de la novela gráfica.

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